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Visor

Prevenir delitos en redes y detectar el ciberbullying

Policía Nacional

El acoso escolar es una lacra que debe combatirse con esfuerzo de todos y que adquiere en Internet y las redes sociales una dimensión que en ocasiones se escapa del control de padres, profesores y de los propios alumnos.

Esther Arén

Inspectora Jefa de la Policía Nacional

El acoso escolar es una lacra que debe combatirse con esfuerzo de todos, y que adquiere en Internet y las redes sociales una dimensión que en ocasiones se escapa del control de padres, profesores y de los propios alumnos. El Plan Director de la Policía Nacional tiene entre sus tareas impartir charlas preventivas a docentes, AMPAS y estudiantes, con el fin de que todos conozcan las amenazas existentes en las redes sociales, qué hechos son constitutivos de delito y cómo y ante quién hay que denunciarlos.

Introducción

La Unidad de Participación Ciudadana es una unidad preventiva de la Policía Nacional que, desde el año 2006, aplica en su labor diaria tres planes, Plan Mayor, Plan Director, Plan Turismo y el programa Participación Ciudadana. Está presente en todas las Jefaturas de España y en todas las comisarías está representada por la figura del Delegado de Participación Ciudadana.

La participación ciudadana es un elemento esencial para el desarrollo de las funciones de la Policía Nacional porque permite establecer una relación más estrecha y cercana con los ciudadanos y sus colectivos.

El  correo electrónico participa@policia.es permite a cualquier ciudadano acceder al delegado de participación de su comisaría y plantearle sus problemas.

En uno de los planes más implementados por los Delegados, el Plan Director, los policías impartimos charlas preventivas a docentes, AMPAS y escolares: drogas y alcohol; violencia de género; bandas violentas; acoso y agresión; igualdad en las relaciones o Internet y redes sociales son las temáticas que se imparten actualmente en estas charlas, con un aumento espectacular de la demanda en los últimos años. De las 2.558 impartidas en 2012, hemos pasado a 6.340 en 2015, lo que demuestra que la comunidad educativa cada vez confía más en la policía a la hora de formar en la prevención.

Pero igual que los menores están inmersos en el mundo digital en el que han nacido y sufren cada vez más las consecuencias negativas de navegar solos en el mundo de Internet, los docentes se enfrentan a una nueva realidad social para la que no están preparados.

Por un lado, el profesional debe estar preparado para conocer los delitos que se cometen en redes, cómo prevenirlos y a quién recurrir cuando se conoce el hecho delictivo. Por otro, el ciberacoso afecta a menores, con importantes incidencias clínicas. Debido al alto índice de suicidios de menores y que los docentes están cada día ayudándoles a formarse, deben conocer los peligros de las redes. Conceptos como sexting, grooming o ciberbullying deben formar parte de su realidad profesional.

El profesional debe estar preparado para conocer los delitos que se cometen en redes, cómo prevenirlos y a quién recurrir cuando se conoce el hecho delictivo. Conceptos como sexting, grooming o ciberbullying deben formar parte de su realidad profesional.

Desenredar redes sociales: uso y mal uso de internet

Empecemos a adentrarnos en el mundo de los menores y las redes con unas reflexiones previas:

1. Los menores han nacido en un mundo digital mientras que sus padres son inmigrantes en el mundo de las redes sociales.

2. Los menores navegan por las redes sin que nadie les haya dado jamás un carnet para manejarse.

Nunca le daríamos a un menor un coche sin carné de conducir para ir a 200 km/h por la carretera y, desde luego, no pensaríamos que va a salir ileso; y sin embargo, les damos unos terminales de última generación para que vayan a toda velocidad por esa carretera virtual que es Internet y las redes sociales; y lo que es imperdonable, sin un curso, sin carné para manejarse y sin que nadie les acompañe en el camino. ¿Y creemos que saldrán sin un rasguño? ¿Y no nos sentimos responsables de ese mal uso y de sus consecuencias?

3. Los menores cometen delitos sin ser conscientes de ello, y lo que es peor, cuando son testigos o víctimas no saben cómo gestionarlo. Pero la sociedad mira para otro lado y no pone ni límites en las redes sociales, ni límites a esa privacidad.

Por eso, cuando reciben las charlas preventivas de la policía y se dan cuenta que humillar, ofender, agredir verbalmente son delitos, aprenden rápidamente y cambian conductas. Aprenden, esto es básico, que sus acciones tienen consecuencias y que cuando cumplan los 14 años se les aplicará la LORPM (la ley orgánica de responsabilidad penal del menor).

Por otro lado, hay unas evidencias que nos comprometen como profesionales y adultos:

  1. ¿Conocemos cuál es la edad mínima para crearse un perfil en una red social como Facebook, Twitter o Whatsapp?
  2. ¿Sabemos que lo que se cuelga es de dominio público?.
  3. ¿Tenemos conciencia de que no hay que subir a las redes o a Internet nada que no quieras que se sepa, puesto que una vez colgado ya no te pertenece?

En España, los menores de catorce años no pueden acceder a las redes sociales, excepto si lo hacen con consentimiento paterno. A pesar de esto, en nuestro país los niños de diez años participan en mundos virtuales. Y muchos ya tienen, con doce años, perfiles en más de una red social, sin que sus padres lo sepan.

En España, los menores de catorce años no pueden acceder a las redes sociales, excepto si lo hacen con consentimiento paterno. A pesar de esto, en nuestro país los niños de diez años participan en mundos virtuales.

Pero ¿por qué usan los menores las redes sociales?

  1. Por el efecto de notoriedad o popularidad que produce estar en entornos digitales. Sentir el reconocimiento social y la aceptación del otro sobre la propia persona, en edades como la infancia o la adolescencia es muy importante a la hora de aumentar o disminuir su autoestima. Y en esas edades, la pertenencia o no a un grupo,  conformará su personalidad futura.
  2.  Enseñan su vida, se comparan con los demás y miden su éxito y notoriedad social por el número de seguidores –followers- o por el número de amigos según la red social.
  3.  Y la adolescencia marca la época de experimentar, probar o arriesgarse. La reputación online es clave en la adolescencia y buscan ser populares en las redes sociales. Y está muy influenciada por lo que los demás opinen de ellos. Y así es muy frecuente que un adolescente que por redes es expresivo, ingenioso y hasta puede parecer muy inteligente por cómo escribe o lo que comunica, cuando se le desvirtualiza (poner cara y conocer en persona a alguien con la que sólo se interactuaba por redes) se revele como un joven tímido, que no mantiene una conversación fluida y que no es capaz de mantener la mirada. 

Qué amenazas hay en las redes sociales

CIBERBULLYING O ACOSO ESCOLAR EN REDES

En nuestra era digital la amenaza más grave a la que se enfrentan nuestros menores es un lacra similar a la de la droga en los años 80: el acoso escolar. Ana Mª Colás Escandón, Doctora en Derecho y Profesora Titular en la Universidad Autónoma lo recoge muy bien en su libro [1] : “Cada vez a edades más tempranas los niños son víctimas de comportamientos abusivos, físicos o verbales, por parte de sus compañeros de colegio, que les ocasionan daños corporales o psíquicos, en muchos casos irreparables”.                                                             

CIBERBULLYING: comportamiento prolongado de agresión, humillación, insultos, amenazas , intimidación física o psicológica que un niño o grupo de niños realiza a un tercero a través de redes o teléfonos móviles. Es el acoso escolar en redes. Y es tan común y tan grave que nuestros menores cada día se machacan en las redes sin que los adultos se enteren o hagan algo cuando lo detectan. No son cosas de niños. Son delitos que están provocando que la víctima se sienta muy sola e incomprendida.

Hay tres actores claros en este delito que constituyen lo que se conoce como el triángulo del ciberbullying:  el acosador (el “gallito”: el líder mal entendido), que es el que dirige al grupo y acaba llevándolo en contra de la víctima. La víctima (el diferente: la más guapa, la más lista o el más tímido o el más raro) Y el espectador pasivo (el que presencia el delito pero no interviene, no lo cuenta, no actúa, no empatiza con el débil). Esta última es la figura que nosotros intentamos cambiar con nuestras charlas. Que los niños no lleguen a convertirse en tiranos que presencian un delito y no ayudan ni llaman para pedir ayuda o colaborar. Enseñamos a los menores a empatizar, a ponerse en el lugar del otro. Que el que denuncia no es un chivato, es el que ayuda. Que el espectador pasivo pase a ser activo y ayude a dejar en evidencia al malo, al acosador y haga ver a la víctima que no está sola.

 Enseñamos a los menores a empatizar, a ponerse en el lugar del otro. Que el que denuncia no es un chivato, es el que ayuda. Que el espectador pasivo pase a ser activo y ayude a dejar en evidencia al acosador y haga ver a la víctima que no está sola.

Por estas actitudes que a veces se califican como cosas de niños, actitudes que no son conflictos sino delitos, hay niños en España que se están suicidando. Hay que denunciarlo cuando se detecta, y por vía penal cuando son mayores de catorce años. Y si son menores de catorce, el profesional debe contarlo a la policía o al fiscal de menores. Pero lo que no se conoce, no existe y lo que no se sabe, no se puede ni prevenir ni evitar.

En este mismo sentido se pronuncia la importante Instrucción 10/2005 de la Fiscalía General del Estado, sobre el tratamiento del acoso escolar desde el sistema de justicia juvenil, que recoge Ana Colás en su libro ya mencionado [2] : En cierta manera ha ocurrido con este fenómeno algo parecido a lo experimentado con la violencia doméstica: hasta hace poco se consideraba algo inevitable y en cierta manera ajeno a las posibilidades de intervención del sistema penal, como problema de carácter estrictamente privado que debía ser solventado en el seno de las relaciones entre iguales, o cuando más en el ámbito de las disciplina escolar, sin intervención por parte de la jurisdicción de menores. Incluso las manifestaciones más sutiles de estos comportamientos antisociales tales como el aislamiento deliberado de un menor, exclusión o mote vejatorios han sido tradicionalmente tolerados sin más.

De hecho, muchos de los actos encuadrables en el acoso escolar han sido -siguen siéndolo aún- frecuentemente considerados como parte integrante de la experiencia escolar, inherentes a la dinámica propia del patio del colegio, como una lección mas de la escuela en la que como anticipo de la vida , el menor tiene que aprender a resistir, a defenderse, a hacerse respetar e incluso a devolver el golpe. En esta concepción darwinista de la  lucha por la vida, los más débiles quedan con frecuencia sometidos a los designios de los matones, o acosadores escolares. El silencio de las víctimas y de los testigos, cuando no de los propios centros, ha contribuido al desconocimiento de la magnitud del problema (…)”.

En colegios con niños de diez años donde detectamos un atisbo de ciberacoso, activamos charlas preventivas, les enseñamos a distinguir lo que es delito de lo que no lo es y los niños, que a esas edades son esponjas, cambian sus actitudes rápidamente.

Como bien recogen los autores de Internet negro [3] “es un dato muy revelador que la mayoría de las víctimas no contaron lo que les estaba sucediendo ni a padres ni a educadores, y que preferían comentar la situación con sus amistades. En este sentido, las habilidades sociales, la inteligencia emocional y la empatía de nuestros hijos son clave, y aunque todos sabemos que la adolescencia es una etapa complicada, debemos mantenernos alerta y hacer caso a cualquier señal de inquietud.”

 En colegios con niños de diez años donde detectamos un atisbo de ciberacoso, activamos charlas preventivas, les enseñamos a distinguir lo que es delito de lo que no lo es y los niños, que a esas edades son esponjas, cambian sus actitudes rápidamente.

 GROOMING: situación de acoso en la que un adulto que se hace pasar por menor en las redes sociales y mediante engaño, engatusa al menor con un objetivo claro que siempre será sexual: abuso o agresión. Pueden estar años consiguiendo datos y la confianza del menor, hasta que un día actúan. Son auténticos depredadores y están en los  chat de vídeojuegos, en redes, en grupos de whatsapp. Cuando el menor descubre que es un adulto, siente que está en un círculo sin salida, porque no ha compartido esta situación con nadie.  Ante las situaciones de chantaje o cuando el adulto insiste en un encuentro real, hay menores que se han suicidado o han tratado de hacerlo, al no tener madurez mental para gestionar el problema.

La Ley 5/2010 de 22 de junio de reforma del Código Penal, añadió el art. 183 bis al Código Penal : “El que a través de Internet, del teléfono o de cualquier tecnología de la información y la comunicación contacte con un menor de trece años y proponga concertar un encuentro con el mismo a fin de cometer cualquiera de los delitos descritos en los artículos 178 a 183 y 189, siempre que tal propuesta se acompañe de actos materiales encaminados al acercamiento, será castigado con la pena de uno a tres años de prisión o multa de doce a veinticuatro meses, sin perjuicio de las penas correspondientes a los delitos en su caso cometidos. Las penas se impondrán en su mitad superior cuando el acercamiento se obtenga mediante coacción, intimidación o engaño.”

Es primordial que los padres y adultos controlen con quién se relaciona su hijo en redes; igual que se preocupan por saber con quién juega su hijo en la vida real y no le dejan pasar por una calle oscura y sin farolas cuando anochece, tienen la obligación de acompañar a su hijo en redes y supervisar a sus amigos virtuales.

 Es primordial que los padres y adultos controlen con quién se relaciona su hijo en redes; igual que se preocupan por saber con quién juega su hijo en la vida real, tienen la obligación de acompañar a su hijo en redes y supervisar a sus amigos virtuales.

SEXTING: práctica que consiste en enviar de forma voluntaria y a través de redes una foto íntima -erótica o pornográfica- a una persona amiga o de tu entorno más cercano.

Los adolescentes mandan al chico o chica con el que salen fotos íntimas porque creen que es el amor de su vida y una persona especial que nunca les va a traicionar. Pero un día descubren que ese amor ideal no es tan bueno y cuando rompen la relación, la otra persona les hace chantaje con las fotos o se las manda al resto de amigos de las redes o grupos de Whatssapp. Cuando ocurre entre menores, el que difunde la imagen realiza un delito de difusión de pornografía infantil y hay que denunciarlo.

Recomiendo en este punto, beber en las fuentes de  Pere Cervantes y Oliver Tauste, policías e investigadores de un grupo de delitos tecnológicos en Castellón que nos cuentan en su libro Internet Negro las particularidades y medidas de prevención [4] ante el sexting, “que en sí no es delito, puesto que la fotografía o el video se realizan voluntariamente y se envían sin que el menor esté sometido a ningún tipo de coacción. Sin embargo, es una práctica muy arriesgada, pues puede ser el inicio de otras posibles conductas relacionadas con la corrupción de menores, como el grooming o el ciberbullying, ya que cuando el material comienza a circular de forma masiva en la red, puede acabar ante los ojos de un pedófilo o difundirse en el entorno escolar, causando un verdadero calvario cuando el menor es identificado por sus compañeros”

Y acabo desenredando las redes con dos conceptos muy importantes para los que ya  están en redes y para el futuro inmediato. La identidad online es nuestra huella digital. Todo lo que colgamos o compartimos en redes queda ahí y marca nuestra vida y futuro. Puedo pagar a mi hijo una carrera y un máster en el extranjero y que cuando vuelva, con veintitrés años y un futuro prometedor, en un posible trabajo le hagan ingeniería social en redes con herramientas como twitonomy o mentionmapp que dejarán en evidencia su pasado o toda su vida. Y resulta que, aunque por la ley de protección de datos nadie puede tener acceso a su historial médico, se puede encontrar en las redes, porque lo hicieron sus padres, un blog en el que se detalla su dura etapa de pequeño luchando contra un cáncer.

Para terminar, consejos prácticos si conoces un caso de ciberbullying.

 Si al hablar con el menor no tenemos claro si los hechos constituyen delito, acudimos al delegado de participación ciudadana quien, como especialista, nos va a asesorar y acompañará a la denuncia al grupo operativo u oficina de denuncias.

Si hay delito no hay mediación que valga  y hay que denunciar por vía penal. Antes de denunciar hay que tener pruebas y aportarlas para que no sea la palabra de uno contra la de otro. Así que pantallazos, mensajes de voz, conversaciones de whatsapp son imprescindibles.

Si al hablar con el menor no tenemos claro si los hechos constituyen delito, acudimos al delegado de participación ciudadana quien, como especialista, nos va a asesorar y acompañará a la denuncia al grupo operativo u oficina de denuncias.  A partir de aquí se inicia la vía penal y la investigación policial para poder aportar pruebas al juez de menores y a  fiscalía.

Para cualquier asesoramiento o consulta, en el año 2013, en la mayor campaña mediática que la policía puso en marcha, se creó un correo seguridadescolar@policia.es donde se pueden contar estos casos y solicitar ayuda. En cuanto la Unidad Central de Participación Ciudadana recibe la información, la envía a la Jefatura correspondiente que, en menos de 24 horas, contacta con el menor, familia o colegio, los asesora y les da una solución. Todas las actividades que el delegado de participación ciudadana realiza quedan grabadas en una aplicación informática (en un documento denominado “acta”)  que es una prueba que podrá aportarse en caso de que así lo solicite un juez o fiscal de menores.

Abre los ojos, ponte las pilas en redes y forma parte de la realidad digital. Las redes sociales cubren necesidades de las personas, no son una moda. Y han venido para quedarse.

BIBLIOGRAFÍA 

 

Cervantes, P. y Tauste. O. (2012).  Tranki pap@s. Barcelona: Planeta.

Cervantes, P. y Tauste. O. (2015). Internet negro. Barcelona: Planeta.

Colás Escandon, A. (2015). Acoso y Ciberacoso Escolar: La doble responsabilidad civil y penal. Barcelona: Bosch.

 

(Recomendables los cursos on line de “TICS y menores” de RED.es )

 

 



[1]  Colás Escandon, A. (2015). Acoso y Ciberacoso Escolar: La doble responsabilidad civil y penal (pág.16). Barcelona: Bosch.

[2] Colás Escandon, A. (2015). Acoso y Ciberacoso Escolar: La doble responsabilidad civil y penal (pág.17). Barcelona: Bosch.

 

[3] Cervantes, P. y Tauste. O. (2015). Internet negro (pág. 77). Barcelona: Planeta.

[4]Cervantes, P. y Tauste. O. (2015). Internet negro (pág. 93). Barcelona: Planeta.

 

Esther Arén