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Grooming Grooming

Grooming

Esta práctica contempla aquellas situaciones en las que adultos se hacen pasar por menores en Internet o intentan establecer un contacto con niños y adolescentes que dé pie a una relación de confianza, pasando después al control emocional y, finalmente al chantaje con fines sexuales del menor. También es frecuente que el adulto trate de conseguir encuentros físicos con el menor. 

¿Cómo se produce el grooming? Reproducimos a continuación las principales fases del acoso y sus características:

 Fase inicial. Inicio del contacto a través de servicios con funcionalidad para conversar en línea, como redes sociales, chats de juegos o comunidades en línea, incluidas las aplicaciones de citas entre adolescentes o «teen dates».

Fase de amistad. El adulto logra engañar a su víctima creando perfiles falsos en los que se muestra  con edades y gustos similares al menor para lograr su aceptación e, incluso, llegar a un alto grado de intimidad. Se repiten las mismas conductas de comunicación inadecuada e irreflexiva, pero arriesgándose a consecuencias más perjudiciales y complejas. Posteriormente, buscará un contacto más privado, por ejemplo a través de videollamada.

Fase de relación. Una vez establecida la relación, el adulto trata de afianzar la confianza e incluso agasajar al menor con regalos y, a cambio, lograr que le envíe fotos o grabaciones de carácter íntimo.

Fase de acoso. Con este contenido, el adulto dispondrá del arma para llevar a cabo el chantaje, y normalmente solicitará más imágenes o contenidos íntimos bajo la amenaza de hacerlos públicos. Por tanto, la finalidad es sexual, incluyendo tanto la obtención imágenes y vídeos con connotación o actividad sexual, destinados al consumo propio de pederastas o a redes de pornografía infantil, así como el contacto físico con el menor con un claro objetivo de abuso e incluso explotación sexual.


Las consecuencias, en cualquier caso, hablan de un riesgo alto de daños para el menor:

Abuso y agresión sexual. Las coacciones y el chantaje que ejerce el agresor sobre el menor pueden derivar en agresiones sexuales físicas, comprometiendo la seguridad física y emocional del menor.

Ansiedad y depresión. Son las consecuencias psicológicas más habituales, a las que hay que sumar secuelas muy diversas en función del abuso, su duración, el apoyo recibido y otras variables.

Problemas derivados en el rendimiento académico, sociabilidad y afectividad. Enfrentarse a una situación de grooming afecta seriamente a todos los ámbitos de la vida del menor, pudiendo desconectarse de sus actividades habituales y favoritas, o también mostrar dificultades a la hora de relacionarse con otras personas, entre otros.

Se identifican los siguientes perfiles asociados con el grooming:

Víctima. Al hablar de perfil de víctima, podemos distinguir entre jóvenes vulnerables, con necesidades de afecto y autoestima y que creen tener una verdadera relación, y los que asumen el riesgo, es decir, son conscientes del abuso y creen que tienen el control de la situación.

Acosador o groomer. Por su parte, el groomer puede a su vez categorizarse en aquellos que buscan intimidad con el menor y se muestran tal cual son dentro de entornos privados, los que adaptan su identidad y acoso al estilo del joven a medida que avanza su relación y el hipersexualizado, con un consumo intensivo de material pornográfico y muy en contacto con otros groomer. 

Por último, es interesante ver qué otras prácticas están relacionadas con el grooming.

Sexting y grooming. Practicar sexting puede llamar la atención de groomers en Internet que puede suponer que el menor sea susceptible de realizar determinadas prácticas de riesgo y, por lo tanto, se convierte en candidato para el acoso y víctima potencial.

Sextorsión y grooming. Por su parte, la sextorsión o el chantaje con fines sexuales se produce en situaciones que van desde el grooming o la violencia digital de género. A través de esta extorsión, el acosador pretende obtener dinero, dominar la voluntad de la víctima o su victimización social.
 

Para contextualizar sobre esta práctica y mostrar el proceso que conlleva, Europol  ha generado la campaña ¡Di no!, con recursos para adolescentes, padres y educadores, como el que se muestra a continuación.

 

Vídeo: «¡Di No! Contra la extorsión sexual en línea de los menores»

¿Cómo actuar si sospechamos que se está produciendo una situación de grooming?


Si somos conocedores de casos en los que nuestros alumnos puedan estar contactando con desconocidos, e incluso que dichos contactos les supongan algún conflicto, es importante actuar de inmediato y siempre teniendo en cuenta las políticas y procedimientos de convivencia del centro.

1. Muéstrate abierto a escucharle y ayudarle, dándole espacio para expresarse (centrado en sus sentimientos y necesidades), evitando dudar de su versión, ni juzgarle, ni reaccionar exageradamente o de manera nerviosa.

2. Transmítele la importancia de evitar prácticas como el sexting, así como no contactar o quedar con personas a las que no conocemos en persona.

3. Establece un clima de confianza y trata de acordar con el menor que, siempre que alguien proponga un encuentro, se lo comunique a un adulto de confianza (dentro del entorno educativo o familiar).

4. Enséñales a ser conscientes del uso que hacen de la cámara del móvil o cámara web. Enviar fotos o realizar videollamadas es un riesgo sobre el que no siempre reflexionan, pueden producir un contenido comprometedor o íntimo sin que ellos sean conscientes de ello. Mientras no se estén usando, las cámaras deben estar tapadas, y sólo utilizarse de forma meditada y con precaución.

5. Si detectamos un caso de grooming, desde el centro escolar debemos informar de inmediato a los padres o tutores del menor. Acude al plan de convivencia y los protocolos de actuación del centro para determinar quién se encarga de registrar el incidente y cómo ha de efectuarse la comunicación, tanto dentro del centro como a la familia.

6. Ejerce una supervisión y orientación al menor que permita frenar la situación. Transmítele la importancia de no ceder al chantaje en ningún caso, pues eso facilita que el acosador le exija más material (nuevas imágenes o vídeos eróticos o pornográficos) para aumentar y continuar la amenaza.

7. Rastrea las imágenes o vídeos del menor que puedan estar circulando por la Red y que sean abusivas. Solicita la eliminación inmediata de los archivos a través de los mecanismos de denuncia de las plataformas digitales.

8. Ayuda al menor a que bloquee o elimine al acosador en su lista de contactos.

9. Junto con lo anterior, es fundamental evitar que el menor siga manteniendo cualquier contacto o relación con el acosador. Revisa con él la protección de sus cuentas y dispositivos (revisar los contactos, cambiar claves de acceso, aplicar antivirus, cambiar el perfil en redes sociales, juegos en línea multijugador, etc.).

10. Indícale cómo tomar evidencias o pruebas electrónicas. Dado que la mera posesión de pornografía infantil es un delito, el educador no debe acceder a este contenido. Involucra a la familia y hazles saber que lo ideal es que no descarguen ni compartan esos contenidos, limitándose a facilitar los datos necesarios para comenzar la investigación (ej. dirección de la página web).

11. Colabora para que se denuncie el acoso en cualquiera de sus fases y de la forma más inmediata posible, con el fin de proteger al menor de un daño mayor. La denuncia deberán realizarla los padres, responsables legales del menor, o en su caso el Ministerio Fiscal.