LLAMADA
Carmen Martínez
EL ÚLTIMO HOMBRE DE LA TIERRA
El último hombre sobre la Tierra está sentado a solas en una habitación. Llaman a la puerta y fue a abrirla, un poco sorprendido, porque el era el único hombre en la Tierra. TOC, TOC; volvió a sonar la puerta.
-¿Quién es?- dijo el hombre, por si acaso era la muerte-si eres la muerte, vete.
-Ábreme y lo sabrás-dijo misteriosamente aquel ser desconocido.
El hombre fue a abrirle cuando el ser arrancó la puerta de cuajo. Era un ser con cinco o más tentáculos (que le servían de piernas), una lengua azul, el cerebro estaba flotando, ¡Era un extraterrestre!
El hombre no cabía en su asombro, estaba paralizado y con la boca abierta. Hubo un momento de silencio y al final dijo:
-¿Que…hace…usted…aquí…, si yo soy el único hombre de la Tierra?
-Usted mismo lo ha dicho, yo no soy de la Tierra soy de un planeta lejano a éste- dijo el extraterrestre, raramente usando el idioma de la Tierra-vengo aquí porque en mi planeta hay guerra y como todavía soy demasiado pequeño…
-Siento interrumpirle, -dijo Manuel, que es como se llamaba el hombre-pero, ¿cuántos años tiene?
-Tengo 49-el hombre al escuchar aquello casi se desmaya, porque en la Tierra con esa edad se iba a la guerra-para ir a la guerra hay que tener 106 años.
-¿¡CIENTO SEIS AÑOS!? Dios mío qué viejos.
-¿Cómo que viejos?, pero si el hombre más viejo de mi planeta tiene 1199 años- mientras hablaba, Manuel se desmayó- ¡Manuel, Manuel despierta!
A las 2 horas Manuel se despertó y vio que no había sido un sueño: el extraterrestre seguía allí.
-Como te iba contando hasta que te desmayaras, en mi planeta hay guerra y como todavía soy demasiado pequeño no puedo luchar. Y a cada joven nos han asignado un planeta para estar allí hasta que acabe la guerra- se paró un momento miró a su alrededor y al final dijo- aquí por lo visto también hay guerra, porque no hay nadie.
- No, aquí no hay guerra. Sólo la hubo y el planeta se quedo solitario, sólo quedo yo- dijo el hombre tristemente.
-Pues yo te traeré personas-el extraterrestre se dirigió a su nave y se fue, quedando como un héroe para Manuel- volveréééééééééééééé.
Pasaron los años y el extraterrestre no volvía, y Manuel se empezaba a mosquear. Cuando ya se iba a rendir apareció su amigo, el extraterrestre más musculoso que antes y mucho más guapo. Traía un montón de personas a su lado.
-¿Cómo lo has conseguido?-dijo el hombre asombrado por el gran número de personas que estaban allí.
-Tuve que luchar mucho y al final llegué al lugar donde estaban encerrados: el cielo. Allí me encontré con un buen hombre cuyo nombre era Jesús- al decir aquello Manuel lo miró como si fuese un dios porque había hablado con Jesús-le conté lo que te ocurría y me dejo llevarme a todo el pueblo. Ese tal Jesús debe ser un santo porque luego yo le pedí que me hiciera más guapo y me lo concedió. Tuve que pasar por muchas fatigas pero todo el tiempo estuve pensando en ti, y pude afrontar los miles de momentos tan difíciles. Y ahora que ya he cumplido mi misión me tengo que ir a mi planeta, que ya ha acabado la guerra.
-No, no te vayas-dijo Manuel llorando- tú has sido el único ser se ha preocupado por mí, el que me ha traído personas para el pueblo, para que yo no estuviese solo. Por favor quédate a vivir conmigo.
-Pero si aquí nadie me quiere-entonces al decir aquello miró a su alrededor.
-¡Eres nuestro héroe!-gritaba uno.
-¡Nos has devuelto a nuestra tierra!-gritaba otro.
-Ves, tú eres nuestro héroe tu me has librado de la soledad y a ellos les has devuelto la vida, quédate-dijo Manuel entre lágrimas de alegría.
El extraterrestre se dio cuenta de que Manuel había dicho la verdad, Manuel ya no estaba solo y los habitantes habían vuelto a su lugar.
-Manuel me quedó a vivir contigo porque tu eres mi mejor amigo, porque tu siempre has confiado en mi-dijo alegrado de si mismo el extraterrestre que fue a darle un abrazo a su nuevo compañero de piso.
Y así acaba la historia con Manuel viviendo con el extraterrestre, su mejor amigo.