He participado en los grupos interactivos y ha sido para mi toda una experiencia, no se si porque al modificar la metodología es más posible un acercamiento al alumno, o si por su encuadre práctico sentí en los chavales curiosidad por aprender; pero el caso es que cuando sonó el timbre del recreo ocurrió algo que en mis 13 años como profesora nunca había visto, los chicos no querían marcharse al recreo, querían terminar su práctica, ¿tenían curiosidad por saber que ocurriría entonces? ¿Era porque su cerebro les pedía acabar lo empezado? ¿Hemos dado, por fin, con la tecla que haga que un adolescente, vuelva a sentirse un niño, explorando con entusiasmo a su alrededor y, nunca saciado de querer saber más? No lo sé, lo que sé es que

¡¡¡los grupos interactivos han merecido la pena !!!