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In Competentia

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Si decimos que el sistema educativo tiene una legislación inestable, estamos siendo muy generosos. Una de las grandes rémoras que tiene nuestra sociedad es, precisamente, la incapacidad política para escuchar a la sociedad y al futuro, y producir un marco educativo que permita aprovechar los vientos de cambio que llevan soplando desde hace 30 años y que nunca acaban de conseguir que la nave de la Escuela zarpe.

Revisando documentos de los 90 es cuando nos damos verdadera cuenta de que hay demasiada palabrería cambiante para arropar una realidad que la mayoría de profesores compartimos desde siempre. A todos nos gusta que nuestras enseñanzas "tengan impacto". Todos queremos que "nuestros" alumnos tengan las mejores oportunidades y estén lo mejor capacitados posibles. Todos queremos que la siguiente generación sea mejor que la anterior.

Primero fueron los estándares de aprendizaje, ahora las competencias... las que llenan la "jerga" ambiental en el mundo educativo. Más allá de esa "nomenclatura" subyace el hecho de que cada chico, cada chica, es una persona, compleja, en proceso de cambio activo, en búsqueda de sí mismo, en lucha contra todo y con necesidad de un apoyo -a veces un muro- que ayude o dirija esa energía. 

Cuando un alumno cruza las puertas de un aula en un instituto no aterriza en un entorno hostil. Llega a una "segunda familia", a veces una en la que pase casi más tiempo y vive acontecimientos más intensos que en la suya propia. 

Los profesores (uso el término como genérico para no enturbiar el texto pero evidentemente, incluye a las profesoras...) lo sabemos bien. Y en las aulas, cada año, desde siempre, ocurre "magia". Cada chaval, cada chavala... ¡crece delante de nosotros! Por eso esta profesión es un lujo. Asistimos a ese magnífica pirueta vital que convierte a un chiquillo en un joven que mira al futuro con seguridad.

Por eso, padres, madres, alumnos y alumnas, no nos preocupan los cambios legislativos. 

Siempre trabajamos desde la globalidad, viéndoos como personas e ilusionándonos con vuestros avances y preocupados por vuestros retrocesos. 

Nunca seréis una nota... Por mucho que nos exijan poneros una. Seréis ese proceso, esa energía en cambio constante, proyectada hacia una dirección que descubriréis en "la familia" que tenéis en la Escuela.

Dejemos la "incompetencia" para aquellos que no son capaces de encontrar las palabras adecuadas para entender el presente y explicar el futuro. 

Nosotros, profesores, padres, alumnos, tenemos mucho que hacer. Y siempre se basará en lo mismo. Vuestro bienestar. Independientemente de qué nombre nos digan que haya que poner a lo que hacéis, a lo que hacemos.

¡A por un nuevo curso, con ilusión!