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LLAMADA

Aida Pedrero

El último hombre sobre la Tierra está sentado a solas en la habitación. Llaman a la puerta... y aparece ante él una sombra que le resulta muy familiar, si, lo ha visto con sus propios ojos, es el señor Sol, solo que ahora luce un grisáceo bigote, y dice seriamente al hombrecillo:

-Pronto llegará mi hora, y tú eres el responsable de sucederme, por eso debes ir en busca de una poción mágica, para poder ser el próximo Sol, y que pueda continuar la vida en la tierra, debes ir al gran Cañón y entrar en la cueva más profunda. Allí la encontrarás.

Y así lo hizo. Ya llevaba un buen rato caminando cuando, de repente, a lo lejos, divisó la frontera del gran Cañón. Cuando llegó, se sorprendió al ver la tierra de un color tan rojo. Siguió caminando y llegó hasta la casa de una viejecita muy amable, que le invitó a pasar.

Ya dentro de la casa, el chico explicó su misión a la anciana y ésta le dio un consejo:

-Cuando llegues al centro del cañón y veas a unos coyotes, échales un filete de ternera y pregúntales donde se encuentra la cueva más profunda, ellos sabrán la respuesta. Dijo la vieja.

El hombre dio las gracias a la viejecita y se marchó. Cuando llegó al centro del cañón unos coyotes se abalanzaron sobre él, pero,  siguiendo los consejos de la vieja les tiró el filete y les pregunto:

- ¿Sabéis donde se encuentra la cueva más profunda?

-Nosotros no lo sabemos, pero nuestro hermano el viento seguro que lo sabe. Le respondieron.

Se despidió y sin perder ni un minuto más se dirigió a casa del viento, al que encontró, como siempre,  muy atareado. El chico le pregunto:

-¿Sabes donde está la cueva más profunda?

 Y claro, el viento que está en todas partes lo sabía y le respondió:

- Debes de partir hacia el norte y llegarás a un precipicio, donde se encuentra la cueva, pero… ¡cuidado,  un malvado monstruo la vigila! Si el monstruo tiene los ojos abiertos, es que duerme, pero si los tiene cerrados es que está despierto, y ahora vete y no te equivoques.

El chico obedeció, y esperó a que el gigante abriera los ojos para pasar tranquilamente. Una vez dentro, cuando sus ojos se acostumbraron a la oscuridad pudo distinguir a lo lejos una tenue luz. Corrió hacia ella y… allí estaba la poción.

En ese momento apareció ante él el Sol, iluminando toda la cueva con gran resplandor y le dijo:

-Bébete la poción y podrás tener un bonito planeta. Obedeció y en ese momento se creo un gran esplendor y se convirtió en el nuevo sol.

Y ahora, luce radiante en el cielo, iluminando a toda la Tierra.

 

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