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Nona Fernández Nona Fernández

Chilean Electric

Nona Fernández evoca los recuerdos de su niñez junto con los de su abuela para explicar el desarrollo y auge de la ciudad de Santiago. A través de estos recuerdos se traslucen diversos sentimientos. Por una parte, son recuerdos de nostalgia familiar como la ilusión de su abuela, a la que le dedica su novela, o el encendido de luces en la Plaza de Armas donde se vive este nuevo avance y gran desarrollo para la ciudad como símbolo de júbilo, alegría y asombro. Esto contrasta por otro lado, con los aspectos negativos reflejados en escenas que hablan del abuso de poder por parte de los carabineros hacia un niño al que le hacen perder un ojo o el producido hacia los trabajadores que, con el aumento de horas de trabajo, derivado de los avances de la electricidad, perdieron algunos derechos que antes tenían. Por tanto, se exponen diversos recuerdos con saltos en el tiempo, en los que la Plaza y la luz evocan recuerdos tanto positivos como negativos, exponiendo vivencias aparentemente contrapuestas que trajeron consigo no solo luz sino también oscuridad a la sociedad chilena.

La plaza de Armas, así como sucedía en la lectura de La esquina es mi corazón de Lemebel, se sitúa como espacio de actividades importantes a nivel social, cultural y político, resignificándose con el paso de los años y estableciéndose como un lugar de memoria histórica. Ejemplo de ello son las alusiones al grupo Illapu de música con su «Vuelve», el espacio que han elegido los peruanos en la actualidad para reunirse y evocar su ciudad de Lima, los caballitos de madera que ella recuerda, que aún hoy en día existen para los niños como actividad lúdica y de recreo para plasmar en un recuerdo fotográfico, así como el núcleo de manifestaciones producidas en la época tanto previa como posterior al gobierno de Salvador Allende.

Por parte de la narradora, hay un mayor conocimiento del partido de izquierdas. Se posiciona a nivel político del lado socialista al que perteneció también su abuela, la cual trabajó como secretaria para Clodomiro Almeyda, ministro de trabajo durante el gobierno previo a la dictadura. Además, la protagonista y narradora, declara que participó como estudiante a sus 13 o 14 años en manifestaciones y en la repartición de panfletos propagandísticos. No obstante, su opinión termina siendo comprometida cuando habla del niño apaleado que perdió la vista del ojo izquierdo, y denuncia el abuso de las fuerzas militares y policiales a través de términos despectivos como «milicos» o «paco cobarde» en sus actuaciones violentas hacia la población cuando ésta decide manifestarse pacíficamente, ya sea para denunciar la desaparición de familias o los crímenes de la dictadura.

Resulta interesante la relación que establece Nona Fernández entre la pérdida de la visión del niño anteriormente mencionado como consecuencia de la imposición de un sistema injusto y abusivo con el pueblo de Chile, el cual de alguna forma comienza con la llegada de las empresas extranjeras al país, ejemplificadas en el libro a través de CETA. El chico protestaba en esa manifestación por crímenes de estado producidos durante la dictadura, como la protagonista. Una dictadura que vino provocada por la oposición de las empresas extranjeras confabuladas con los dirigentes y ricos del país que querían evitar a toda costa la nacionalización de las materias primas que pretendía llevar a cabo el presidente socialista Salvador Allende.

«Me costó entender el juego siniestro de esa puesta en escena. El precio de la electricidad en Chile es uno de los más altos en Latinoamérica» dice la protagonista. Ella denuncia que se creó una dependencia para establecer una necesidad transformada en lujo, la cual, hasta el día de hoy, sigue teniendo sus beneficios para las empresas extranjeras en un país oprimido por la privatización de bienes esenciales como el agua, el cobre, el salitre… en la que en un intento de manipulación y adoctrinamiento «se nos dice que…» deben seguir ciertos consejos para «ahorrar» y obtener un consumo moderado, aun pagando cantidades desorbitadas de dinero por algo que realmente debería pertenecer al pueblo.

Por último, he de destacar la denuncia de crímenes de estado que hace la escritora a través de la familia desaparecida: Recabarren Mena[1], a la que el cantautor y compositor Víctor Jara le dedicó una canción. A través de este testimonio se ejemplifica el caso individualizado de una gran parte del colectivo chileno, donde miles de familias que deseaban cambiar los hábitos y políticas de su país a través de las urnas, fueron asesinados, apaleados y desaparecidos, tal cual ocurrió más tarde en otras partes del cono sur: Argentina y Uruguay. Con la vuelta al presente de esta historia, Nona Fernández reclama la memoria histórica de Chile, la cual durante muchos años ha permanecido a la sombra para no abrir heridas y crear brechas aún más profundas de las que ya se encuentran soterradas en la historia de este país.    



[1] Fundador del Partido Comunista y presidente del Partido Obrero Socialista.

Horacio Castellanos Horacio Castellanos

Insensatez

Insensatez es una novela de ficción de Horacio Castellanos Moya que fue publicada en 2004. En ella, un narrador anónimo en primera persona cuenta su experiencia de corrección ante un texto poco convencional para la época [suponemos que se tratan de los testimonios de informe Guatemala: Nunca más (1998)] en el que se denuncia el genocidio indígena perpetuado por las fuerzas militares en el país centroamericano durante la década de 1980.

Este narrador periodista salvadoreño, el cual nos es difícil situar en tiempo y espacio dados los pocos datos que se aportan, presenta un gran interés por las frases poéticas tomadas de los testimonios que se van exponiendo a lo largo de la novela aportando riqueza al transcurrir de la misma. Están insertados de tal manera que proporcionan una especie de «collage literario»[1], a través del cual se expresan tanto él como las víctimas, dejando entrever las atrocidades y sucesivas violaciones de los derechos humanos que, combinados con los datos autobiográficos y la obsesión por el descubrimiento de la verdad, le llevan a un estado de psicosis y paranoia ocasionando finalmente que «ya para cuando su equilibrio mental se deteriora, los límites de lo real con lo imaginario se disuelven, situación que alcanza al mismo lector porque carece de otra perspectiva con la cual se pueda contrastar lo relatado»[2].

En esos versos resalta a la vista el hipérbaton que quiere impresionar y llamar la atención del lector a través de la sintaxis comunicándonos las consecuencias de la dolorosa destrucción de la cultura indígena: «Que siempre los sueños allí están todavía». Percibimos el cambio de los adverbios anteponiendo el de lugar al de tiempo, para intensificar a idea de permanencia del carácter de los indígenas.

El estado mental que muestra el relator-personaje, ejemplifica claramente las consecuencias de vivir bajo un estado político de autoritarismo militar que, como ya ha sido mencionado en anteriores reseñas, pueden provocar graves consecuencias psíquicas en la mente de los ciudadanos conseguidas a través del miedo y el terror tal y como ocurría en La mujer en cuestión. Ejemplo de ello es la frase con la que comienza el libro en la que se deja vislumbrar la insensatez de las víctimas: «yo no estoy completo de la mente». Partiendo de ella, Castellanos alude no solo al colectivo indígena masacrado, sino también a la sociedad que nos envuelve y por último al propio personaje el cual termina volviéndose loco.

Todos estos hechos contrastan intensamente con la ironía y la comicidad de algunos pasajes en los que, ya sea como defensa de sus vivencias o para rebajar la seriedad del discurso, predomina el desenfado y la parodia. Esto se puede apreciar en su encuentro sexual con «la toledana», la descripción del «muñeco Chucky» o su escape por la ventana de un baño y su posterior escondite detrás de una maceta. Detrás de estas situaciones, se esconde en algunas ocasiones un lenguaje un tanto grotesco y sarcástico que, acompañados de comportamientos algo primitivos y poco convencionales, nos ayudan a vislumbrar el carácter del protagonista. La utilización de un vocabulario vulgar y algo soez, combinado con términos que implican violencia como son algunos verbos: «reventar», «machacar», «violar», «matar», «torturar» entre otros, permite entrever la crueldad del relato que debe corregir el periodista, afectándole en sus pensamientos e incluso apoderándose en algunas ocasiones de sus vivencias.

Castellanos decide acercarnos a través de su novela ficcional a una denuncia social y política para preservar la memoria histórica y continuar con la lucha de la justicia no solo a nivel nacional, o incluso territorial latinoamericano, sino abarcando públicos internacionales para dar a conocer la verdad y la reiteración de la impunidad con la que aún, altos cargos del ejército gozan hoy en día y que causan verdadera impotencia para los transeúntes de a pie, como el personaje principal.



[1] Sánchez Carbó. J., (julio-diciembre, 2016), «Las pesadillas están ahí todavía: Testimonio y literatura en Insensatez, de Horacio Castellanos Moya», Cuadernos de Literatura del Caribe e Hispanoamérica, (24), 51-65. doi: http://dx.doi.org/10.15648/cl.24.2016.4
[2] Ibid.

María Teresa Andruetto María Teresa Andruetto

La mujer en cuestión

Mª Teresa Andruetto relata a través de un narrador informante, casi testimonial, la historia de Eva Mondino. Esta novela fue publicada en 1997 y recopila, además de la crónica desordenada de vida de la protagonista en una sucesión de relatos polifónicos, un ambiente de represión, encarcelamientos, abusos, violación de los derechos humanos, secuestros y desaparecidos que provocaron terror y angustia, conmocionando y atemorizando a la sociedad argentina durante la última dictadura ocurrida entre los años 1976 y 1983.


Como ya se ha mencionado, los sucesos no acontecen de forma lineal. Se deja entrever una estructura desordenada, pero con un hilo conductor que consigue encauzar los acontecimientos pasados antes, durante y después del Golpe de Estado, a través de las distintas voces de amigos, familiares y conocidos que hablan sobre la vida de Eva.


La posición de los entrevistados es muy variable a lo largo de la narración, dependiendo de su contacto y acercamiento con la «víctima», enfocan y canalizan sus sentimientos acordes a ello. Estos personajes «secundarios», aportan una visión un tanto distorsionada de la realidad recordando a esa parte de la sociedad que se nutre del mal ajeno «haciendo leña del árbol caído», encarnando la idiosincrasia de un país enfrentado no solo a nivel político, sino también cultural e ideológico. Todos ellos forman un coro disperso de voces que en algunas ocasiones aportan luz al testimonio y en otras un tanto de opacidad por la densidad de sus intenciones.


Un ejemplo de ello es el resentido exmarido de Eva, que la cataloga a través de este comentario: «¿Miedo? ¡Pero si ésa nunca le tuvo miedo a nada!», cuando a posteriori, se puede dilucidar la persecución que sufrió la mujer en sus años de militante comunista y las secuelas que ello le ocasionó después de haber sufrido vejaciones y un trato denigrante en «La Ribera», campo de concentración clandestino situado en la provincia de Córdoba durante los años de represión.


Otro ejemplo de contradicción es el tema de su embarazo y el robo clandestino de su hijo. La duda se cierne sobre los acontecimientos cuando varios encuestados niegan su existencia o corroboran la versión «oficial». Sin embargo, esto no concuerda con la versión de Eva, la cual está segura de que nació vivo y se lo arrebataron. Una vez más, el testimonio nos vincula con acontecimientos históricos tan sonados como «las madres de la Plaza de Mayo» que siguen en su lucha reivindicando encontrar a sus familiares desaparecidos durante la dictadura.


Por otro lado, el narrador es un informante-investigador que irrumpe constantemente en el discurso y testimonio de los entrevistados, aportando aclaraciones y en algunas ocasiones su opinión, lo cual despista al lector que puede entender que existe un acercamiento entre el investigador y los entrevistados. No obstante, el relator se mantiene en la línea de la objetividad en la mayor parte del relato, procurando no interferir subjetivamente. No conocemos su procedencia ni quién le encarga este trabajo, pero llama la atención la meticulosidad de las notas y la implicación profesional por aportar un testimonio lo más completo posible a pesar de las contradicciones entre los informantes, que pueden llegar a confundir parte de la trama.


La «pérdida de la libertad» unifica, a mi modo de ver, esta pesquisa que toma consistencia a través de Eva, personificando a los más débiles, opositores al sistema, en toda A.L. durante los años 70 y 80 a través de la «Doctrina del Shock1». Este concepto que adquirimos al nacer se ve truncado por las vivencias, como ocurre con la protagonista y, Andruetto nos muestra que, una vez perdido resulta prácticamente imposible recuperarlo porque ha sido arrebatado a través del sufrimiento y del abuso: «creímos que había un mundo mejor, … pero todo eso se fue (…) después vino lo que vino y tuvimos que pasar lo que no está escrito… y seguir viviendo (…)».


Esta literatura de denuncia muestra la vulnerabilidad de los más indefensos entre los que se incluye el género femenino, tan reivindicado hoy en día a través de movimientos como el de «Me too» o «Ni una más», lo cual nos indica la contemporaneidad de los acontecimientos, dejando entrever que aún quedan cosas por cambiar y que no es casual la elección de una mujer dentro de un relato que pretende recuperar la memoria histórica, procurando que testimonios como el de Eva no caigan en el olvido.

Pedro Lemebel Pedro Lemebel

La esquina es mi corazón

El escritor chileno Pedro Lemebel expone en La esquina es mi corazón (1995), un conjunto de diecinueve textos breves escritos entre los años 1991 y 1993, en los que predomina el testimonio a veces propio y otras tomado de personajes cercanos, del colectivo LGTBI tan reivindicado hoy en día y al cual él pertenecía. El autor hace una radiografía de la sociedad chilena de principios de los años 90, en la cual muestra un sistema neoliberal, la doble cara de la sociedad, aparentemente estilizada y corregida por la dictadura, con cánones totalmente establecidos, en la que se oculta bajo una capa de falsa normalidad: la hipocresía, el rechazo a lo diferente y el cinismo (doble estándar de la sociedad chilena).

Lemebel utiliza la figura de la(s) loca(s) para representar al sujeto protagonista en cada relato. Dentro de este marco literario, no solo se incluye al colectivo de gays, lesbianas y transexuales, sino que el propio autor, Pedro Lemebel, participa del discurso narrativo estableciéndose como ente activo dentro de la acción y siendo en cierto modo la voz principal de las historias, cobrando vida en sí misma a través de sus crónicas.

El escritor utiliza su voz para dar a conocer dentro del conservadurismo y clasismo chilenos la otra realidad de los que no tienen voz y no son escuchados. Para ello, utiliza un lenguaje coloquial, rozando el nivel de lo grotesco y soez a lo que el lector convencional no está acostumbrado y le resulta un tanto descarnado y violento. Desea exponer las distintas situaciones desde un prisma más fogoso incluyendo un vocabulario sexual con términos eróticos y algo primitivos que incitan y conducen a una brusca sensualidad, traspasando los límites de lo «políticamente correcto» destacando las relaciones entre homosexuales y describiendo los gestos y el lenguaje corporal con el que se comunican habitualmente. Lemebel utiliza esta técnica para expresar la impotencia de la poca visibilidad de este colectivo ante los intelectuales y la sociedad en general. Esto está combinado muy hábilmente con el melodramatismo y barroquismo de las frases que se enredan en sí mismas provocando un exceso de afecto que roza la cursilería: «Los cerros recortan sus lomos de camellos sobre las calles desiertas y a Jacinto la madrugada los sorprende como una bujía agotada, sin haber conseguido ningún cliente. Por eso al primer chorro de luz se va a dormir plegando su cola de pavo real, y barre al cometa de la Navidad arrastrando el cielo a la vereda» (Lucero de mimbre en la noche campanal).  

La mayoría de los espacios que narra el cronista chileno son públicos y están marcados por un fuerte simbolismo político. Se utilizan como escenarios el centro de la ciudad, el Parque Forestal o la Plaza Italia entre otros. Los cuales quedaron ya establecidos como lugares emblemáticos y de reivindicación social ante la desigualdad y la justicia social. En concreto, la Plaza del Gral. Baquedano goza de un largo recorrido histórico hasta el día de hoy. Muestra de ello fueron las protestas que se dieron durante el año 2020 bajo el lema «no son 30 pesos son 30 años» o el día de la mujer donde se congregaron más de un millón de féminas para reivindicar sus derechos. La toma social y popular del espacio público resulta mucho más significativo de lo que podemos imaginar en un país donde no solo los espacios públicos, sino también la naturaleza, como el agua y las minas han sido privatizadas con la doctrina del shock. El/la protagonista resignifica los lugares aportando una nueva definición, acompañada de la nueva modernidad establecida por el resurgir económico y el destape social.

Con estos relatos se produce el desencantamiento y el desvelo de una realidad consumida en la monotonía de la gran ciudad de Santiago, en la que muchos viven redimidos reprimiendo sus verdaderos instintos a los que solo pueden darles salida en la oscuridad de un parque, en un baño público o en el interior de un antro. Se trata de personas de a pie que mantienen el anonimato con una doble vida dentro de una sociedad consumida por las apariencias, que frecuentan en sus ratos libres personajes como los travestis, los cuales ocupan un lugar muy bajo en la escala social posdictatorial, entre la marginalidad y los bajos fondos.

Dosier de cuentos cubanos Dosier de cuentos cubanos

Auge y decadencia de la Revolución

En Estatuas sepultadas de A. Benítez Rojo, Casa sitiada de C. Leante, Visión sobre los escombros de P. J. Gutiérrez y Un arte de hacer ruinas de A. J. Ponte, se puede apreciar la evolución del auge y decadencia de la Revolución cubana entre los años 1967 y 2005. Los cuatro relatos breves incluyen diversos elementos fantásticos que combinados con el contexto político crean un enigma en algunas ocasiones fácil de vislumbrar y en otras más difícil de desentrañar.

Este compendio podríamos dividirlo en dos partes, reunificando los dos primeros cuentos en los inicios de la Revolución y los dos siguientes en el desencanto y declinación de ésta. Tratan temáticas similares en ambos casos, pero desde diferentes momentos de la historia de Cuba.

En los dos primeros textos predominan varios elementos que pretenden darnos una visión de dos familias acomodadas que, por motivos relacionados con la Revolución, su situación se ha visto mermada y se encuentran en un punto de decrepitud y miseria. En ambos relatos la casa supone el lugar de refugio, recuerdos y nostalgia en el que se cobijan, en el primer caso, lo que queda de una familia bien acomodada, y en el segundo una mujer viuda con su criada. Ambos comparten el rechazo por el cambio y expresan su temor a exponerse al mundo exterior en un autoexilio que rechaza la Revolución. No obstante, el paso del tiempo hace que cada vez sea más difícil permanecer en el microclima ya caduco, sin que los elementos de fuera afecten a la convivencia y a la forma de ver y enfocar la vida.

Los autores utilizan en ambos casos elementos fantásticos para causar extrañeza al lector. Elementos como la transformación de la mariposa en niña en el primer cuento, imponen una realidad que evoca la libertad y la necesidad de avanzar hacia un futuro. La narradora expone la rutina repetitiva que no lleva a nada nuevo introduciendo el estatismo de una época que se escapa por sí misma. En el segundo relato, el único contacto con el exterior que obtiene la dueña de la casa es a través de su criada, la cual narra la historia que, atemorizada por la locura y paranoia de su ama, termina por abandonarla. En ambos relatos los espacios tienen un peso importante ya que describen las emociones y estados de ánimo de los protagonistas reflejando como si de un espejo se tratara el devenir de los acontecimientos.

En el segundo grupo de cuentos, el espacio adquiere una dimensión postrevolucionaria en la que se engloban aspectos no tan positivos de la transformación social y contextual en la que el ascenso de las masas toma consistencia. Son las consecuencias de la Revolución lo que obligan a la gente a desenvolverse con ciertos comportamientos un tanto inhumanos para sobrevivir. En Visión sobre los escombros se expone la vida de una señora entrada en años que se deja seducir por un joven que, aprovechándose de la situación, termina por usurparle a la viuda sus bienes causando su muerte. En Un arte de hacer ruinas se hace patente la masificación de La Habana con las poblaciones trasladadas desde el interior a la capital, en la que los espacios de dividen creando «Tugures» (ya aludidos en el relato anterior), edificios en ruinas que, la gente divide y cohabita con más personas a pesar de las condiciones de la vivienda. Como explica muy acertadamente Duanel Díaz – Infante, la representación de estas ruinas adquiere un valor metafórico importante:

«…mientras en la literatura sudamericana reciente la melancolía gira en torno a la figura de los desaparecidos, en Cuba el efecto devastador de la dictadura en nombre de la Revolución se alegoriza por medio de la ruina urbana: la ruina habanera, metonimia de la ruina del país todo, metáfora de esa “vida dañada” que el sistema comunista deja como saldo, remite también a la cuestión del duelo colectivo. Más que el cuerpo devastado de las víctimas sería el cuerpo arruinado del país mismo lo que centra la melancolía poscomunista cubana, y ello estaría asociado a la diferencia irreductible entre un régimen autoritario como el de Pinochet o Videla, y uno totalitario, como el de Castro».[1]

Como se puede observar, estos relatos son el ejemplo de literatura que aboga por no perder la memoria histórica de momentos políticos tan importantes como la Revolución cubana, en la que las clases oprimidas y su auge procuraron un supuesto buen porvenir que terminó transformándose en la propia muerte del sueño revolucionario, en la que la miseria humana se adueña sin escrúpulos del día a día con tal de sobrevivir en el régimen poscomunista.   



[1] Díaz-Infante, D., «“Visión sobre los escombros”: Ruina y melancolía en la narrativa cubana del “Periodo especial”», Revista Iberoamericana, Vol. LXXX, nº 247, Abril – Junio (2014), 511 -531.

Roberto Bolaño Roberto Bolaño

Estrella Distante

Estrella distante es una novela breve del autor chileno Roberto Bolaño. Fue publicada en 1996 y es la quinta de entre sus creaciones.

El escritor elabora la trama vacilando entre el suspense y un aparente testimonio narrativo. Para ello, la contextualiza en uno de los periodos más oscuros de la historia de Chile, la dictadura del general Pinochet (1973 – 1990) estructurando la novela en diez capítulos en los que se mostrará el declive del personaje principal partiendo desde su transformación cruel hasta llegar a su supuesta muerte, ejemplificando a través de él, el autoritarismo, el establecimiento del poder y la corrupción en las instituciones y su papel en la sociedad.

El relato comienza poco antes del golpe de estado, cuando aún gobernaba el Frente Popular presidido por S. Allende. En este punto destacan la libertad de reunión y de creación (talleres de poesía), en contraposición con el crimen, la cárcel o los presos que aparecerán a posteriori (asesinato de las hermanas Garmendía). Este clima de libertades está en consonancia con la poesía, que se introduce como un elemento intertextual durante todo el relato de principio a fin. Se mencionan escritores como Neruda, Lihn o Parra entre otros, que aportan el toque izquierdista y literario al relato, así como indirectamente su punto de vista.

El argumento se presenta como una continuación/ampliación de la anterior obra de Bolaño, La literatura nazi en América, dado que una de las historias que habla sobre Ramírez Hoffman, resulta ser el personaje principal de Estrella distante, Wieder[1]. Un poeta - aviador de las FACH que cometió crímenes de Estado durante el periodo de dictadura.

A nivel literario, este personaje principal toma una dupla de identidades enmascaradas bajo los nombres de Carlos Wieder y Alberto Ruiz-Tagle. Con ambas personalidades, Bolaño introduce un atractivo misterioso que aporta ambigüedad al personaje que, desde el primer capítulo, ya muestra tanto su faceta más encantadora como la más aterradora. Como bien dice Christian González «Wieder representa al Estado que se infiltra y borra las fronteras entre el espacio público-privado con el fin de “erradicar” del país la plaga, o sea, los pensamientos de izquierda, y con este fin, manejar el conocimiento colectivo hacia una postura conservadora y sin disidencia en cuanto al Estado pinochetista»[2]

Por otro lado, la voz narrativa destaca por tener cualidades testimoniales, pero a su vez dubitativas. Se rige por la casuística de los hechos reales y ficticios para establecer el eje cronológico y ordenar las diferentes historias, aparentemente individuales, como ocurre en los capítulos 5 y 6, asociadas a otros personajes que se relatan en la novela. Con ello, aporta una cohesión que a priori parece no tener sentido pero que, una vez finalizado el texto, cobra relevancia en toda su estructura.

En este caso, el propio lector es el encargado de ensamblar los diferentes acontecimientos para construir la historia. Bolaño nos encomienda la tarea de averiguar, por ejemplo, si el protagonista murió o no al final del relato, dejando la trama inconclusa y abierta a otras posibles lecturas. Por este motivo, resulta complicado catalogar al narrador desde el punto de vista testimonial ya que no se cumplen todos los requisitos para concluir que lo es. Tratándose de un personaje aparentemente secundario, el narrador habla en 1ª persona e introduce a otros personajes en 3ª contando los hechos desde una visión unilateral de manera subjetiva y dubitativa.

¿Por qué escribe esta historia Roberto Bolaño? En mi opinión, creo que intenta por un lado recuperar la memoria histórica y colectiva del pueblo chileno a través del perfil policiaco de novela negra. A la incertidumbre de los hechos ficticios se unen los reales que superan con creces la imaginación de cualquier lector. Por ello propone abordar el tema desde una perspectiva comprometida en relación con lo político y crítica desde el punto de vista literario, en la que el suspense y el misterio sirven para preguntarse sobre el asentamiento de la corrupción en los poderes del Estado, como ya hemos visto en otras obras, y su repercusión en el ámbito social y cultural.

[1] Walker, C. (2016). «La reflexión visual en Roberto Bolaño. Narración, dictadura y vanguardias en Estrella distante», Ciencia Política, 11 (22), 189 – 212.

[2] González Reyes, C. (2018). La "Estrella distante" de Chile: un análisis de la memoria crítica y colectiva en Chile bajo la dictadura de Augusto Pinochet.