Blogs Blogs

Entradas con etiqueta educación de los hijos .

Cómo educar a los hijos

En relación a la educación de los hijos podemos reflexionar sobre la importancia de fomentar en los hijos la autonomía. Ser autónomo supone gozar de una libertad responsable, esta potestad es uno de los mayores dones que podemos brindar a nuestros niños. Sin embargo, existen ciertos obstáculos que se interponen en su búsqueda, siendo la sobreprotección y el libertinaje los extremos más representativos. Los temores exagerados son tan perjudiciales como la ausencia absoluta de ellos y el dejar hacer sin límites expone a los pequeños a una realidad escasamente manejable.

Desde el primer año de vida ellos pueden comenzar a realizar ciertas acciones por sí solos. Estos logros les otorgan seguridad y confianza en sus capacidades, bases fundamentales para afrontar con éxito los aprendizajes venideros. La autonomía también favorece la relación con los padres y puede construirse mediante el ejercicio progresivo de habilidades y competencias sencillas que adquirirán mayor complejidad con el paso del tiempo. ¿Cómo ayudar a nuestros hijos a alcanzar esta independencia? ¿Cuál debe ser nuestra actitud frente a los nuevos retos? (Más información en http://vadeniños.com/coaching/como-educar-a-un-hijo/)

Consejos para padres que desean formar hijos autónomos

En primer lugar, es fundamental tener en cuenta que los niños aprenden por imitación. De nada valen los discursos bien intencionados ni los sermones si el ejemplo de los adultos no es el sustento de los hábitos que se quieren inculcar en los pequeños. Los padres son espejos en los que los hijos se miran y durante la niñez, fundamentalmente, los modelos de personas a las que ellos anhelan parecerse. Lo mismo ocurre con los maestros en la escuela, quienes también desempeñan un rol primordial, estimulando el desarrollo de la autonomía en sus alumnos.

Todo proceso de enseñanza requiere de tiempo y paciencia. Si se quiere fomentar la autonomía, es importante permitir que los niños asimilen las nuevas rutinas –como asearse solos o guardar sus juguetes- sin prisas y de manera imperfecta, especialmente durante los primeros intentos. Si los adultos terminan realizando las tareas asignadas a los niños porque lo hacen más rápido y mejor, entonces estarán limitando las oportunidades de impulsar la autonomía.

Sin constancia y regularidad es imposible promover habilidades de independencia ni de ningún otro tipo. Los hábitos se desarrollan por repetición y deben ser sostenidos y reforzados en el tiempo. Si un día se practican ciertas acciones que al siguiente no tienen validez, las buenas costumbres se transforman en impulsos caprichosos, generando confusión y falta de responsabilidad. La consistencia es esencial. Disminuir la ansiedad y esperar que el niño solicite nuestra ayuda, si le resulta necesaria, es una medida inteligente. No es recomendable ofrecer asistencia de inmediato cuando se trata de una actividad que el pequeño puede ejecutar por sí mismo.

Igual recomendación es aplicable cuando se trata de cuestionamientos y preguntas que los hijos formulan. Es un excelente ejercicio permitir que reflexionen y ensayen sus propias respuestas, evitando brindar de manera automática una solución a sus dudas. Facilitar excesivamente el contacto de los pequeños con diferentes aspectos de la realidad entorpece el desarrollo autónomo del pensamiento y el desenvolvimiento de sus facultades. Es muy importante destacar cada uno de los logros que los hijos van alcanzando durante la conquista de la autonomía. Por otra parte, aquellos retos que no han podido ser resueltos con éxito deben ser analizados junto a ellos, de modo de descubrir los errores y buscar nuevas alternativas para conseguir el objetivo.

Existen, lamentablemente, numerosas situaciones en las que los adultos decretan por anticipado que los niños nunca podrán realizar tal o cual cosa que en realidad sí es abordable de acuerdo a la edad y a las capacidades adquiridas. Estas apreciaciones negativas provocan un fuerte impacto sobre la seguridad y la confianza de los pequeños en sus propias posibilidades. Los temores paternos suelen erigirse en grandes obstáculos a la hora de fomentar la independencia de los hijos. Muchos de los miedos experimentados por los adultos son trasladados a los niños, ocasionando consecuencias indeseadas. Este sentimiento requiere de una administración equilibrada: mientras que la prevención razonable ayuda a crear una protección saludable, que también debe ser aprendida, el miedo exagerado provoca desconfianza e inseguridad, emociones perjudiciales para la construcción de la autonomía. .