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Visor

Crítica de Perfectos desconocidos

Por Alicia Calvet

Álex de la Iglesia logra realizar, con Perfectos desconocidos, una de las mejores películas del año 2017.

¿Imaginas como sería descubrir que no conoces a un amigo con el que has compartido media

vida? ¿O descubrir que tú pareja no era la persona que tú creías? O peor, ¿qué ellos descubrieran

tus secretos más oscuros? Esta es la idea que se nos plantea en la nueva película del consagrado

director español, Álex de la Iglesia, Perfectos Desconocidos, un remake de la película italiana de

2016, Perfetti Sconosciuti, de Paolo Genovese.

En ella, un grupo de amigos, que se conocen de toda la vida, quedan una noche para cenar en

casa de uno de ellos. En un intento de evitar el aburrimiento, deciden jugar a un juego inventado,

que consiste en poner sus móviles encima de la mesa y todo lo que reciban (mensajes, llamadas,

fotos, vídeos, etc) tendrá que ser escuchado y leído por todo el grupo. Pero lo que ellos no saben

es que lo que comienza siendo un inocente juego, acabará convirtiéndose en algo inesperado,

todo ello bajo el efecto de un mágico eclipse de luna roja o “luna de sangre” que se rumorea

que vuelve loca a la gente.

Una película muy distinta a las que nos tiene acostumbrado Álex de la Iglesia (El Día de la Bestia,

La Comunidad, Las Brujas de Zugarramundi) que suelen ser más violentas y transgresoras. En

mi opinión, esta película sigue teniendo esa violencia característica de Álex de la Iglesia, pero

expresada de forma no tan explícita, sino más subliminal. La podemos observar, no tanto en las

acciones de sus personajes, como en sus conversaciones, ya que en esta película se tratan, no

solo cuestiones vinculadas a la historia principal, sino muchos otros temas de actualidad que no

siempre se pueden tratar libremente debido a que son considerados tabú.

El principal objeto de crítica a tratar es la hipocresía humana, la falsedad de las personas y la

incapacidad de ser sinceros los unos con los otros y, sobretodo, con uno mismo. Ese miedo a

revelar nuestros auténticos deseos y sentimientos, nuestro verdadero yo, y las consecuencias

que puede acarrear el hecho de tras mucho tiempo de esconderlos, por fin sacarlo a la luz.

Además de ello, se tratan muchas otras cuestiones, como es algo normal en una cena entre

amigos, como: la infidelidad, la homosexualidad, las nuevas tecnologías y la privacidad que ellas

nos arrebatan, la importancia de la comunicación entre los miembros de una familia, la violencia

de género, etc.

Me parece una idea maravillosa que la estrategia por medio de la que consiguen tratar tantos

temas de tanta importancia sea una cena entre amigos, mediante la cuál se desarrollan las

conversaciones entre los personajes en las que aportan sus distintos puntos de vista, en donde

el espectador al menos puede verse reflejado en uno, permitiendo así también, que el

espectador se sienta como un comensal más en esta extravagante cena. Por otra parte, la

manera tan natural con la que se tratan, hace que impacte más al espectador y que se reflexione

mejor sobre los temas en cuestión.

Los personajes, a mi parecer, están muy bien elaborados. Tiene mucho carácter y, a pesar de ser

muy distintos, tienen una fuerza y una intensidad que encantan al espectador, lo que hace difícil

coger manía a alguno, lo que también está debido a su tremendo ingenio y capacidad de hacer

estallar en carcajadas al espectador. La elección de los actores no podía haber sido de mejor

calidad: Una imponente Juana Acosta, un divertidísimo Ernesto Alterio, una dulce Dafne

Fernández, un superficial Eduardo Noriega, un impactante Pepón Nieto y una espectacular e

impresionante Belén Rueda.

El gran valor de esta película reside en la capacidad que tiene para cautivar, impresionar,

perturbar, hacer flexionar y reír a carcajadas con únicamente siete personajes y un único

escenario (la casa donde se celebra la cena y la terraza que los conecta con el mundo exterior y

la luna de sangre) que llevan el peso de la película durante 96 minutos.

Esto demuestra que, para que una película sea buena, no necesita grandes presupuestos,

muchos escenarios, caros efectos especiales, gran cantidad de actores conocidos y muchas

horas de post-producción. Simplemente se necesita una buena historia que merezca ser

contada, unos buenos actores (conocidos o no) que la vivan y sean capaces de contarla, y un

buen director que, con su cámara, la pueda transmitir.

Considero que es una de las mejores películas del año 2017 porque plantea los valores de la

intimidad y la confianza. Resalta la evidencia de que todos tenemos secretos que esconder y

que, a veces, preferimos fingir no ver la verdad y continuar con nuestras mentiras rutinarias

Recomiendo intensamente que todos vayáis a ver esta obra maestra que seguro que removerá

muchas conciencias y es probable que tiente a más de uno a probar el mismo juego, o, en su

defecto, a hacer una limpieza profunda en sus móviles.

Os invito a que toméis asiento y disfrutéis de una cena única e inigualable, en la cual el primer

plato son las sorpresas.