La belleza de la comunicación entre los adultos y los bebés no deja de asombrarnos. No importa que el adulto o el niño sea una persona sorda u oyente. De manera natural surgen los ajustes y las estrategias para mantener una hermosa conversación llena de amor y entendimiento.
En el siguiente video (pinchad en la foto) podréis contemplar a una abuela sorda conversando con su nietecita de 9 semanas. No sabemos si la bebé lo es también o es oyente. No importa, pues lo que deseamos resaltar es el proceso armonioso y lleno de cariño que se produce entre ambas, el milagro de la comunicación y la atención compartida.
Fijaos en cómo se miran cara a cara. Es este el primer elemento básico para la que comunicación se dé. Los bebés vienen programados para sentir un vivísimo interés por los rostros de los adultos, y los adultos lo saben instintivamente. La mirada mutua es pues el primer elemento que nos hace seres humanos comunicativos.
Mirad también cómo la abuela le habla utilizando signos, con un ritmo pausado y siempre dentro del campo de visión de la niña. Cómo repite los signos, igual que nosotros repetimos la serie de palabras tiernas con nuestros bebes, con una amplitud más pequeña de lo habitual y dentro del espacio acotado por su cara.
Otro elemento que es básico para la construcción lingüística está en la atribución de intención comunicativa que hace la abuela a cualquier movimiento que la pequeña realiza con sus manos, al igual que nosotros atribuimos significado a los gorjeos de los bebés de esta misma edad. Y además le ayuda a aproximarse a un signo convencional tomando su mano y signando con ella sobre el cuerpo de la niña. Ella responde con un intento de imitación, muy primitivo, pero base para lo que luego vendrá.
Mas allá de estos pequeños detalles queremos proponeros sobre todo el disfrute de ese momento mágico que está desarrollándose ante nuestros ojos: dos seres, un adulto capaz que se adapta a uno tremendamente inmaduro pero con todas las capacidades intactas para interaccionar, y no importa cuál es el código que empleemos, lengua oral o lengua de signos, el milagro de la comunicación se produce impulsado por algo que es común a todo ser humano, el placer de compartir juntos de amor e intimidad.