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Visor

Entrevista a Álvaro Bilbao

ENTREVISTA

 Álvaro Bilbao

Con las palabras que el profesor Bilbao empieza las entrevista poco más hay que decir. El Consejo Escolar de la Comunidad de Madrid ha tenido el honor de haber entrevistado al profesor Álvaro Bilbao. En la entrevista que a continuación os presentamos viajaremos por el maravilloso mundo de la inteligencia emocional, con aportaciones tan interesantes como cuales son las claves para favorecer la autoestima y la confianza de los niños, o cual ha sido la evolución  del concepto de disciplina

Esperamos que disfrutéis, como lo hemos hecho nosotros, con lo que a continuación os presentamos.

El profesor Bilbao es Doctor en Psicología de la Salud y formado en Neuropsicología por el Hospital Johns Hopkins (Baltimore), el Kennedy Krieger Institute y el Royal Hospital for Neurodisability (Londres). También se ha formado en Programación Neurolingüística y en Disciplina Positiva. Sus investigaciones le han valido diversos premios en el ámbito de la psicología y la neurociencia. Ha impartido cursos y conferencias en colegios y universidades y congresos científicos de España, Europa y América sobre temas relacionados con la neurociencia, liderazgo y creatividad. Es colaborador de la Organización Mundial de la Salud en proyectos relacionados la discapacidad cognitiva. Es miembro de la American Academy for the Advance of Science y de la New York Academy of Sciences. Experto en desarrollo cerebral y problemas de comportamiento, lleva toda su vida profesional ayudando a familias a mejorar su capacidad para resolver conflictos de forma positiva. Es autor de libros como “Hola familia” (El primer diccionario bebé-mamá, bebé-papá), “Todos a la cama”, “El cerebro del niño explicado a los padres”, “Cuida tu cerebro… y mejora tu vida” y “Me falla la memoria”. En su libro “El desarrollo del cerebro del niño explicado a los padres” deja en blanco el capítulo 26 sobre las mejores aplicaciones para niños menores de 6 años, ¿por qué será…?

 

 

Preguntas:

 

C.E.: Cada vez hablamos más de las inteligencias múltiples, entre otras, una que está ganando mucha importancia en el ámbito educativo y que resulta esencial en el crecimiento de los más pequeños, la inteligencia emocional. ¿Cómo podemos ayudar a desarrollarla?

 

A. B. : La inteligencia emocional es muy importante porque determina en gran parte la capacidad de una persona para comprenderse a sí mismo, relacionarse con los demás, resolver conflictos y sentir satisfacción en la vida. Es un campo de aprendizaje y experiencias vitales enorme aunque hay tres aspectos muy importantes que se deben trabajar en las distintas etapas. El primero sería el conocimiento de las emociones y la comprensión de su significado e importancia. El segundo es la capacidad de empatía que permite comprender a los demás y ponernos en su lugar.  El tercero es la asertividad o la capacidad para expresar nuestros puntos de vista y defender nuestros derechos de una forma clara y respetuosa a la vez.

 

C.E.: En este ámbito, estarían también cuestiones tan importantes como la autoestima y la confianza en uno mismo. ¿Cuáles son las claves para favorecer una buena autoestima y confianza de los niños en sí mismos?

 A. B. : Hay muchos modelos que explican la autoestima en el marco de trabajo que yo utilizo la autoestima completa aparece cuando se dan tres condiciones. La primera es que la persona se siente segura y valorada porque ha crecido en un entorno (tanto en casa como en la escuela) de respeto y aceptación de quien realmente es. Esto, por supuesto no se debe malinterpretar con la idea de que respetar al niño es favorecer que crezca sin normas claras o responsabilidades. La segunda condición es que el niño o la niña tiene que desarrollar confianza en sus propias habilidades a través de la experimentación, el juego y ser capaz de resolver los problemas por sí mismo sin interferencia de los adultos, que intentan ser facilitadores y auxiliar al niño cuando lo necesita. Esto no quiere decir que no podamos nunca alentar o incluso ayudar a un niño que está tardando mucho tiempo a atarse el zapato, pero en la medida de lo posible, sin irnos al extremo, sí que dejaremos que vaya haciendo sus tareas y resolviendo sus problemas por sí mismo. Y la tercera condición es la asertividad. Ser capaz de expresar sus necesidades y defender sus deseos o apetencias es tanto un indicador de una buena autoestima como una herramienta que ayuda a seguir construyéndola toda la vida. En este sentido es también importante puntualizar que la asertividad no tiene nada que ver con avasallar a los demás, eso sería lo contrario de la sumisión. La asertividad es un punto medio entre las dos.

 

C.E.: Si en algo hemos evolucionado es en el concepto de “disciplina”, más cuando la descubrimos en sus libros. ¿Qué es la disciplina positiva y cómo se aplica en los primeros años?

A. B. : A mí no me gusta mucho hablar de disciplina positiva porque desde mi punto de vista la disciplina siempre es positiva. Ser disciplinado no es otra cosa que ser capaz de cumplir con nuestras responsabilidades, aunque en ese momento no nos apetezca. Yo suelo hablar de educación en positivo que es la forma en la que yo entiendo que se puede ayudar a los niños y niñas a desarrollar la disciplina y la autoestima sin recurrir a gritos, amenazas o castigos.

 

C.E.: ¿Cómo podemos actuar ante las rabietas de los niños? ¿De qué manera podemos ayudar a los niños y niñas a gestionar la frustración?

A. B. : Algo que intento explicar a todos los padres es que la frustración no es algo negativo y mucho menos algo que podamos hacer desaparecer de la vida de nuestros hijos. Como todas las emociones la frustración nos ayuda. En algunos casos nos permite adaptarnos a la realidad de la misma forma que la tristeza nos permite aceptar las pérdidas. En otros casos nos puede ayudar a cambiar de estrategia cuando lo que estamos haciendo no funciona. Nuestro principal trabajo como padres o educadores es entender (1) que las rabietas suelen ser una expresión sana del desarrollo cerebral del niño (2) que el niño necesita cierta exposición o experiencia con este sentimiento tan incómodo que es la rabia para aprender a tolerarlo, manejarlo y ser capaces de dominarlo y (3) entender cómo podemos ayudar al niño a regularse mejor.

 

C.E.: Vinculado a esto, ¿por qué los castigos no funcionan?

A. B. : Yo entiendo a todas las personas que creen que los castigos funcionan. Es la cosa más lógica del mundo. Si a una conducta concreta le sucede una experiencia desagradable la conducta dejará de producirse. ¡Es de cajón! De hecho, con los perros o las ratas de laboratorio tiene bastante eficacia. Sin embargo, los seres humanos no aprendemos bien a través del castigo. La razón para ello es que nuestro cerebro está programado para aprender de personas significativas que utilizamos como modelos de comportamiento. En este sentido podemos decir que cuando castigamos a un niño, le amenazamos o le gritamos estamos rompiendo el vínculo con ese niño y dejamos de ser significativos. Hay muchas explicaciones más centradas en distintos circuitos neurológicos, pero esta es la principal razón.

 

C.E.:  La salud mental de nuestros hijos o alumnos es un tema que nos preocupa especialmente. ¿Por qué crees que hay cada vez más niños estresados, con ansiedad o depresión y desde edades más tempranas? ¿Qué no estamos haciendo bien?

A. B. : La verdad es que no lo sabemos con certeza.  Es cierto que la OMS se ha detectado un incremento de alrededor de un 15% de trastorno psiquiátricos en la franja de infancia y adolescencia desde que se inició la pandemia por coronavirus. Sin embargo, es importante entender que antes de la pandemia esta era una tendencia global. Está claro que la salud mental es una variable multifactorial y en este sentido es importante que analicemos los cambios que se han ido sucediendo en los últimos años y que pueden estar impactando a esta generación. Menos tiempo con los padres durante los primeros años de vida, adultos más estresados, menor grado de disciplina tanto en casa como en el aula y como no, el aterrizaje de las pantallas interactivas en nuestras vidas que puede ser significativo por dos motivos. El primero es el impacto que tiene por si mismo el tiempo frente a pantallas con una menor capacidad de gestión de la frustración. El segundo es la exposición a contenidos e influencers frente a los cuales los chicos y chicas cada vez se comparan más y que sabemos está detrás de muchos casos de inseguridad y depresión.

 

C.E.:  Del mismo modo, los problemas de conducta en las aulas van en aumento. ¿A qué crees que se debe? ¿Puede tener que ver con una manera de educar diferente, falta de normas y límites marcados, menos imposición…?

A. B. : Desde mi punto de vista la educación está haciendo un movimiento de péndulo. Hemos pasado de un modelo educativo muy severo y poco afectuoso que predominó en las familias y en las aulas desde el siglo XIX hasta finales del siglo XX y en la actualidad estamos en un modelo mucho más afectuoso (una gran ventaja) pero que ha sacado fuera del foco la importancia de la disciplina, los límites y las normas. Me encuentro con muchos profes e incluso proyectos educativos que invierten mucho tiempo e interés en formarse en gamificación, proyectos y otras nuevas metodologías (que han demostrado ser muy útiles) pero que dan poco valor a la disciplina, el orden y el esfuerzo. Para mi es un error por un motivo muy claro y fácil de entender. El cerebro tiene muchas estructuras y es capaz de hacer muchas cosas. Si el alumno está super motivado, es capaz de trabajar de forma colaborativa, pero no es capaz de sentarse 15 minutos quieto y escuchar con atención un dictado eso quiere decir que estamos entrenando unas partes del cerebro y nos olvidamos de otras. La nueva educación no puede sustituir o excluir a la vieja educación. Se tienen que integrar porque esa es la tarea más difícil que tiene que hacer el cerebro, integrar todas sus partes para funcionar con congruencia como un todo.

 

C.E.: Otra cuestión importante que preocupa a docentes y familias es el necesario equilibrio entre el desarrollo de la autonomía y los límites o las normas. ¿Cómo podemos encontrar ese equilibrio?

A. B. : Esta es una labor un poco difícil si partimos púramente de la teoría. Es difícil saber a priori cuanto tiempo de experimentación y cuanto tiempo de estudio es la medida exacta. O cuánto tiempo de juego libre y juego estructurado es lo mejor. Al final es importante escuchar nuestras propias sensaciones. Si como familia sentimos que nuestros hijos “se nos suben a las barbas” tendremos que cargar un poco mas nuestros esfuerzos hacia la parte de la disciplina, siempre de forma respetuosa, pero con firmeza. De la misma forma cualquier profe que sienta que su clase es super creativa y participativa pero que cuesta seguir las normas, no se terminan los trabajos o que la clase le resulta demasiado caótica, seguramente necesita enfocarse durante un tiempo un poco más en el orden y la estructura. Muchas veces se trata de escuchar nuestras sensaciones y seguir nuestros instintos. Esa es realmente la manera en la que el cerebro toma buenas decisiones.

 

C.E.: ¿Qué importancia tiene que el niño se sienta querido para el desarrollo de su inteligencia?

A. B. : ¡Mucha! Hay casos excepcionales en los que los factores genéticos son tan fuertes que un niño que ha crecido en una familia con pocos recursos culturales e intelectuales o en un entorno afectivamente restringido puede llegar a desarrollar un intelecto brillante. A veces es una válbula de escape. Sin embargo, para la mayoría de los niños el afecto de sus padres, su atención y cariño son factores que elicitan que se exprese su mejor versión a nivel intelectual. El efecto en el desarrollo emocional, su autoestima, su seguridad en el apego es mucho mayor todavía.

 

C.E.: ¿Qué destrezas podemos desarrollar en los niños para mejorar su desarrollo intelectual?

A. B. : Desde mi punto de vista la destreza más importante que podemos despertar en un niño es el amor por el aprendizaje. Todos hemos tenido un profesor que nos ha hecho amar una asignatura, simplemente por el entusiasmo con el que explicaba. Si como padres o maestros podemos contagiar el amor por el descubrimiento, explicándoles cosas o contándoles historias ya tenemos la mitad del camino hecho porque el niño asociará el aprendizaje con el disfrute. Más allá de eso a mi me gusta mucho trabajar dos habilidades muy importantes. La primera es el autocontrol. El autocontrol es la variable que más correlaciona con la nota de los exámenes de acceso a la Universidad ¿Por qué? Porque si tienes un niño o una niña que tiene buen autocontrol, es capaz de atender mejor, de concentrarse mejor, de leer los enunciados con detenimiento, de pensar antes de escribir en lugar de precipitarse a responder en un examen. Es una habilidad de incalculable valor para una persona. La segunda habilidad fundamental para mi es la memoria. Si trabajas bien la memoria en casa desde pequeños al niño o la niña le resultará fácil aprender pero sobre todo recordar.  En un tiempo en el que toda la información está en nuestros dispositivos puede parecer poca cosa pero los niños que son buenos recordando piensan más rápidos, son más eficaces a la hora de resolver problemas y tienen mucha más información a su alcance. Ayudar a un niño a tener una buena memoria es como regalarle un super poder que le va a facilitar mucho las cosas y le va a ahorrar mucho esfuerzo.

 

C.E.:  ¿Qué importancia tiene el juego en el desarrollo del niño? Hoy en día hay un exceso de oferta de juguetes estructurados que sirven para desarrollar o estimular algún aspecto de la inteligencia muy dirigido. ¿Qué espacio dejamos a los niños para la creatividad?

 A. B. : Es curioso que preguntes esto. Hace poco estuve reunido con un arquitecto alemán experto en parques infantiles y me explicaba como a principios del siglo pasado los parques infantiles eran diseñados con objetos sencillos que no tenían una función concreta con el fin de que fueran los niños los que volcaran su imaginación en el juego. Hoy en día todo está demasiado estructurado. Los parques infantiles parecen parques de atracciones y los padres parecen, a veces, los empleados del parque indicando a los niños como pueden jugar. Los libros infantiles que antes eran puro disfrute ahora se han convertido en una retahíla de libros de autoayuda para bebés en los que se les explica como hacer caca, cepillarse los dientes, cómo entender las emociones o cómo ser felices.  Se ha perdido la noción del disfrute como un beneficio en sí mismo e incluso la sutileza de los cuentos tradicionales en los que la enseñanza estaba al alcance del inconsciente. Hoy en día, y muchos libreros infantiles coinciden conmigo, los libros son demasiado didácticos y evidentes. A los niños no les gusta que les digan lo que tienen que hacer en su tiempo libre, ni en el parque ni leyendo. Prefieren descubrirlo.

 

C.E.:  ¿Consideras que nuestro modelo de enseñanza de Educación Infantil tiene en cuenta las necesidades de los niños? ¿Están adaptados los aprendizajes al desarrollo de su cerebro?

A. B. : Yo no me considero un experto en “Educación infantil” mi experiencia se ha centrado siempre en las familias. Mi impresión desde fuera de este ámbito es que hay una gran variabilidad. Hay escuelas que fomentan una adaptación respetuosa (algo que puede resultar muy útil) y otras que no. Incluso en la misma escuela unos profes lo hacen y otros no. Hay escuelas que toman el bilingüismo por bandera y otras que no. Esa variabilidad es grande aunque en mi experiencia los profesores de infantil son grandísimos profesionales porque suelen llevar al aula las dos cosas que más necesitan los niños pequeños energía, ilusión, ternura y compromiso personal. Con ocho niños en el aula hacen una labor que muchos padres no somos capaces de realizar en casa.

 

C.E.: ¿Qué dificultades te has encontrado como padre en la educación de tus hijos?

A. B. : Cada etapa es distinta. Hay momentos en el que el mayor desafío es la falta de energía porque con tres hijos muy pequeños en casa hay días en los que de verdad no tienes fuerza para bañar o hacer las cenas. Yo tengo la suerte de que me gusten mucho los niños y eso hace que jugar, hablar con ellos y cuidarlos sea algo que disfruto enormemente. Y además tengo la inmensa fortuna de que mi mujer tiene un don especial con los niños y ha sabido sacar lo mejor de ellos a la vez que me mostraba cómo ser más afectuoso y disfrutón con ellos. La verdad es que no estamos teniendo excesivas dificultades. Creo que en parte tiene que ver con que hemos dedicado mucho esfuerzo y mucha entrega en la labor de ser padres y tanto la forma de ser de mi mujer como mis conocimientos del cerebro y el propio caracter de los niños nos han permitido establecer unas buenas bases que han ido dando sus frutos. Me siento muy afortunado. Lo estamos disfrutando mucho.

 

C.E.: Para finalizar, ¿qué consejo darías a la comunidad educativa madrileña, principalmente a docentes y familias, para, pese al estrés, los agobios o el cansancio que a veces nos superan, podamos continuar practicando la disciplina positiva?

 A. B. : Todos los padres y profes que estamos cansados a final de curso de intentar mantener orden, cumplir con el programa o lidiar con faltas de respeto, baños y cenas. Es normal. Es un trabajo duro. Pero a la vez debemos hacer un ejercicio cada poco tiempo de darse cuenta. De darse cuenta de que nuestro trabajo como educadores no va a dar como resultado inmediato un certificado o un bonus por no haber gritado demasiado o por haber escuchado con afecto a un niño que estaba triste. Todos metemos la pata 3 ó 4 veces al día pero tenemos que tener claro que a pesar de los errores o la falta de “bonus” al final de curso nuestro trabajo sí ofrece resultados a largo plazo. El de ayudar a construir seres humanos con una buena autoestima, con una conexión feliz con su infancia y con un montón de herramientas cognitivas y emocionales que les ayudarán a sentirse capaces y completos el día de mañana. Es el trabajo más bonito y valioso del mundo, en parte porque todo ese esfuerzo no repercute en nosotros sino en otro ser humano. No puede haber mayor gesto de amor.

 Álvaro Bilbao.
Doctor en Psicología de la Salud y formado en Neuropsicología por el Hospital Johns Hopkins (Baltimore), el Kennedy Krieger Institute y el Royal Hospital for Neurodisability (Londres).También se ha formado en Programación Neurolingüística y en Disciplina Positiva.