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Visor

Dimensiones de la desertificación

3.3-  Pérdida de la biodiversidad

La humanidad está haciendo un uso tan abusivo e insostenible de los recursos naturales y de su riqueza biológica, que está socavando las bases de su propio desarrollo.

La pérdida de biodiversidad tiene un ritmo galopante. Tanto las personas que viven en la actualidad como las generaciones futuras están en riesgo a causa del deterioro de la riqueza biológica.

La naturaleza provee un amplia diversidad de servicios ambientales y recursos. Esta riqueza es vital para nuestra subsistencia, pues proporciona comida, ayuda a combatir o reducir las enfermedades y sirve, entre otras cosas, para mejorar la salud mental a través de una aproximación a los espacios verdes.

La humanidad obtiene actualmente más alimentos, energía y materiales que nunca. Sin embargo, la explotación de estos recursos se está haciendo a expensas de la capacidad de la naturaleza de seguir proporcionando materias primas que garanticen el bienestar futuro.

Está en juego calidad la calidad de vida, a no ser que se tomen medidas urgentes para revertir el declive de plantas, insectos y otros organismos vitales.

El 75% de los ambientes terrestres y el 66% de los ecosistemas marinos han sido severamente modificados, y la mayoría de ellos continúa sufriendo un proceso de degradación

3.4- Evitar la desertificación

La desertización fue el primer problema ambiental en ser considerado de carácter global. Su reconocimiento quedó formalizado en la Conferencia sobre Desertización de las Naciones Unidas (ONU), celebrada en Nairobi en 1977. Desde entonces, se ha puesto en manos del Programa para el Medio Ambiente de las Naciones Unidas (UNEP) la coordinación de un intento global de combatir el problema a escala global.

Algunas de las medidas locales son la restauración y fertilización de la tierra. Por ejemplo mediante la aplicación de abonos que se convertirá en humus y regenera la tierra con materia orgánica.

Combatir los efectos del viento construyendo barreras y estabilizado dunas de arena con especies de plantas locales es otra medida.
La reforestación para la fijación de la tierra que actúa como contraviento, ayudan a absorber el agua y a la fijación del suelo, además de ser sumideros de CO2 que ayudan a combatir el cambio climático.                                       
Practicas agrícolas sostenibles como conservación de la biodiversidad en la agricultura en contra de los monocultivos, técnicas de barbecho, plantación de cultivos mas adaptados a las condiciones locales.

En muchos países en desarrollo, el carbón vegetal es una fuente de energía importante. Para su producción, se necesitan grandes cantidades de madera, lo que puede acarrear la deforestación, la erosión y, finalmente, la desertificación. La explotación forestal sostenible y la producción eficiente de carbón de leña constituyen medidas preventivas para contrarrestar la desertificación.

Con la desertificación se empobrece el potencial natural del suelo; en otros términos, su productividad, variedad biológica y facultad de regeneración se reducen.

3.5- Nuevos retos energéticos

El desarrollo de las instalaciones de autoconsumo reducirá la dependencia de los combustibles fósiles, lo cual tiene a su vez un efecto positivo en la economía del estado y de los particulares al reducir el impacto de las importaciones de petróleo y gas en el conjunto de los precios.

Pero desde el punto de vista de la rentabilidad, se trata además de un punto y aparte.

Las empresas españolas del sector fotovoltaico están en disposición de contribuir de forma factible al objetivo propuesto, tienen la voluntad de invertir y convertir este proceso de transición energética en una oportunidad de generar riqueza económica, empleo y fomentar el desarrollo rural.

Además de la fotovoltaica, desde hace años se considera la posibilidad de autoabastecimiento con minieólicos híbridos. Generar energía en ciclos de 24 horas, por el día, fundamentalmente con la energía solar y por la noche con la energía eólica no es ciencia ficción.

Por otra parte, aún el 17% de la población mundial no tiene electricidad y casi el 40% utiliza métodos tradicionales para cocinar o calentarse, con grave riesgo para la salud. Por eso, uno de los objetivos para la ONU es llegar a 2030 y que el 100% de los hogares puedan acceder a ella con facilidad.

Aranea García Gómez 4A