
Uno de los retos para las sociedades actuales en las que la diversidad se ha convertido en un hecho creciente es cómo superar el rechazo o el miedo al diferente, cómo impulsar la cohesión social y el respeto a las diferencias, en definitiva, cómo construir sociedades más inclusivas. La inclusión se convierte, así, en condición de posibilidad de la sociedad y de la educación, que solo puede entenderse como parte de aquella. Los procesos de equidad dentro de la escuela dependen de los procesos económicos, culturales o sociales que se dan fuera de la misma y, al mismo tiempo, contribuyen desde la educación en valores a su estímulo; la educación inclusiva es parte de la sociedad inclusiva. Desde esta perspectiva sistémica, desde esta ecología de la equidad, el reto de la inclusión nos afecta como ciudadanos y como educadores.
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