
Las escuelas y las familias están intrínsecamente interrelacionadas durante un periodo fundamental del ciclo vital, la primera infancia, en el que se producen vivencias y experiencias claves en el desarrollo del ser humano. Ambos contextos, escolar y familiar, requieren cooperar para trabajar por un objetivo común: el desarrollo armónico de todas las capacidades de los niños y las niñas. A lo largo de estas páginas reflexionamos sobre lo que implica la colaboración y la responsabilidad compartida desde una perspectiva inclusiva y sistémica, apuntando algunas posibilidades para continuar profundizando y mejorando la relación entre ambos contextos.
Ángeles Medina de la Maza.
Maestra, pedagoga y terapeuta familiar.
Equipo de investigación Desarrollo Temprano y Educación (DETEDUCA)