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Visor

IES San Mateo. El grupo de teatro del Instituto San Mateo

Revista Digital Educamadrid

Fecha de publicación 22 de abril de 2016

Resumen

Se narra el nacimiento del grupo de teatro del IES San Mateo y como, partiendo desde cero, han conseguido formar un grupo capaz de ganar un Primer Premio del Certamen de teatro de la Comunidad de Madrid en 2015. Se trata de una experiencia de aprendizaje compartido en el que profesorado y alumnado han progresado a la par y ambos han obtenido un gran reconocimiento a su trabajo.

Experiencias

Nivel. Educación Secundaria

Autora

Ana Concha González

IES San Matéo (Madrid)

“Actuar es salir del mundo para entrar en la vida”

Charles Chaplin

En septiembre de 2012 me incorporé al claustro del Instituto San Mateo como profesora de Latín. Hasta entonces, mi vinculación con el teatro no había ido más allá de un simple interés como espectadora y lectora, aunque en alguna ocasión había promovido algún pequeño montaje con mis alumnos, consciente de los beneficios del teatro en los grupos de adolescentes. Por eso, cuando el director planteó la posibilidad de crear un grupo en el San Mateo, no lo dudé ni un instante y me ofrecí voluntaria para dirigirlo.

Entre las particularidades del Bachillerato de Excelencia está la existencia de un programa de actividades extracurriculares que se desarrollan en horario de tarde. Cada profesor, en función de la demanda, diseña un curso o taller al que los alumnos acuden libremente. Se trata de un complemento formativo que en ningún caso se refleja en la nota y que trata de ir más allá de la rutina del aula, supeditada al rigor de contenidos y competencias. Pues bien, en este contexto nació nuestro grupo, llamado a competir con los demandados idiomas, el “Taller de Relatividad”, las “Matemáticas para un mundo real” o el “Diseño por ordenador”.

Quizá por eso solo diez alumnos se animaron a apuntarse, diez valientes cuyo perfil no hacía sospechar, en principio, grandes talentos para la dramaturgia. ¡Cuánto me equivocaba! Ese primer e inexperto elenco contaba ya con grandes actores que pronto tendrían oportunidad de mostrar su valía.

Como el instituto había echado a andar apenas un año antes, todo era nuevo, por eso, desde su génesis, la meta de nuestro grupo fue concurrir al certamen que, cada año, organiza la Comunidad de Madrid, lo que nos daba la excusa perfecta para abordar el trabajo de un modo serio y coherente, lo cual, dada mi inexperiencia, era un buen punto de partida.

Éramos novatos pero estábamos llenos de ilusión y ganas de aprender. Con todo hoy, cuando miro atrás, me asombro de lo mucho que hemos avanzado en tan poco tiempo pues aquel año trabajábamos por inercia y hay que reconocer que, a pesar del esfuerzo y la dedicación, la calidad de nuestros montajes dejaba mucho que desear, pues los buenos actores no bastan si la dirección no acompaña. Y, ciertamente, por aquel entonces, esta directora andaba coja de experiencia y formación.

Como era de esperar no conseguimos pasar el corte. Sin embargo, el solo el hecho de participar y vivir la emoción de subirnos a un escenario, colmó con creces nuestras expectativas. Además, el excelente trabajo de los compañeros era un acicate para mejorar y seguir avanzando con un nuevo reto en el horizonte: conseguir el pase a la final en la siguiente edición.

Representación del El Caballero de Olmedo

Representación del El Caballero de Olmedo

Y llegó el nuevo curso. Contra todo pronóstico, el número de alumnos interesados en formar parte del grupo se había duplicado. El teatro se iba consolidando en un instituto que, a priori, parecía enfocado hacia actividades más académicas, dado el perfil de su alumnado.

Con el firme propósito de aprender de los errores y consciente de que, como directora del grupo, necesitaba formación, me apunté al curso de dicción del verso clásico que organiza cada año la Comunidad de Madrid en colaboración con la RESAD. Aquello fue realmente estupendo. La calidad del profesorado que impartía las clases no podía ser mejor. Junto a ellos descubrí un mundo de acentos, sílabas y sinalefas que hacían de los versos un nuevo espacio en el que moverme y crecer. Con estas nuevas armas nos pusimos manos a la obra, escogiendo dos escenas, una de Lope –de El Caballero de Olmedo- y otra de Bodas de sangre, célebre tragedia del poeta granadino.

Representación del El Caballero de Olmedo

Representación del El Caballero de Olmedo

Y entonces, cuando ya teníamos todo listo para empezar, se produjo el milagro. Cual "deus ex machina" apareció en nuestras vidas Yolanda Mancebo Salvador. Tras once años en la RESAD –seis como estudiante y cinco de profesora- Yolanda une a su sólida formación una pasión por el teatro que la desborda y alcanza a todo el que está a su lado. Una gran pérdida, sin duda, para la RESAD pero una ganancia imponderable para el San Mateo. Y es que a Yolanda hay que verla en acción para entender la profundidad de su compromiso con la escena y hasta qué punto su vida cobra sentido cada vez que se alza un telón. Con ella aprendimos que no hay escena sin conflicto, que cada movimiento ha de tener un sentido claro y comunicar un mensaje, que nada puede repetirse ni estar de más y que el gesto nace ligado a la palabra de modo indisoluble...

A partir de entonces, los alumnos y yo esperábamos ansiosos las tardes de los lunes con la ilusión del explorador que se adentra en una selva desconocida, llena de matices y misterios apasionantes que, de pronto, parecían estar a nuestro alcance.

Representación del El Caballero de Olmedo

Representación del El Caballero de Olmedo

Tras largos y reveladores meses de trabajo, al fin llegó el día de la fase clasificatoria. Estábamos realmente satisfechos con el resultado. Nuestras propuestas tenían un sentido claro, nos habíamos esforzado mucho y, sin duda, el sacrificio había merecido la pena. Era la magia del teatro…

Por eso -por qué no decirlo- nos llevamos una gran decepción cuando conocimos que solo la escena de Lope se había clasificado para la final. Sin embargo, pronto comprendimos que el mejor premio es el trabajo. ¡Qué alegría al ver nuestro esfuerzo reconocido con dos menciones honoríficas, una a la mejor puesta en escena y otra al papel actoral de nuestro “Caballero de Olmedo”! Realmente era mucho lo que habíamos conseguido en tan poco tiempo. Además, por fin sentíamos que estábamos preparados para alcanzar el reto definitivo: el primer premio del certamen.

Y así fue, al año siguiente "La devoción de la cruz" de Calderón de la Barca nos regaló la victoria, que vino acompañada del reconocimiento a nuestra labor como directoras por el "Caballero de Olmedo" que finalmente hacían posible el milagro.

Representación de "La devoción de la cruz" obra ganadora del Certamen de Teatro de la Comunidad de Madrid en 2015 en el auditorio de la RESAD

Representación de "La devoción de la Cruz" obra ganadora en el
Certamen de Teatro de la Comunidad de Madrid en 2015 en el auditorio de la RESAD

No podemos describir lo que significó ver a nuestros alumnos sobre el imponente escenario del teatro de la RESAD, rodeados de los mejores medios técnicos y ante un auditorio lleno hasta la bandera. Realmente indescriptible y profundamente catártico. ¡Nuevamente la magia insondable del teatro!

Por eso, como codirectora del grupo escénico del San Mateo, vaya mi aplauso para el trabajo de organización y coordinación que se realiza desde la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid para seguir promoviendo, cada año, esta actividad tan necesaria y formativa. Gracias ella, más de un centenar de alumnos de Secundaria y Bachillerato -a golpe de redondillas, décimas y romances- han hecho suyo el teatro de los Siglos de Oro, una de las joyas artísticas más preciadas de nuestro patrimonio nacional.

Nosotros, desde luego, si algo hemos aprendido en estos años, es que –sea cual sea el contexto- el escenario es siempre la mejor terapia contra la rutina, pues nos transporta a otros mundos, encarnando personajes sobre los que proyectar nuestros propios problemas y esperanzas. Y la ilusión que se genera con cada ficción, tiene siempre reflejo en la realidad, que se llena de matices. Por eso, también para alumnos brillantes y esforzados -como los que acuden al San Mateo- el teatro es necesario, pues es un modo de descargar la presión y la responsabilidad cotidiana, fomentando otras facetas, más creativas y artísticas, pero igualmente fundamentales para el desarrollo personal.

Por eso seguimos hacia delante, con nuevos proyectos y renovadas ilusiones. Esperamos seguir creciendo y aprendiendo de los compañeros y también de nosotros mismos. Porque, como decía Charles Chaplin: “actuar es salir del mundo para entrar en la vida” y, en ese sentido, aún nos queda mucha vida por vivir.

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Fecha de publicación: 22 de abril de 2016