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Visor

Nuestros alumnos en Alemania

Adrián Hernández Blázquez

Nunca había hecho un intercambio pero cuando me dijeron que quedaba una plaza libre no me lo pensé dos veces y me apunté. Enseguida me puse en contacto con la familia y me explicaron cosas sobre su ciudad y su familia, mi compañero tenía 15 años, uno menos que yo, y  era muy simpático aunque un poco tímido.

Cuando llegaron aquí los alemanes los recibimos en el aeropuerto y por fin nos conocimos todos. Fueron pasando los días y cada vez nos llevábamos mejor, reconozco que al principio nos costaba un poco comunicarnos, pero poco a poco nos conseguíamos entender. Mi familia intentaba que se sintiera como en casa y le tratábamos como si fuese uno más de nuestra familia, la comida española le encantaba y comía de todo excepto jamón.

Nos llevábamos muy bien y quedábamos todas las tardes para  hacer algo diferente, fuimos a Madrid, a El Escorial, a Toledo etc., un día estando en el centro de Madrid nos encontramos a Cristiano Ronaldo, eso nos hizo bastante ilusión.

La verdad es que su estancia en España se me hizo muy corta, el último día les hicimos una fiesta  y a la mañana siguiente  nos despedimos en el aeropuerto, con  tristeza aunque sabíamos que les íbamos a volver a ver en poco tiempo.

Transcurrieron los meses y nos tocó a nosotros ir allí, yo estaba muy contento porque empezaba mi verano aunque un poco nervioso porque no sabía como iba a ser aquello.

Aterrizamos en el aeropuerto de Frankfurt donde nos estaban esperando nuestras respectivas familias, mi familia vivía en una casita aislada en mitad del bosque, la verdad que el sitio era muy bonito, estaba a una media hora de distancia de la ciudad mas próxima, Wiesbadem. Tenían dos perros y un jardín inmenso, pero  no había vecinos solo un “mini-golf” y un restaurante.

La familia me trataba muy bien y me ponían un montón de platos, que me resultaban bastante diferentes y extraños, un día me sorprendió en especial una verdura que amargaba si la comías, pero la madre nos la hizo en un pastel y estaba bastante buena.

Su instituto era muy diferente al nuestro, los alumnos podían entrar y salir cuando quisieran. Cada día tenían cinco asignaturas que duraban más tiempo, daban música, ciencias, alemán, matemáticas, inglés, educación física, español (que era un optativa aunque la mayoría de ellos la elegían) y una asignatura que a mi me sorprendió mucho, la tenían una vez a la semana y consistía en  hablar y debatir las nuevas leyes que había aprobado el gobierno.

Las clases me parecían más amenas porque eran más participativas, veían películas, escuchaban canciones y hacían debates, no tenían un profesor para cada asignatura sino que un mismo profesor les daba varias y al comenzar el curso cada alumno tenía que elegir que proyecto quería realizar a lo largo del curso, los proyectos eran muy diferentes por ejemplo mi compañero realizaba un proyecto sobre luces y sonido y todas las semanas practicaba montando las luces del escenario, haciendo pruebas de sonido etc. Hay que decir que este no era un instituto normal.

La primera semana hizo mucho calor  así que dimos la clase de educación física en la piscina que por cierto estaba abarrotada, pero el tiempo nos cambió bruscamente y la segunda semana nos hizo mucho frío. Cada día hacíamos algo distinto, fuimos a Frankfurt, navegamos por el río Rin, hicimos barbacoas en el campo etc.

A lo que mas me costó adaptarme fue a los horarios, normalmente desayunábamos a las 7, comíamos a las 12:30 y cenábamos sobre las 6:30, me resultaba extraño pensar que cuando yo cenaba, en España estaban merendando.

Se me hizo muy corto el viaje pero me encantó la experiencia, conocí sitios muy interesantes y lo más importante hice buenos amigos que espero poder ver dentro de poco.

Le recomiendo a todo el mundo que tenga la oportunidad de realizar un intercambio que la aproveche  porque la experiencia es insuperable.