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Visor

Entrevista a Pedro Uruñuela

Pedro, eres miembro de la junta directiva de la Red Española de Aprendizaje-Servicio, ¿en qué consiste la actividad de esta asociación?

La red nace por la necesidad de mantener un contacto y de ayudarnos unos a otros en las distintas comunidades autónomas. El aprendizaje-servicio empezó a trabajarse primero en Cataluña y luego en el País Vasco, luego nos fuimos incorporando otras comunidades.  Madrid no sé si fue la tercera o la cuarta.  Al principio éramos pocos y necesitábamos tener una estructura mínima de apoyo para compartir experiencias, para compartir materiales y para organizar las Jornadas Estatales de Encuentro de Aprendizaje-servicio, que venimos haciendo ya 8 años. No queremos ser una asociación pesada ni que la Red sea algo pesado, algo que la energía se nos vaya en mantenerlo, en mantener una infraestructura, una burocracia, etc., sino una red de apoyo y de encuentro. ¿Qué hacemos? Pues además de esto la actividad principal es la convocatoria de los premios de buenas prácticas en aprendizaje-servicio, de los que ya hemos hecho la 2ª edición y en Gijón, el viernes que viene, entregaremos los premios a todos los galardonados.

Hay dos centros de la Comunidad de Madrid entre los seleccionados, ¿no es así?

Si, uno es el primer premio de secundaria, el I.E.S. Miguel Catalán, por un proyecto concreto que es “Generación Inter”. El Miguel Catalán es un instituto con una tradición de muchos años, yo creo que lleva más de 15 años trabajando temas de convivencia, trabajando figuras como el alumnado ayudante o la mediación. Yo les conozco, he estado varias veces en el centro y me han comentado muchas veces que ellos llegan al aprendizaje-servicio como la culminación del trabajo en convivencia.  Decían “estamos trabajando en temas de convivencia, pero tenemos que salir hacia el exterior”, y una idea que yo muchas veces repito y remarco es que convivir no es solamente relacionarnos con nosotros y con otras personas, sino que es también relacionarnos con el entorno y dejar una sociedad mejor. En estos momentos en el I.E.S. Miguel Catalán hay en marcha 22 proyectos de aprendizaje-servicio, es decir, es una manera de trabajar que está incorporada plenamente a su proyecto educativo y que ha demostrado que es útil y sobretodo compatible con el currículum que tenemos,  puede compatibilizar muy buenos resultados académicos y muy buenos resultados personales.  

El otro centro es el IES  Marqués de Santillana, de Colmenar Viejo. Nos muestra otra cara que es también muy interesante del aprendizaje-servicio, que es cómo a través de esta metodología puedes recuperar a alumnos que están, si no prácticamente perdidos, sí que están en una situación académica muy mala, muy difícil y a través de esta metodología consigues que se integren, que vuelvan a la práctica y a los hábitos de estudio y se recuperen como personas, esto es lo primero que se recupera; y en segundo lugar les permite poder continuar estudios, presentarse a las pruebas para graduado, a las pruebas específicas de ciclo formativo de grado medio, etc. Por lo tanto, son las dos caras, porque tampoco hay que pensar que solo vale el aprendizaje-servicio para los alumnos en dificultad, vale para todos, pero a la vez sirve para recuperar a estos chicos porque encuentran sentido a lo que hacen, ven que lo que están aprendiendo lo pueden aplicar para ser útiles a los demás.  En el Marqués de Santillana lo han hecho los alumnos y alumnas de las Aulas de Compensación Educativa Externa, ACE,  y han aplicado lo que estaban aprendiendo allí a un colegio de integración y educación especial para fabricarles unos materiales que necesitaban.

Te referías ahora mismo a esa necesidad de que los alumnos proyecten más allá del centro su actividad, no solo para profundizar en su conocimiento sino para poder asentar un compromiso de transformación social. La verdad es que la educación, que pretende asumir ahora el reto de una educación para todos y a lo largo de la vida, se encuentra con la dificultad de que la escuela pueda afrontar ella sola este objetivo. ¿En qué sentido el aprendizaje-servicio facilita que la escuela salga, que los alumnos puedan encontrar más allá de la escuela ámbitos de aprendizaje?

De varias maneras y por varias razones. En primer lugar, un proyecto de aprendizaje-servicio nace siempre de la detección de una necesidad, una necesidad social, que muchas veces está fuera del entorno del centro, del instituto o del colegio.  Otras veces es dentro del propio centro, o sea, si tú has detectado, por ejemplo, un número importante de alumnos y alumnas inmigrantes que llegan empezado el curso y que por lo tanto se encuentran solos, tienen que incorporarse a un mundo completamente distinto, montas un servicio con los propios alumnos del instituto que responde a una necesidad interna.  Cuando tú detectas una necesidad social encuentras que ya hay personas y que hay asociaciones o instituciones que están trabajando en ese campo. Te pongo el ejemplo típico, muchos alumnos y alumnas detectan que hay un problema respecto de la donación de sangre, la carencia de sangre es algo endémico en todos los hospitales, y ven a lo mejor que un compañero o compañera tiene a la madre, al padre, a los abuelos que no les pueden operar porque no hay sangre de su grupo.  A lo mejor ven que tienen una patología, por ejemplo, un linfoma o una leucemia, que necesita una transfusión de determinadas células sanguíneas o de plasma para evitar las hemorragias o de leucocitos para evitar las infecciones, y ven que no hay, y dicen ¿qué podemos hacer en respuesta a esa necesidad? Lo primero que ven es que está trabajando el Banco de sangre, Cruz Roja, la asociación de donantes, etc.,  y entonces se pone en contacto con las asociaciones.  Quien va a dirigir y coordinar todas las acciones va a ser fundamentalmente el profesor o la profesora que está al frente de ese proyecto, pero contando con la aportación de otras personas.  Nosotros, cuando ponemos en marcha un proyecto de aprendizaje-servicio, partimos de que el alumno, el niño, la niña o el adolescente tienen su edad, tienen sus limitaciones, pero son ya ciudadanos que a su nivel, pueden hacer y pueden contribuir a solucionar cosas del entorno, es decir, que no tienen que esperar a ser mayores de edad, sino que siendo niños pueden también ir desarrollando este sentido prosocial, este sentido de que hay problemas y yo tengo que contribuir a solucionarlos.  Es la idea moderna de ciudadanía que no solamente es reivindicar unos derechos, cosa que es normal porque somos ciudadanos y sujetos de derecho, si no seríamos súbditos, sino que ser ciudadanos es también contribuir a la comunidad, y yo contribuyo en la medida que puedo, por ejemplo, consiguiendo que aumente el 15% el número de donantes de sangre de ese hospital porque hago una campaña en la que participa todo el instituto en colaboración con Cruz Roja o en colaboración con el Banco de sangre.  El alumno vive determinados valores como puede ser la solidaridad, el compromiso, la responsabilidad hacia lo que no es estrictamente mío personal y de mi familia; si eso se empieza a trabajar desde niño puedes ver los frutos más adelante. Tú sabes que solo se asimilan los valores si los vives y reflexionas sobre esas vivencias.

Eso decía Aristóteles cuando definía la virtud “somos lo que hacemos reiteradamente”

Es importante crear hábitos. En la Revista Convives, el número que vamos a publicar en diciembre está dedicado monográficamente al aprendizaje-servicio, y la primera experiencia que vamos a poner es “hagamos un león”.  La desarrollan chicos y chicas de 5 años.  Empiezan cuando tienen 4 años y preparan una figura de un león porque se van a convertir en padrinos y madrinas de los que entran nuevos, con 3 años. Les van a acompañar y para identificarlos les dan un león, es decir, que ya desde pequeños empiezan a tener este planteamiento de ayuda y de servicio a los demás.

Entiendo que hay dos ejes muy marcados en esta propuesta del aprendizaje-servicio, por un lado, el aprendizaje competencial y por otro la transformación social, que no es una forma más de voluntariado. ¿No es así?

Es algo más que un voluntariado. El aprendizaje-servicio une dos cosas que tradicionalmente han estado siempre separadas, por un lado, el voluntariado, por ejemplo tú puedes apuntarte a una asociación y recoger alimentos, en el Banco de alimentos o lo puedes hacer un día puntual ahora en Navidad, vas a la puerta del mercado y en lugar de irte al cine dedicas la tarde a recoger alimentos, es una acción voluntaria que está muy bien.  A la vez, en los institutos, en los colegios se hacen estudios de campo, se hacen investigaciones.  ¿En cuántos colegios no han hecho desde la asignatura de conocimiento del medio o desde ciencias naturales un estudio de su entorno para ver la flora, la fauna, para ver características del medio ambiente, etc.?  Si unes las dos cosas en un mismo proyecto, se refuerzan mutuamente. El voluntariado se enriquece, aprendes cosas a la vez que haces ese servicio a la comunidad y, además, te estás formando porque quieres dar un buen servicio y sabes que para ello necesitas saber unas determinadas cosas. No solamente son aprendizajes estrictamente académicos. Evidentemente, no es lo mismo explicar la sangre desde una perspectiva de conseguir donantes o que te empiecen a hablar de los tipos de leucocitos, entonces terminan olvidándosete. Sin embargo, si tú lo ves desde un punto de vista práctico, se te graba mucho más, lo aprendes, tiene sentido, etc. Nosotros hemos sido profesores, sabemos que hay dos preguntas claves que nos hacen los alumnos: ¿esto entra para examen? y en segundo lugar la pregunta más habitual ¿esto para qué me sirve? ¿esto por qué tengo que estudiarlo?

En el aprendizaje-servicio ven que esto es útil, y que aprendemos mas, por ejemplo, cuando explicamos a otros las cosas.  Algunas chicas que están estudiando el ciclo formativo de cuidados auxiliares de enfermería de grado medio dan unas clases a las mujeres, generalmente latinoamericanas, que están atendiendo a los abuelos y abuelas con todo el cariño y la mejor voluntad del mundo, pero sin ningún conocimiento científico.  Realizan una actividad de aprendizaje-servicio que consigue que tengan nociones de cómo deber ser la higiene de la persona mayor, cómo tiene que ser la alimentación, en qué consisten los cuidados posturales para evitar las úlceras por decúbito, etc. pero además mejoran enormemente el aprendizaje del currículo de su especialidad.

Además de esa funcionalidad de lo aprendido, que permite la metodología de aprendizaje-servicio, hay otro componente muy importante que es la autorregulación del aprendizaje, lo que llamamos aprender a aprender ¿En qué sentido el aprendizaje-servicio favorece esa metacognición en los alumnos?

Nosotros cuando evaluamos el proyecto previamente miramos qué tipos de aprendizajes están recogidos en él, normalmente aprendizajes académicos, se recogen valores y tienen que incluir aprendizajes de competencias.  No solamente las que recoge la ley, las básicas o las clave, sino las competencias personales, el autocontrol, la autorregulación, la continuidad en el esfuerzo, el saber diferir la recompensa, entre otras.  Esas competencias interpersonales, como aprender a tener paciencia, las desarrollan los chavales que son por ejemplo padrinos de lectura de los pequeños de primero de primaria, que ven que no se pueden enfadar con el niño, que le cuesta aprender…etc. Entonces, ¿en qué insistimos para que aprendan a aprender?  En un mecanismo que consideramos clave que es la reflexión.  En todo proyecto de aprendizaje-servicio tiene que recogerse cómo vamos a reflexionar sobre lo que estamos haciendo, para que vean si es adecuado, si no es adecuado, si lo estamos haciendo bien, qué dificultades han surgido, porqué una cosa que yo creía que iba a enlazar perfectamente con el público no está teniendo esa acogida y esa recepción, etc.  Yo creo que la reflexión es imprescindible, no se aprende solo por la experiencia, se aprende reflexionando sobre la experiencia.

Incluso a veces equivocándose, ¿no es así?

Equivocándose. Es una discusión que tengo muchas veces con compañeros, no por tener más años de práctica has aprendido más. Has aprendido si has sido capaz de reflexionar, ver en lo que has acertado, ver en lo que tienes dificultades, ver en lo que tienes que mejorar, etc. Y eso es una herramienta en la que insistimos mucho en los proyectos de aprendizaje-servicio.

En un proyecto de aprendizaje-servicio ¿qué fases podríamos diferenciar? ¿Cómo comienza y cómo se desarrolla el proyecto de aprendizaje-servicio?

Nosotros hablamos siempre de dos previas y tres más, que son el núcleo del proyecto. Las dos previas son muy elementales.  

La primera fase es, nos aclaramos nosotros, nos aclaramos en el centro, nos aclaramos los profesores y profesoras, dentro de nuestros planteamientos educativos, dentro de los proyectos que queremos desarrollar ¿qué queremos hacer? ¿qué necesidad hay? ¿en qué nos gustaría trabajar?, etc. Por ejemplo, ahora están saliendo muchas cosas en relación con los refugiados y la problemática de los refugiados, ¿qué podemos hacer? ¿qué queremos hacer?  Hay muchas maneras:  te pones en contacto con otra gente, ves qué proyectos hay por ahí, puedes copiar un proyecto, adaptarlo a tu centro, puedes incorporarte a una iniciativa que esté haciendo una organización, por ejemplo, Save The Children incorpora a muchos chavales y a muchos centros a las acciones que tiene programadas. Puedes, en tercer lugar, hacer un proyecto de nuevo, absolutamente inventado.  

Entonces, una vez que nos hemos aclarado viene el segundo paso, ¿cómo vamos a motivar a los alumnos y alumnas? Es decir, esto no es un proyecto nuestro, es un proyecto que tiene que ser de los alumnos y que tiene que contar con su participación. Didácticamente todos tenemos recursos, todos tenemos medios para hacer que el alumno descubra la importancia de esa necesidad. De alguna manera vamos dirigiendo al alumno, tú le haces pensar, le haces reflexionar, le pones en contacto, a lo mejor pones una película o pones un vídeo, traes una noticia del periódico, cuentas la historia que está pasando a un compañero de clase, entonces los chavales lo descubren y comenzamos a hacer el proyecto.  Nos hemos aclarado nosotros, se han aclarado los alumnos y alumnas y entonces entramos en el proyecto.

Diseñamos un proyecto en la tercera fase como se planifica una enseñanza basada en proyectos. El proyecto parte de aplicar el método científico al diseño, ¿qué vamos a hacer? ¿qué hipótesis tenemos? ¿qué vamos a averiguar? ¿qué vamos a investigar?, etc.  En éste caso ¿a qué necesidad vamos a responder?, etc. La respuesta nos lleva a decir ¿por qué lo consideramos importante? ¿para qué? ¿cuáles son los objetivos que nos planteamos? ¿con qué acciones lo vamos a realizar? ¿a quién van a estar dirigidas? ¿cómo? ¿cuándo? ¿dónde?, lo que es la planificación normal.  

La cuarta fase es llevarlo a la práctica y establecer formas de revisar, porque un proyecto, por más bien que lo hayas pensando y por todo lo que te hayas esforzado, siempre tiene lagunas, y el choque con la realidad te exige cambiar cosas, adaptarlas, etc.

La quinta fase, que es clave, es la evaluación y la celebración. Tienes que ver qué resultados has alcanzado, tienes que ver cómo ha funcionado el proyecto, qué fases ha tenido buenas, cuándo ha tenido crisis, tienes que evaluar cómo hemos colaborado con la asociación que se ha incluido en ese proyecto, tienes que evaluar qué cosas mejorarías y si es sostenible, o sea, si responde a una necesidad puntual o se pueden incorporar alumnos todos los años a ese proyecto.  Después de ese quinto punto de evaluación estaría la celebración, es decir, reconocer a los chavales las cosas buenas que han hecho y decirles “tenéis mucho mérito por lo que habéis hecho y os lo vamos a reconocer haciendo una fiesta o va a venir tal autoridad educativa o tal autoridad municipal y os van a entregar un diploma, etc.  

Se me ha olvidado antes una cosa que es importante y que es una de las claves del éxito del Miguel Catalán. Aunque tú diseñes, dirijas y seas el coordinador del proyecto, el papel que puede jugar la asociación o la institución colaboradora, por ejemplo, el ayuntamiento, que muchas veces proporciona nichos de trabajo o campos en los que se puede aplicar.  Porque su trabajo permite de alguna manera que el profesor o profesora que hace el proyecto no tenga una carga adicional de horas a su tiempo lectivo. De vez en cuando, a lo mejor, deberá tener alguna reunión por la tarde, pero que la responsabilidad está bien repartida, está bien organizada. Tú tienes tu trabajo y haces tu trabajo, pero además confías en la responsabilidad de lo que tiene que hacer la institución, el ayuntamiento o la organización con la que el centro colabora.  A partir de ahí sale el proyecto adelante.

Creo que nos ha quedado una visión completa de la idea del aprendizaje-servicio. Una pregunta más, ¿qué peso tiene la emoción en esta propuesta de aprendizaje?

Es importante que despierte emociones positivas y despierte, por lo tanto, interés y evite el rechazo.  Que despierte las ganas de trabajar en un determinado campo es clave y es fundamental, en ese sentido, yo creo que hay que cuidar en esa segunda fase hacer una cosa emocionalmente muy atractiva, que les guste.  Goethe decía que solo se aprende lo que se ama. Una cosa que ahora la neurociencia ha superdemostrado.  Hay un error que tenemos que evitar siempre y es que el servicio que proponemos no supere las capacidades del alumnado. Tienes que tener mucho cuidado de no pedir a un chaval de 12 años que atienda a un enfermo mental, por ejemplo, porque ha de tener una madurez que todavía no tiene.  Pero, por lo demás, es darle sentido positivo a lo que están haciendo, que no es llegar allí y decir vamos a estudiar los componentes de la sangre, sino decir “es que la sangre es muy importante, por esto, por esto, y yo quiero comprometerme” ¿cómo puedes comunicarte para convencer a tu vecino de que se haga donante de sangre o para convencer a tu padre o a tu tío de que se pueden apuntar? Es entonces cuando encuentran el sentido de para qué vale el aprendizaje y emocionalmente lo viven de forma muy positiva.

Pedro Uruñuela Pedro Uruñuela