Saltar al contenido

Visor

Aprendizaje cooperativo: una estrategia para mejorar la educación

El aprendizaje cooperativo es una estrategia metodológica que se basa en el trabajo en pequeños grupos, generalmente heterogéneos, donde los alumnos trabajan juntos para mejorar su propio aprendizaje y el del resto de compañeros y compañeras del grupo. El aprendizaje cooperativo se diferencia en gran medida de la enseñanza más tradicional en la que destaca, en gran medida, el aprendizaje individual. Partiendo de este análisis conceptual la autora, Concepción Martínez Vírseda, comienza este interesante artículo.

Concepción Martínez Vírseda
Orientadora escolar

El análisis advierte que el aprendizaje cooperativo no solo trata de poner a los alumnos a trabajar en grupos, sino que, para que esta metodología pueda cumplir los objetivos y desarrollar todas sus potencialidades, el docente ha de tener en cuenta una serie de condiciones a la hora de diseñar y estructurar el proceso de enseñanza y aprendizaje. La autora desarrolla cada una de las condiciones y, además, propone ejemplos concretos de técnicas cooperativas o formas de organizar las sucesivas operaciones que los alumnos deben seguir en el momento de llevar a cabo una determinada actividad o tarea.
Finalmente, se hace hincapié en la formación tanto inicial como permanente del profesorado en técnicas de aprendizaje cooperativo como una de las claves para poner en marcha el aprendizaje cooperativo en las aulas.

Introducción

La interacción entre los alumnos, es concebida hoy en día como un factor clave en la construcción de sus conocimientos y en su desarrollo cognitivo, social y afectivo. El aprendizaje cooperativo es una estrategia metodológica que permite articular de forma positiva y eficaz estas interacciones entre alumnos. Las investigaciones realizadas constatan, de forma clara, que el aprendizaje cooperativo es superior a las estructuras individualistas y competitivas tanto en los logros sociales como académicos, también que es una metodología idónea para el desarrollo de las competencias básicas, así como un elemento imprescindible para la construcción de una escuela inclusiva que facilite el aprendizaje y la participación de todo el alumnado.

"La cooperación es la convicción plena de que nadie puede llegar a la meta si no llegan todos".  Virginia Burden.

 

La educación que necesitamos: aulas tradicionales y aulas cooperativas

Si pensamos en las competencias que necesitan nuestros alumnos para vivir en nuestro complejo mundo, seguramente veremos que coinciden con el análisis iniciado en el año 2005 por la OCDE dentro del Proyecto DeSeCo (Desarrollo y Selección de Competencias Básicas). Este análisis plantea la necesidad de formar a nuestros futuros ciudadanos en estos tres grandes grupos de competencias:

  • Usar herramientas de forma interactiva, lo que supone la capacidad para utilizar distintos lenguajes, tecnologías, etc. que permitan acceder y usar el conocimiento y la información para interactuar  efectivamente con el ambiente.
  • Interactuar en grupos heterogéneos, que requiere de la capacidad para relacionarse con los otros, para gestionar y resolver conflictos, para cooperar.
  • Actuar de forma autónoma, que implica la capacidad para elaborar y gestionar planes de vida y proyectos personales, mantener y defender derechos, intereses, límites y necesidades, así como para actuar dentro de un amplio panorama o una situación compleja.

Por otro lado, si nos preguntamos a nosotros mismos y a nuestros compañeros docentes sobre cuáles son las principales dificultades en la labor educativa actual, seguramente también muchos coincidirán y coincidiremos en cuestiones como: la falta de motivación e interés de los alumnos hacia los contenidos, los problemas de disciplina y convivencia, la falta de integración comprensiva de tantos y tan variados contenidos o la imposibilidad de atender de manera adecuada a muchos y muy diversos alumnos.

En la enseñanza más tradicional, el aprendizaje se ha basado principalmente en tres tipos de actividades: a) la explicación del docente, b) las actividades individuales del alumno y c) los exámenes de evaluación. En este planteamiento se presupone que el aprendizaje es un proceso individual que el alumno ha de realizar, siendo él mismo el responsable de lo que aprende o no aprende, lo que a su vez depende básicamente de factores cognitivos (mayor o menor capacidad intelectual) y de esfuerzo (mayor o menor trabajo). La intervención del profesor suele ser la misma para todos, generalmente una exposición de los contenidos, una explicación de ejercicios que el alumno realiza de forma individual, con su posterior corrección y una evaluación o calificación de lo aprendido previo estudio individual. El alumno tiene un papel fundamentalmente  receptivo (escucha, asimila, repite), su aprendizaje es sobre todo memorístico y es el que está ya establecido en los libros de texto. Por último, la interacción entre compañeros suele ser algo a evitar porque molesta y distrae (en clase hay que estar en silencio y trabajando cada uno a lo suyo).

Es fácil ver que, a pesar del esfuerzo y trabajo que a diario realiza el profesorado, este tipo de aulas no sirve para la educación que queremos y necesitamos. Difícilmente puede contribuir al desarrollo de competencias como la capacidad de plantear proyectos de forma autónoma, la capacidad de relacionarse con los otros, de resolver conflictos o de interactuar con los conocimientos y la información a través de distintas herramientas. Tampoco ayuda a resolver las dificultades con las que se encuentra el docente, ya que el papel pasivo e individualista (cuando no claramente competitivo) del alumnado no favorece su motivación, su interés, su implicación en sus aprendizajes, ni tampoco facilita la construcción de unas relaciones de compromiso, solidaridad o apoyo entre compañeros. Al tener que dirigirse a ese supuesto “alumno medio” siempre quedan alumnos descolgados, lo que no permite al profesor atender a todos y cada uno de los alumnos de forma individualizada.

Aprendizaje cooperativo: una estrategia para mejorar la educación

 Aula tradicional

El aprendizaje cooperativo es una herramienta con mucho potencial para responder a las necesidades de nuestras escuelas, ya que reconoce, valora y utiliza la diversidad como fuente de aprendizaje, al tiempo que contribuye al desarrollo cognitivo, social y afectivo de los alumnos, como muestran las investigaciones realizadas y como constatan día a día en sus aulas los docentes que lo están utilizando.

El aprendizaje cooperativo puede definirse como una metodología educativa que se basa en el trabajo en pequeños grupos, generalmente heterogéneos, en los que los alumnos trabajan juntos para mejorar su propio aprendizaje y el del resto de compañeros y compañeras del grupo. El aprendizaje cooperativo no sólo tiene como objetivo mejorar el rendimiento académico, sino también potenciar competencias cognitivas, sociales y de autonomía e iniciativa personal (Johnson & Johnson, 1999; y 2006; Slavin, 1999; Ovejero, 1990; Díaz Aguado, 2003; Echeíta, 1995; Torrego y Martínez, 2016).

Para Pere Pujolàs (2004) algunos de los rasgos más característicos del aprendizaje cooperativo son: a) el objetivo de los equipos cooperativos es que formen una “pequeña comunidad de aprendizaje” en la existe una doble responsabilidad: aprender y ayudar a aprender, b) entre los miembros de un grupo de aprendizaje cooperativo existe una clara interdependencia, de tal manera que si alguien no progresa los demás no pueden desentenderse de él y por tanto las relaciones que se producen entre el alumnado son de ayuda mutua y no de competencia o indiferencia; c) la diversidad en el grupo es beneficiosa para el equipo y enriquecedora, en un grupo de aprendizaje cooperativo no hay unos que “enseñan” y otros que “aprenden” sino que por el contrario, todos enseñan y aprenden y d) en los grupos de aprendizaje cooperativo se crean unos vínculos afectivos que llevan a todo el grupo a celebrar los éxitos individuales como si fueran grupales.

Algunas razones para aprender cooperando

El aprendizaje cooperativo tiene un gran valor educativo ya que incide sobre aspectos tales como:

  • El desarrollo cognitivo: la interacción positiva entre alumnos consigue aumentar la variedad y riqueza de experiencias, ayudándoles a desarrollar mayores habilidades intelectuales y a mejorar su capacidad de expresión y comprensión, además de favorecer la asimilación de nuevas estrategias para aprender, a partir de la observación de otros modelos.
  •  La reducción de la ansiedad: las experiencias de aprendizaje en equipos cooperativos fomentan la autoestima de los alumnos y la confianza en sí mismos, al producirse dentro de un entorno tranquilo, con tiempo para pensar, ensayar, plantear sus dudas, y en el que pueden recibir y dar apoyo y ayuda mutua, en aquello que necesiten.
  •  El fomento de la autonomía y la independencia: la interacción entre iguales reduce notablemente la dependencia del profesor, transfiriendo gran parte de la responsabilidad de los aprendizajes a los alumnos. Además, estas situaciones permiten que los alumnos adquieran toda una serie de estrategias de trabajo autónomo como la planificación de las tareas, el control de su progreso, la búsqueda y selección de recursos, etc.
  •  La integración y la comprensión de las diferencias: las diferencias se convierten en ventajas al ser promotoras de desarrollo a través del conflicto cognitivo o las controversias conceptuales que se producen en los equipos. Además, las interacciones positivas generan el desarrollo de conductas prosociales que favorecen la comunicación, la resolución constructiva de conflictos, etc. Todo ello sirve para compensar situaciones de desigualdad, de exclusión social, promover el acercamiento intercultural o la comprensión de las necesidades educativas especiales.
  • El desarrollo socioafectivo: las interacciones entre alumnos favorecen el desarrollo de habilidades sociales y comunicativas, así como habilidades para el trabajo en grupo. Se potencian las actitudes de apertura, confianza y amistad. Se refuerza el aprendizaje de habilidades sociales, mediante la observación de otros modelos y el desarrollo de valores y actitudes participativas, solidarias, de tolerancia, respeto mutuo, etc.
  • La motivación hacia el aprendizaje escolar: las estructuras cooperativas, indicen positivamente sobre algunas de las variables relacionadas con la motivación escolar: la atribución del éxito a causas personales (el esfuerzo, la participación, etc.); la curiosidad y la motivación continuada (p.e. la búsqueda activa de información); el compromiso con el aprendizaje (actitudes más positivas hacia los contenidos, actitud más positiva hacia la tarea); persistencia en la tarea; expectativas de éxito futuro y nivel de aspiración.
  • El rendimiento académico: las investigaciones demuestran que los alumnos aprenden más y mejor en contextos cooperativos. Esto se debe a varios factores, como: la puesta en práctica de estrategias cognitivas de mayor calidad; la búsqueda activa de soluciones a las controversias, que conduce a confrontar, valorar y enriquecer los propios puntos de vista; un procesamiento cognitivo de carácter más comprensivo, que favorece la retención de la información; el incremento de la motivación y la implicación activa en los aprendizajes, etc.
  • La mejora de la convivencia y la reducción de la violencia en la escuela, al incidir en factores decisivos en la aparición de conductas violentas como son el fracaso escolar y la falta de vínculos con los compañeros.

El aprendizaje cooperativo es una metodología que favorece en gran medida el aprendizaje de las competencias básicas, fundamentalmente la competencia social y ciudadana, la competencia comunicativa, la competencia de aprender a aprender y la competencia de autonomía e iniciativa personal. Estas competencias que pueden considerarse transversales, con la metodología cooperativa se trabajan de forma natural, práctica y significativa en la medida en que las situaciones cooperativas requieren el uso real de todas estas competencias. Por el contrario cuando se emplean habitualmente otros modelos de clase como el individualista o el competitivo, estas competencias tienen que trabajarse una manera artificial, a través de dinámicas y actividades descontextualizadas que se realizan en momentos dedicados específicamente a estos aspectos.

Pero no sólo están presentes estas competencias, también según el área y el contenido de que se trate, el trabajo cooperativo va contribuir de manera eficaz al desarrollo de las competencias digital y tratamiento de la información, matemática, cultural y artística e interacción con el mundo físico, puesto que, entre otros efectos, los procesos que se ponen en marcha en las situaciones cooperativas facilitan la comprensión y integración más profunda de los diversos aprendizajes.

La fundamentación teórica de estos beneficios la encontramos básicamente dentro del marco del constructivismo social, en el que se inscribe la teoría sociocultural iniciada por L. Vygotsky, la teoría genética de J. Piaget y la Escuela de Ginebra, con su concepto de conflicto sociocognitivo y la teoría del aprendizaje significativo de D. P. Ausubel.

Estas teorías nos dicen que el mecanismo para el desarrollo humano es la interacción social, ya que las personas construyen el conocimiento dentro del medio social en el que viven. El desarrollo individual de las capacidades psicológicas se produce en situaciones de interacción, en actividad conjunta con otras personas más competentes en el uso de los instrumentos mediadores, siendo el lenguaje la principal herramienta mediadora en una doble función: como vehículo social y como herramienta de pensamiento. La acción educativa será tanto más eficaz cuanto más se sitúe en el espacio entre lo que una persona es capaz de hacer o aprender por sí sola (nivel de desarrollo actual) y lo que puede hacer o aprender con ayuda de otras personas (nivel de desarrollo potencial). El niño es un sujeto activo que conoce el mundo actuando sobre él y reflexionando sobre sus propias acciones que son construidas a través de la interacción con los objetos o las personas. Para que este proceso avance es necesario que se produzca un conflicto entre los conocimientos y los esquemas de los que dispone la persona en un momento dado de su desarrollo y la experiencia o los datos que está recibiendo. La búsqueda activa de soluciones a ese conflicto es lo que hace enriquecer las estructuras de pensamiento y adquirir nuevos conocimientos. Por otro lado, un aprendizaje es significativo cuando una nueva información se relaciona de manera no arbitraria y sustantiva (no literal) con la estructura cognitiva de la persona que aprende. Para que se produzca el aprendizaje significativo son necesarias unas condiciones como que la información tenga una estructura lógica, que sea adecuada al nivel de comprensión del alumno, que despierte una actitud activa de atención y motivación en el alumno. 

Pues bien, en relación a estos planteamiento teóricos, se puede constatar que el aprendizaje cooperativo establece canales multidireccionales de interacción social, generaliza las actuaciones de construcción de conocimientos compartidos, promueve actuaciones de los alumnos dentro de las zonas de desarrollo potencial respectivas, facilita un mayor uso y dominio del lenguaje en su doble función y genera un entorno favorable a la promoción del aprendizaje entre todos. Además, los agrupamientos heterogéneos generan con facilidad conflictos socio-cognitivos, que conducen a la reestructuración de los aprendizajes a través de la búsqueda de nuevas soluciones y la asimilación de perspectivas diferentes de las propias, lo que a su vez facilita que las producciones de los alumnos sean  más ricas. El trabajo en equipo permite la modificación de los contenidos hasta adecuarlos al nivel de comprensión de los alumnos; el diálogo, la discusión, facilitan un mejor procesamiento y una mayor comprensión de la información y los alumnos disponen del tiempo necesario para asociar sus ideas previas con las nuevas, facilitando así que los aprendizajes sean significativos. [1]

 

Aprendizaje cooperativo: una estrategia para mejorar la educación                Aula cooperativa

 

No es lo mismo el trabajar en grupo que aprender en equipos cooperativos

Como puede intuirse por lo dicho hasta ahora, existe una diferencia sustancial entre lo que conocemos como trabajo en grupo y lo que es el aprendizaje cooperativo. Todos sabemos que no basta con agrupar a los alumnos y decirles que trabajen en equipo para que sin más se dé la cooperación. Para que estos métodos puedan cumplir sus objetivos y desarrollar todas sus potencialidades, han de tenerse en cuenta una serie de condiciones a la hora de diseñar y estructurar el proceso de enseñanza y aprendizaje. Estas condiciones son[2]:

  • Formación de grupos heterogéneos para potenciar situaciones de conflicto sociocognitivo, de andamiaje, de complementación de funciones, habilidades, destrezas, etc. Para ello son precisos equipos de aprendizaje pequeños (de 4 a 6 miembros) y estables durante algún tiempo. La heterogeneidad puede afectar a variables como el nivel de competencia curricular, las habilidades cooperativas, el sexo,  las capacidades cognitivas, las destrezas en un área determinada, etc. Es necesario tener un buen conocimiento de nuestro alumnado para así poder formar equipos eficaces que puedan aprender cooperando.
  • Establecimiento de una interdependencia positiva dentro de los grupos, para que los alumnos estén vinculados de tal manera que perciban que, para alcanzar el éxito conjunto, son necesarios los esfuerzos de todos y que los éxitos de cada integrante no sólo le benefician a él, sino también al resto del grupo. Esto se consigue, por ejemplo, mediante el establecimiento de metas grupales y la realización de trabajos en cadena, o la necesidad de coordinar recursos.
  • La adopción de medidas que aseguren la responsabilidad individual para evitar la pasividad de algunos alumnos (“efecto polizón” o “parasitismo social”). De esta manera, cada miembro del equipo es responsable de cumplir con las tareas que le corresponden para conseguir los objetivos comunes del equipo, por ejemplo, mediante el empleo de estrategias de evaluación individualizada, el uso de guías de observación o la autoevaluación individual y grupal.
  • La utilización de un sistema de refuerzos y un modelo de evaluación que promueva la igualdad de oportunidades para el éxito, mediante procedimientos personalizados y flexibles que tengan en cuenta una amplia gama de destrezas y habilidades, en los que se exija a cada alumno en función de sus posibilidades y se valoren sus progresos comparándolos con sus registros personales anteriores.
  • Asegurar una interacción estimuladora cara a cara, disponiendo el aula de forma que se pueda producir una interacción verbal y visual entre los alumnos que facilite la comunicación y las interacciones de ánimo, ayuda, intercambio de opiniones, exigencia de esfuerzo, confianza mutua, etc.
  • El empleo de estrategias metodológicas que promuevan el procesamiento cognitivo de la información por parte de los alumnos, mediante el diálogo y la ayuda mutua. Esto supone confrontar los puntos de vista, explicar, aclarar dudas, proponer ejemplos, etc., evitando el mero hecho de dar y recibir simples respuestas acabadas, que no producen aprendizajes efectivos.
  • El empleo de estrategias para el desarrollo de habilidades cooperativas, que deben enseñarse de forma explícita, ya que son un requisito imprescindible para poder trabajar en equipo.
  • El establecimiento de dinámicas de evaluación grupal dentro de los equipos que sirvan para impulsar la cooperación entre los miembros del equipo y mejorar su funcionamiento y rendimiento.

El empleo de técnicas cooperativas [3]garantiza en gran medida los procesos anteriores. Una técnica o una estructura cooperativa es una determinada forma de organizar las sucesivas operaciones que los alumnos deben seguir en el momento de llevar a cabo una determinada actividad o tarea. Es importante tener en cuenta que para que una técnica sea realmente cooperativa tiene que cumplir al menos dos condiciones: a) que se dé una participación equitativa para que todos los miembros del equipo puedan participar activamente, para ello las actividades han de ajustarse a las posibilidades de cada unos de los alumnos y b) que dentro del equipo se dé una interacción simultánea con diálogo, ayuda, frases de ánimo, etc.

Un ejemplo es la técnica simple denominada “Lápices al centro” que consiste en lo siguiente: el maestro da a cada equipo una hoja con tantas preguntas o ejercicios sobre el tema que trabajan en la clase como miembros tiene el equipo de base. Por turnos, cada alumno se va encargando de dirigir (no de hacer) el ejercicio que le toque. El primero lee el primer ejercicio y entre todos deciden cuál es la mejor forma de hacerlo; mientras dialogan y lo deciden, dejan sus lápices en el centro de la mesa para indicar que ahora solo se puede hablar y escuchar y no se puede escribir. Cuando todos tienen claro lo que hay que hacer, cada uno coge su lápiz y escribe o hace el ejercicio en cuestión. En este momento no se puede hablar, solo escribir. Después, otro alumno lee el segundo ejercicio, y así sucesivamente hasta completar todos los ejercicios. Como puede verse esta técnica asegura la participación y la interacción de todos los miembros del grupo.

Aprendizaje cooperativo: una estrategia para mejorar la educación

Vídeo: Lápices al centro 2º de Educación Primaria, Colegio Ártica (Madrid). 

Algunas claves para la puesta en marcha del aprendizaje cooperativo en las aulas.

El papel del profesor es imprescindible en la organización y ayuda que ha de prestar a los grupos. Debe realizar una cuidadosa planificación previa de aspectos como: objetivos que persigue, tamaño de los grupos, criterios de composición de los mismos, distribución de espacios en el aula, elaboración de material, etc. A continuación, ha de explicar claramente la tarea a la clase, realizar un apoyo durante su desarrollo, conclusión y evaluación. Es necesario que el profesor enseñe habilidades de colaboración, procedimientos para resolver las cuestiones que se vaya planteando el grupo, estrategias de toma de decisiones, etc.

Según Pere Pujolàs (2008), la estructuración cooperativa del aprendizaje en el aula supone el trabajo del profesorado sobre tres ámbitos:

  • Un ámbito dirigido a generar la cohesión del grupo a través de dinámicas, juegos de conocimiento, comunicación, etc., de tal manera que los alumnos poco a poco tomen conciencia de grupo y se vayan constituyendo en una pequeña comunidad de aprendizaje
  • Un ámbito que comprende actuaciones dirigidas a utilizar el trabajo en equipo como recurso para enseñar, entre las que se encuentran el establecimiento de equipos esporádicos o estables, el empleo de estructuras o técnicas cooperativas simples y complejas.
  • Un ámbito con actuaciones encaminadas a enseñar a los alumnos a trabajar en equipo, organizando equipos estables, utilizando recursos para organizar el equipo (p. e. estableciendo distintos roles dentro del equipo), enseñando a planificar y evaluar el trabajo dentro del equipo, enseñando habilidades de cooperación, etc.

Estos ámbitos están estrechamente interrelacionados, de tal manera que, por ejemplo, cuando se trabaja sobre técnicas cooperativas, se está contribuyendo a cohesionar el grupo y a que los alumnos aprendan a trabajar en equipo o cuando estamos enseñando a trabajar en equipo, los alumnos emplean mejor las estructuras cooperativas y se contribuye a una mayor cohesión de grupo.

Una secuencia de actividades que podemos realizar para introducir el aprendizaje cooperativo en el aula es la siguiente: comenzaremos con dinámicas que faciliten el conocimiento de los alumnos, la confianza y la comunicación para ir generando esa cohesión grupal imprescindible para el trabajo en cooperación[4]. Podemos ir introduciendo unas primeras actividades cooperativas sencillas, como el trabajo por parejas con técnicas simples (p.e. parejas de lectura, revisión de dos minutos, etc.). Paralelamente, iremos trabajando habilidades sencillas de cooperación (p.e. habilidades de comunicación para dar y pedir ayuda, respeto de turnos, escucha), estableciendo rutinas de trabajo que aportan mucha seguridad y que normalmente funcionan muy bien, lo que incrementa la sensación de éxito y la motivación hacia las actividades cooperativas y las tareas en general. Todas estas actividades nos permiten ir conociendo mejor a nuestros alumnos en distintos aspectos (capacidad de ayuda, nivel de conocimientos, conductas, intereses…) y este conocimiento es de mucha utilidad para pasar a otra fase tan importante como es la formación de los equipos base, que son equipos estables de 3-6 miembros que trabajan juntos durante un cierto tiempo, ( p.e. un trimestre), para que así puedan aprender a trabajar juntos.

Cuando ya tenemos los equipos base, es el momento de ir introduciendo funciones individuales (roles) a medida que se vayan necesitando, los enseñaremos de forma explícita y en principio partiremos de una sola tarea para cada uno de ellos y posteriormente iremos añadiendo otras. Básicamente, serán de utilidad cuatro funciones: (a) Dirigir las actividades y dar el turno de palabra; (b) Comunicarse con el profesor y los otros grupos; (c) Vigilar el nivel de ruido y (d) Llevar la agenda del grupo y revisar que todos han cumplido con su trabajo

También es el momento de emplear técnicas cooperativas y de que los equipos se doten de unas normas consensuadas entre todos. Todo esto contribuye a desarrollar una buena organización que da estructura al grupo, proporciona metas claras y compartidas, donde todos tienen tareas, donde existen unas normas y se abordan los problemas que van surgiendo a través de procedimientos educativos.

 

NORMAS

  • Nivel de ruido: “Hablamos bajito”(*)
  • Dar ayuda: “Si nos lo piden, ayudamos a nuestros compañeros y dejamos nuestra actividad”; “Damos pistas y explicaciones, sin dar la solución”.
  • Pedir ayuda: “Pedimos ayuda si la necesitamos”.
  • Gestionar el material y mantener el orden en espacio del equipo: “Compartimos y respetamos el material, “Mantenemos nuestro sitio limpio y ordenado”.
  • La forma de tratarnos y comunicarnos: “Respetamos el turno de palabra”, “Nos decimos las cosas de buenas maneras”.
    Cumplimiento de los roles: Cumplimos nuestros roles”.

(*) Las normas han de ser enunciadas en positivo para indicar con claridad lo que queremos conseguir, es conveniente que utilicemos la primera persona del plural para que todos/as se sientan incluidos en su cumplimiento

Ejemplo de normas básicas para la etapa de Educación Primaria

Para ir consolidando las fases anteriores es importante ir poco a poco garantizando experiencias de éxito que animen a nuestros alumnos a querer trabajar en equipo. Entonces llegará una fase de rendimiento eficaz de los equipos en el que se profundizarán y afianzarán las habilidades y procedimientos que hemos ido introduciendo por lo que podremos dar una paso más, trabajando los planes de equipo en la que los alumnos han de realizar una definición clara de objetivos y procedimientos de trabajo. Además, es también imprescindible dedicar tiempo a la evaluación del funcionamiento de los equipos y de la clase en general.

 

PLAN DE EQUIPO

Nombre del equipo:

Proyecto o Unidad Didáctica:

Fecha: Desde hasta

Miembros del equipo:

Responsabilidad dentro del equipo (roles) Nombre y apellidos Valoración
     
     
     
     

Objetivos del equipo Valoración
   
   
   
   

Compromisos personales Nombre y firma Valoración
     
     
     
     

Ejemplo de Plan de Equipo

COEVALUACIÓN de cada uno de los miembros del equipo

Nombre:

Fecha:

  REGULAR BIEN MUY BIEN EXCELENTE
Participación y cooperación        
Cumplimiento de tareas y compromisos        
desempeño del rol asignado        

PROPUESTA DE MEJORA:

Además de todo lo anterior, es necesario considerar el aprendizaje cooperativo dentro del contexto más amplio del centro educativo como espacio institucional. El trabajo en equipo no puede entenderse al margen del currículo, las prácticas de evaluación o la cultura y la organización del centro. Como hemos visto, para trabajar en equipos cooperativos,los alumnos deben desarrollar toda una serie de capacidades  que sólo serán posibles a partir de una iniciativa global que las promueva y de la práctica habitual en diversos contextos. Desde esta perspectiva, es necesario favorecer estrategias que faciliten la cooperación entre los profesores y entre los distintos miembros de la comunidad educativa, así como impulsar la creación de espacios de reflexión y trabajo en equipo dentro del centro que hagan posible un compromiso colectivo con la cooperación como estrategia de mejora de la educación.

 

El aprendizaje cooperativo en la formación inicial y permanente del profesorado

En la Comunidad de Madrid, el grupo de investigación: “Inclusión y Mejora Educativa: Convivencia y Aprendizaje Cooperativo” (IMECA)[5] reconocido por la Universidad de Alcalá, está impulsando esta metodología en distintos ámbitos. Desde hace más de diez años desarrolla un postgrado para formar Expertos Universitarios en Aprendizaje Cooperativo, tanto en formato presencial como online. Son muchos los docentes que ya han realizado esta formación y que están  implantando el aprendizaje cooperativo en sus aulas y en sus centros. También entre la oferta de estudios de la Universidad de Alcalá se incluye esta metodología didáctica, en concreto, en los grados de formación del profesorado en Magisterio, en diversas asignaturas y  en una Mención dedicada a la inclusión educativa. Por otra parte, este grupo lleva adelante una línea de investigación en este campo que revierte en el trabajo de asesoramiento y formación que realizan y en acciones de colaboración con los centros educativos. De esta manera, la investigación, la formación, el asesoramiento y el contacto permanente con las prácticas de aula, está permitiendo generar conocimientos útiles para mejorar las metodologías didácticas, desde un enfoque inclusivo conectado con la realidad de las aulas y los centros educativos.

 

Bibliografía y webgrafía

  • Díaz-Aguado, M.J. (2003). Educación intercultural y aprendizaje cooperativo. Madrid: Ediciones Pirámide.
  • Echeita, G. (1995). El aprendizaje cooperativo. Un análisis psicosocial de sus ventajas respecto a otras estructuras de aprendizaje.  En Fernández, P. y Melero, M.A. La interacción social en contextos educativos. Madrid: Ed. S. XXI.
  • Johnson, D. W., Johnson, R. T. (Eds.) (2006). El aprendizaje cooperativo en el aula (2ª reimp. ed.). Buenos Aires: Paidós.
  • Johnson, D. W. y Johnson, R. T. (1999). Aprender juntos y solos. Aprendizaje cooperativo, competitivo e individualista. Buenos Aires: Aique.
  • Negro, A., Torrego, J. y Zariquiey, F. (2012). Fundamentación del aprendizaje cooperativo. Resultados de las investigaciones sobre su impacto. En, Torrego, J. C. y Negro, A. Aprendizaje cooperativo en las aulas. Fundamentos y recursos para su implantación. Madrid: Alianza Editorial.
  • Ovejero Bernal, A. (1990). El aprendizaje cooperativo una alternativa eficaz, a la enseñanza tradicional. Barcelona: PPU.
  • Pujolàs. P. (2008). 9 ideas clave. El aprendizaje cooperativo. Barcelona: Graò.
  • Pujolàs. P. (2004). Aprender juntos, alumnos diferentes. Los equipos de aprendizaje cooperativo en el aula. Barcelona: Eumo-Octaedro.
  • Slavin, R. E. (1999). Aprendizaje cooperativo: Teoría, investigación y práctica. Buenos Aires: Aique.
  • Torrego, J.C. y Martínez, C. (2016). Aprendizaje cooperativo y mejora de la convivencia en los centros y las aulas. En Mayordomo, R. M. y Onrubia, J.  (Coords.). El aprendizaje cooperativo. Barcelona: UOC.
  • Torrego, J. C. y Negro, A. (Coords.) (2012). Aprendizaje cooperativo en las aulas. Fundamentos y recursos para su implantación. Madrid: Alianza.


[1]   Para ampliar información sobre la fundamentación teórica se puede consultar Negro, A., Torrego, J. y Zariquiey, F. (2012). Fundamentación del aprendizaje cooperativo. Resultados de las investigaciones sobre su impacto. En, Torrego, J. C. y Negro, A. Aprendizaje cooperativo en las aulas. Fundamentos y recursos para su implantación. Madrid: Alianza Editorial.

 [2] Una descripción detallada de estas condiciones se encuentra en Moruno, P., Sánchez, M. y Zariquiey, F. (2011). La red de aprendizaje. Elementos, procedimientos y secuencia. En Torrego, J.C. (Coord.) Alumnos con altas capacidades y aprendizaje cooperativo. (págs. 204-242). Madrid: Pryconsa y Fundación SM. Recuperado en octubre de 2016, de http://www.fundacionpryconsa.es/media/Altas_capacidades_y_aprendizaje_cooperativo.pdf

  [3] Pueden verse ejemplos de distintas técnicas cooperativas en:

 [4]  Pueden verse ejemplos de distintas dinámicas de cohesión grupal en:

[5] Grupo de Investigación Inclusión y Mejora educativa (2016). Convivencia y aprendizaje cooperativo (IMECA).  Recuperado en octubre de 2016, de http://www3.uah.es/convivenciayaprendizajecooperativo/?page_id=62

 

Concepción Martínez Vírseda