En las últimas décadas, la sociedad española ha evolucionado hacia una convivencia democrática que tiene su reflejo en los centros educativos, que asumen que la buena convivencia es una condición necesaria para la calidad de la educación. La existencia de acciones o actitudes de carácter discriminatorio o violento en los centros, que a veces golpean con dureza nuestra conciencia por su gravedad, constituyen la antítesis de los valores que encarna una sociedad democrática, como es el caso de la igualdad de derechos, la libertad, la solidaridad y la convivencia en paz.