Sexting
El sexting se define como el envío de contenido de tipo sexual, principalmente fotografías o vídeos, producido por el propio remitente, a través del móvil u otros medios digitales.
Conviene resaltar que la producción del contenido se realiza de forma consciente por sus protagonistas y es enviado inicialmente por ellos mismos a otras personas, por lo que está íntimamente relacionado con la gestión de la privacidad.
Los riesgos de esta práctica comienzan con la divulgación de estas imágenes o vídeos entre personas que no eran los destinatarios. Al tratarse de contenidos íntimos, su difusión conlleva sin duda una pérdida de privacidad, de tal modo que se produce un daño en la reputación de la víctima, deteriorando su imagen pública. El sentimiento de humillación y traición que implica puede provocar también la falta de confianza en futuras relaciones, además de problemas psicológicos como ansiedad y depresión.
Asimismo, esta divulgación también puede acarrear consecuencias más complejas:
Ciberbullying. La humillación pública puede dar pie a conductas de acoso al protagonista, derivando en una situación de ciberacoso.
Extorsión y chantaje. El contenido también puede utilizarse como herramienta de chantaje, solicitando cualquier “recompensa” (económica o de otro tipo) a cambio de no difundirlo.
Grooming. En los casos de acoso sexual o de acercamiento de adultos a menores con intenciones sexuales es habitual esta extorsión para exigir que se envíen más contenidos de carácter sexual, o incluso contacto sexual directo.
Riesgos físicos. Estos contenidos pueden utilizarse por agresores para seleccionar a sus víctimas. En ocasiones los contenidos muestran elementos que ayudan a determinar la localización fácilmente (centro donde estudian, domicilio, geolocalización, etc.) o cuando los metadatos que pueden incluir las imágenes y vídeos señalan el posicionamiento donde se han originado.
Además de los aspectos antes mencionados sobre la percepción que tienen los jóvenes sobre la privacidad, en la práctica del sexting influye en gran medida la etapa de despertar sexual en la que se encuentran. En esta etapa, el desarrollo de su sexualidad comienza a tener un papel importante, pero no siempre se desarrolla de forma saludable. Para ellos estas prácticas pueden suponer una prueba de confianza en pareja o una manera «más adulta» de flirtear o atraer a alguien.
Las motivaciones son las mismas de siempre, solo que viven en un mundo digital en el que resulta mucho más complejo gestionar su privacidad.