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Visor

Entrevista a Sabino Méndez Ramos

PRESENTACIÓN:

Les invitamos a conocer las opiniones de Sabino Méndez Ramos a través de la entrevista realizada por el equipo de redacción de la revista DEBATES del Consejo Escolar de la Comunidad de Madrid. En ella podemos descubrir lo que el compositor, escritor y productor piensa acerca de temas tan conocidos dentro del mundo de la cultura como: los derechos de autor y la educación, el dialogo y la convivencia, la libertad de expresión,  el respeto o la corrección política, la cultura, la educación y el rock’n’roll e incluso las relaciones padre-hijo.

 

Sabino Méndez Ramos (Barcelona, 1961), es compositor, guitarrista, escritor y productor musical. Formó parte de Loquillo y los Trogloditas y, entre sus obras, constan composiciones como “Cadillac Solitario”, “El Ritmo del Garaje”, “El Rompeolas” y tantas otras que forman parte de nuestro imaginario musical.

Sabino se licenció en el año 2000 en Filología Hispánica por la Universidad de Barcelona y desde entonces ha escrito libros claves para entender la historia del rock’n’roll español como “Corre, rocker: crónica personal de los ochenta”, “Limusinas y estrellas: medio siglo de rock” y otros como la antología de escritoras femeninas “La vida escrita por las mujeres” de editorial Lumen o la novela “Literatura Universal” en Anagrama. Además, escribe habitualmente en La Razón y colabora en Onda Cero, entre otros medios.

Sabino Méndez fue portavoz de la junta directiva de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) formando parte de la gestora que hubo entre julo de 2011 y abril de 2012 y, actualmente, es el Vicepresidente de Pequeño Derecho de la SGAE. Es un gran defensor de los derechos de autor, comprometido con ellos, como se compromete e implica con todo lo que hace en su vida.

 

LOS DERECHOS DE AUTOR Y LA EDUCACIÓN

 C.E.C.M.:

Los derechos de autor protegen las producciones intelectuales, sea música, pintura o producción literaria. En el caso de la educación, afecta de lleno a la producción académica, los libros de texto, los recursos que deben utilizar los alumnos, etc. En el IES Isabel La Católica (Madrid) teníamos un profesor que nos explicaba que los derechos de autor eran como el estatuto de los trabajadores de la cultura y que aseguraban una vida digna a los creadores. ¿Estás de acuerdo con esta afirmación? ¿Qué cambios crees que han supuesto el reconocimiento de los derechos de autor y la propiedad intelectual en la cultura?

 S.M.R.:

Por supuesto que estoy de acuerdo. Es innegable. Los derechos de autor son lo que nos permite a los creadores artísticos tener unos ingresos que nos permitan vivir mientras preparamos la próxima obra y no tener que abandonar nuestra profesión para trabajar en otra cosa de cara a pagar el alquiler y la comida. Sin una base financiara mínima, la cultura es inviable. El gran cambio que reconoció este hecho y sacó a los artistas de ser unos meros bohemios, para darles la oportunidad de tener una vida como la de los demás, fue el reconocimiento de los derechos de autor. Por ese reconocimiento a nivel internacional lucharon autores importantísimos a lo largo de toda su vida; hombres como Turgueniev, Dickens, Zola. Que estuvieran de acuerdo mentes tan señaladas nos debería indicar ya algo. Se consiguió al fin ese reconocimiento en el convenio de Berna del siglo XIX que es la base del derecho internacional sobre propiedad intelectual hoy en día. Pero ya se llevaba entonces cien años reclamándolos desde la declaración de derechos humanos de un siglo antes.

C.E.C.M.:

 Cuando fuiste portavoz de SGAE, entre 2011 y 2021, la entidad venía de momentos muy complicados, contaba con poca popularidad. Además, la sociedad se debatía entre aquel “ponerle puertas al campo” y las descargas libres o el respeto a los derechos de autor y a la creación, etc. ¿Cómo crees que es hoy la situación? ¿Crees que la sociedad entiende el papel de la SGAE y de las otras entidades de gestión de derechos? ¿Somos conscientes los ciudadanos del papel que jugáis?

 S.M.R.:

 LA SGAE, en la medida que es la entidad que recoge los derechos de autor y distribuye su pago según la ley, es mirada por muchos con antipatía, como si fuera un ministerio de Hacienda o algo así. Pero lo cierto es que luego vas a sus oficinas y hay un personal muy amable que atiende a los socios, quienes son todos autores necesitados de apoyo y con un panorama laboral muy esforzado e inseguro (más ahora con el covid).

La principal importancia de SGAE es lo que representa: la idea de gestión colectiva. Cada uno de los autores difícilmente podemos ir individualmente de emisora de radio en emisora de radio, cobrando lo que nos han de pagar por ley cada vez que suena una de nuestras canciones, no nos daría de sí la vida, ni nos quedaría tiempo para seguir tocando; pues son tantas y en tantos sitios que ocuparían todo nuestro tiempo. Así que, hace un siglo, nos unimos todos los autores de España en una sociedad a la que encargamos de especializarse en esa función. En todos los países aparecieron esas entidades de gestión colectiva y han sido la gran solución. En unos países son organismos públicos, en otros mixtos y, en algunos, sociedades privadas. En España el sistema legislado fue el segundo de los tres, el sistema mixto. Pero el ciudadano desconoce generalmente todos estos detalles complejos y percibe a la SGAE como un mecanismo simplemente recaudador sin saber de su función de reparto y ayuda.

 C.E.C.M.:

 Si en una clase, en un examen, no se puede copiar, tampoco se debería poder copiar en las redes. ¿Cómo explicarías a un niño, a uno de nuestros alumnos, que debe respetar los derechos de autor?

 S.M.R.:

 Sí deseas y esperas que se respete tu trabajo, lo primero que hay que hacer es respetar también el trabajo de los demás. Ese es el pacto sobre el que se asienta toda la sociedad y la civilización: el respeto mutuo. Si de cada trabajo que hiciéramos llegara alguien luego y se lo llevara sin pagarnos nada, nadie emprendería ningún trabajo porque no valdría la pena el esfuerzo. ¿Para qué, si luego de tanto gasto y esfuerzo nos lo van a quitar y no vamos a poder beneficiarnos de él? En un mundo así, nadie se esforzaría ni haría nada y no progresaríamos, ni habría descubrimientos, ni investigaciones, ni obras artísticas. No mejoraríamos. Nadie quiere vivir en un mundo así y por eso es importante respetar la propiedad intelectual.

 C.E.C.M.:

 ¿Qué se está haciendo desde la SGAE para proteger más los derechos de autor? ¿En vuestro trabajo, tenéis en mente los centros educativos para sensibilizar a los más pequeños sobre la importancia de evitar las descargas o las copias fraudulentas?

 S.M.R.:

 En un mundo ideal, SGAE debería dedicarse solo a recoger el dinero generado por los derechos de autor y repartirlo, mientras que la tarea de defensa del derecho de autor y la propiedad intelectual debería hacerla el Gobierno y el Ministerio de Cultura. Pero, a la hora de la verdad, SGAE no solo hace su labor de administración, sino que termina protegiendo el derecho de autor, publicitándolo y asistiendo socialmente a los compositores y autores en apuros. Entre los proyectos de la renovada SGAE está la digitalización y la pedagogía en los centros educativos sobre lo que es la propiedad intelectual, una labor que debería hacerse desde el Estado y se ha descuidado mucho los últimos años.

 C.E.C.M.:

 En este caso, como vicepresidente de la SGAE y compositor, ¿qué dirías a la comunidad educativa para que respeten los derechos de autor y que estén comprometidas con su respeto? (docentes, alumnado, familias, instituciones educativas, administraciones…)

 S.M.R.:

 Pues quizá recordaría que, si nos fijamos, en aquellos países que han defendido siempre la propiedad intelectual es donde ha permanecido con más fuerza la libertad y la democracia. Ganar dinero con sus obras es lo que permite a los artistas ser libres, independientes y críticos. Si eso no sucede, no les queda más remedio que depender de la generosidad de un gobierno o de unos mecenas y entonces solo pueden decir lo que les ordenan. Si amáis vuestra libertad, defended el derecho de autor y la propiedad intelectual.

 DIÁLOGO Y CONVIVENCIA.

 C.E.C.M.:

 Vivimos tiempos convulsos en la política y en la sociedad en general, en los que la crispación y el enfrentamiento se han convertido en la tónica general. También en las aulas la convivencia, la tolerancia y el respeto entre los alumnos son cuestiones que nos preocupan y que queremos cuidar. Una vez dijiste que “no se es un demócrata por cómo se ha llegado al poder, sino por cómo te comportas cuando estás en él”. Si tuvieras que aplicar eso a un colegio, ¿ cómo lo dirías? ¿ cómo debe ser un colegio tolerante, con un buen clima de convivencia? ¿ qué comportamientos crees que se deben fomentar?

 S.M.R.:

 Probablemente, lo más importante es darse cuenta de que no es nada malo que alguien tenga una opinión diferente de la nuestra sobre las cosas. Todo lo contrario: es lo normal y lo más sano. No es un drama, sino síntoma de buena salud y de vitalidad democrática. Ni siquiera es algo que haya que arreglar o corregir porque son normales las diferencias de opiniones. Lo importante es escuchar y respetar al otro. Y, a partir de ahí, buscar los puntos en común que puedan tener nuestras opiniones divergentes. Eso se llama consenso. Otra cosa son las acciones. Cuando alguna de ellas es violenta o daña y acosa a un semejante, no hay que permitirla.

 LIBERTAD DE EXPRESIÓN, RESPETO O CORRECCIÓN POLÍTICA.

 C.E.C.M.:

 Escribiste “La Mataré”. Hoy sería imposible escribir algo así. ¿Cómo se lo explicarías a los jóvenes de hoy para que puedan entenderlo sin censurarlo sólo por un título? En línea con esta cuestión, en 2012, junto a Loquillo, sacasteis “El mundo necesita hombres objeto”, que también podría suscitar críticas en la mentalidad actual. ¿Se podría pensar que estos títulos son un reflejo de la evolución de nuestra sociedad o sólo una visión sarcástica de cuestiones concretas? Imagino que mucha gente se preguntará “cómo se os pasa esto por la cabeza”. ¿Qué les dirías?

 S.M.R.:

 La función del arte es imaginar aquellas situaciones en las que nunca nos veremos envueltos para intentar comprenderlas mejor. El arte no está para pintar un mundo mejor, de color de rosa, sino para contar el mundo que nos rodea y analizarlo para intentar comprenderlo mejor. Cuando en una obra artística intentamos meternos en la cabeza de alguien que mata, usando la primera persona, para intentar saber o imaginar qué ha movido unos actos tan delirantes y perjudiciales, lo que estamos haciendo es buscar una oportunidad de conocimiento. No creo que el arte deba dejar de hacer eso. Quien no entienda que la primera persona no es la voz del autor sino la de un personaje que crea para investigar esas cosas, es que no ha entendido nada todavía de la historia del arte. Debe volver al primer curso y volver a empezar para entender el sentido y la función de las fabulas y ficciones, sean escritas o filmadas. Luego está el sentido del humor que es también un mecanismo muy bueno para hacer ese tipo de investigaciones; sobre todo porque es muy útil para poner de relieve hipocresías de la sociedad actual. Mucha gente dice una cosa y en su vida privada hace otra. La obra de arte es perfecta, cuando usa el humor, para analizar y mostrar esas conductas contradictorias.

 C.E.C.M.:

 Vivimos, lo que se ha venido a llamar una “cultura de la cancelación” de lo políticamente correcto, que, en opinión de algunos, nos lleva a un puritanismo que puede cercenar la libertad creativa. ¿Crees que esto es así? ¿Qué crees que diferencia los años 80 cuando “todo estaba bien” y nadie hablaba de incorrecciones y con nuestro tiempo en el que nos autocensuramos continuamente? O ¿tal vez no compartas esta visión?

 S.M.R.:

 Las sociedades prósperas siempre resultan terminando melindrosas. Es normal: tienen miedo a perder todo lo conseguido y se vuelven pacatas y miedosas. Temen que si tocan algo puedan derribar la construcción de la civilización que tanto ha costado conseguir. Es lo que está pasando ahora en Occidente. Si viviéramos bajo los talibanes seríamos mucho más directos hablando, porque no habría tiempo que perder para luchar por la libertad. Nos iría la vida en ello. El puritanismo, por tanto, reaparecerá cíclicamente de la mano de la prosperidad de las sociedades. Por supuesto que el puritanismo ataca la libertad y no solo la creativa, pero artistas cobardes y valientes ha habido siempre y siempre los habrá. Ya en la época de Óscar Wilde o de Flaubert intentaban llevar a los artistas a la cárcel por decir o hacer cosas que a la sociedad de su momento les parecían feas. La única prueba válida de que algo ha de ser condenado es si provoca víctimas. El puritanismo piensa equivocadamente que pureza es decencia y honestidad, pero en realidad son términos diferentes que hablan de cosas diferentes. Una cosa puede ser enormemente decente y honesta sin ser pura.

 C.E.C.M.:

 En educación, es especialmente importante la libertad de cátedra. ¿Crees que esa “cultura de la cancelación” nos puede llevar a cercenar la libertad de cátedra? ¿crees que puede mermar el aprendizaje de los más pequeños?

 S.M.R.:

 Sí. Puede impedirnos explicarles las realidades más desagradables de la vida y con eso les haríamos un flaco favor, porque entonces no estarían preparados para ellas y no sabrían como combatirlas. Hay que hablar de la muerte, de la explotación, de la agresión. Con tacto y sentido común, pero hay que hacerlo.

 ROCKERO, COMPOSITOR Y ADEMÁS PADRE

 C.E.C.M.:

 Además de estrella del Rock, compositor, escritor, etc., eres padre y, si no me equivoco, un padre muy orgulloso. Dices de tu hijo una de las mejores cosas que, creo, puede decir un padre de su hijo “le quiero como hijo, pero es que además me cae muy bien”. Esta revista, entre otros, es leída por muchos padres, ¿qué les dirías en este sentido? ¿es fácil llegar a tener esa relación de afinidad que va más allá que la relación de padre-hijo? ¿Tienes algún consejo para conseguirlo?

 S.M.R.:

 Sobre todo, no engañarnos a nosotros mismos y admitir enseguida, en cuanto los veamos crecer, si tenemos afinidades con el carácter de nuestros hijos o no. En el temperamento siempre acaba mandando la lotería de la biología. Pero un hijo con el que no tengamos afinidad de carácter no es un drama, lo vamos a querer igual. Con mi padre no tuve la afinidad de carácter que tengo con mi hijo y, a pesar de ello, nos llevamos siempre bien durante 55 años. Simplemente no hablábamos de aquello que sabíamos ambos que nos podía alejar. No perdíamos ni un minuto hablando de lo que nos separaba. Pero no por eso tampoco lo negábamos.

 C.E.C.M.:

 ¿Te pregunta tu hijo sobre tu pasado? ¿ cómo le explicas tu época de “estrella del rock”?

 S.M.R.:

 Siempre intenté evitar ser el típico “padre rockero” que le pone a su hijo todos los días los Rolling Stones. Prefería que él creciera con sus propias aficiones y sus descubrimientos personales, sin influenciarlo ni encauzarlo, para ver qué salía, por pura curiosidad. Pero como leía y era inquieto, pronto me preguntó sobre mi pasado. Le expliqué entonces mi vida anterior con toda franqueza (y algo de tacto) y ha sido bueno porque me ha desmitificado muy pronto y me he evitado esa caída del pedestal que les pasa a muchos padres, que pasan un día de golpe de ser percibidos como héroes a serlo como pobres y decepcionantes mequetrefes cuando sus hijos crecen.

C.E.C.M.:

 Obviamente, antes que padre fuiste hijo. Por lo que has vivido con los tuyos, dices que hay que tener confianza en los padres y que te sorprenden por su capacidad de comprensión. En este sentido, ¿qué consejo darías a los hijos? Por ejemplo, en casos de acoso escolar, vemos que una de las carencias que tenemos es esa confianza de los hijos en los padres para compartir con ellos preocupaciones o el dolor por lo que están viviendo. Creo que a nuestro alumnado le vendrá bien que les digamos algo.

 S.M.R.:

 Solo se me ocurre decir que, cuando tengan que tomar una decisión sobre algo, no dejen que sea el miedo lo que guíe sus decisiones. No suele funcionar. Si tienen miedo a decirles algo a sus padres porque temen como van a reaccionar, recordarles que finalmente suele ser más temible lo que pasa si no se dice. Vale más ponerse una vez colorado que pasarse la vida poniéndose veinte mil veces amarillo.

 CULTURA, EDUCACIÓN Y ROCK’N’ROLL

 C.E.C.M.:

 Este número de la Revista “Debates” va dirigido a “Educación y Cultura”. ¿Cómo crees que puede contribuir la música y, en concreto, el Rock’N’Roll, a la educación?

 S.M.R.:

 Bueno, la función principal del rock’n’roll es ser un grito de libertad. Pero, en la medida que, como decían los griegos con su “paideia”, la educación no es otra cosa que dar forma a las inclinaciones, seguro que el rock puede ayudar un poco.

 C.E.C.M.:

 Llevamos ya más de un año de pandemia con confinamientos, imposibilidades de contactos, viajes, giras, etc. En medio de todo eso, los artistas y, entre otros, la música con muchísimas iniciativas, habéis seguido trabajando para que no nos faltara ese “alimento del alma” que es la cultura. Déjanos alguna reflexión sobre qué ha pasado en este tiempo, como lo habéis vivido desde el mundo cultural y esa vocación vuestra de seguir nutriendo el alma de la sociedad.

 S.M.R.:

 La cultura es fundamental para entender lo que nos pasa. Si la dejamos de lado, comprobaremos -hoy más que nunca- que el ser humano no es tan grande como se cree y está a merced de los cambios y arbitrariedades de la naturaleza y la biología. Solo mejorar nuestro sentido crítico puede servirnos para cabalgar esa mezcla de circunstancias, biología e historia sin caernos de la montura. Y la cultura es fundamental para transmitir ese conocimiento. Si no la cuidamos, quedaremos en manos de las supersticiones y nadie estudiará los años necesarios para fabricar las vacunas que tantas vidas salvan. Y la cultura es una cadena cuyos eslabones van desde el libro de un historiador al manual de medicina que nos dice cómo curarnos de una gripe pasando hasta por una canción de rock. Cuidémosla.

 C.E.C.M.:

 ¿Algún mensaje más para nuestros lectores?

 S.M.R.:

 Pues no. Quizá que no se olviden nunca de detenerse a intentar conseguir el mayor número posible de momentos de felicidad en la vida. Hoy todo va demasiado deprisa.