Dada la importancia que en estas edades adquieren el ritmo y el proceso de maduración, la intervención educativa debe contemplar como principio la individualidad y la diversidad del alumnado, adaptando la práctica educativa a las características personales, necesidades y estilo cognitivo de los niños y las niñas.

Se pondrán en marcha una serie de estrategias de acogida e integración de los alumnos y alumnas de nuevo ingreso en el centro.

Se diseñarán programaciones abiertas y flexibles que, al llevarse a la práctica, permitan acomodar el proceso de enseñanza a las necesidades y características de cada niño/a.

Estableceremos de forma consensuada con los alumnos las normas de clase. Dialogaremos con ellos sobre la necesidad de cumplir las normas establecidas a nivel de centro.

Observaremos al alumnado para conocerlo, para detectar y prevenir sus posibles dificultades de aprendizaje, tanto a nivel grupal como individual.

Se aplicarán las medidas de atención a la diversidad tanto de ampliación como de refuerzo que se crean oportunas.

Pondremos en práctica estrategias de modificación de conductas disruptivas. Utilizaremos el refuerzo positivo para las actitudes apropiadas.

Trataremos los conflictos individuales y grupales mediante el diálogo y juegos de socialización.

Se creará y se mantendrá un ambiente adecuado para la correcta convivencia entre alumnos, promoviendo actitudes que fomenten valores positivos.

Solicitaremos las evaluaciones psicopedagógicas siguiendo el protocolo establecido, cuando se considere necesario.

Intercambiaremos información entre las tutoras y el resto de especialistas sobre alumnos y alumnas de forma individual y en especial sobre alumnos y alumnas con NEE. o con conductas disruptivas. Confección y seguimiento de ACIS, en su caso.

Se llevarán a cabo reuniones periódicas con las profesoras de PT y AL.

Aumentaremos el uso de las nuevas tecnologías con los alumnos, utilizándolas como motivación y como ayuda para la consecución de los objetivos.