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Ciencia y Medio Ambiente Ciencia y Medio Ambiente

I want it hot, but not the planet

Acciones tan sencillas como lavar ropa o comprar productos sin leer las etiquetas puede pasar factura a nuestro planeta. En el desierto de Atacama, Chile, se ha formado una montaña de ropa desechada que aumenta a pasos agigantados. Existe un fenómeno similar: las islas de basura que se forman en ciertas áreas marinas. Algunas son igual de extensas que países como España, Francia y Alemania juntas. La magnitud de la isla de residuos acarrea problemas graves para la fauna. Los peces acaban ingiriendo los plásticos y muriendo intoxicados o ahogados por algún fragmento que les impide respirar. Las corrientes oceánicas arrastran la basura a una misma zona, situada en el Océano Pacífico.

Montañas de ropa en el desierto de Atacama
Montañas de ropa en el desierto de Atacama

También nuestros móviles contaminan. Uno de sus componentes, el coltán, un mineral que se encuentra principalmente en África se extrae en condiciones de explotación y, en muchos casos, bajo presión armada. El sistema de obtención del mineral emplea sustancias tóxicas como el cianuro, el mercurio y el arsénico, que contaminan las fuentes de agua y alteran la biodiversidad.

Minas de Coltán - República Democrática del Congo
Minas de Coltán - República Democrática del Congo

Para fabricar una camiseta se necesitan cerca de 2700 litros de agua. Esta cantidad sería suficiente para el consumo de una persona durante un año y medio. Durante el lavado se desprenden microfibras plásticas, de poliéster o de nylon, que llegan al mar, donde serán consumidas por los organismos acuáticos y de esta manera pasarán a todos los niveles de la cadena trófica.

Un porcentaje de la población desconoce la magnitud de estos problemas sociales, medioambientales y económicos. Hemos recurrido al entorno más cercano, a vosotros lectores de la revista, para testar vuestro nivel de conocimientos a través de la realización de una encuesta. La muestra ha abarcado 131 alumnos y profesores de todos los niveles educativos. Más del 60% de los encuestados desconoce el concepto de kilómetro cero o la utilización del coltán.

Sin duda, actuar de forma individual está a nuestro alcance al margen de las medidas que puedan adoptar los estados. El kilómetro cero es un pequeño gesto cotidiano con una repercusión muy relevante. Un alto porcentaje de los productos que consumimos, concretamente alimentos, deberían producirse en un radio de cien kilómetros. El transporte incrementa el gasto energético y, por tanto, la huella de carbono. Se importan numerosos productos de países como China, Brasil, Camboya, Australia, Perú o Sudáfrica, a países europeos y norteamericanos. Por ello, de nada sirve proponerse metas de cambio climático, si aunque nosotros no produzcamos contaminación la estamos provocando con la compra a otras naciones menos desarrolladas a las que luego culpamos. No solo debemos proteger el medio ambiente dentro de nuestro país, sino que es imprescindible una visión global en una economía mundial.

En muchos países esta producción más competitiva está relacionada con aspectos sociales y económicos muy negativos. La legislación que debe proteger los derechos laborales, la protección de la infancia y el medio ambiente no se respeta en su totalidad o no se ha desarrollado suficientemente. La explotación infantil constituye una lacra que debemos erradicar. Además, existe gran diferencia entre la legislación ambiental entre los países desarrollados y los países en vías de desarrollo. Del mismo modo, los controles de calidad no son tan exigentes, la concienciación de la población es menor y los gobiernos no consideran las implicaciones sociales y ambientales como prioritarias. Un ejemplo claro de esta situación se produce con la explotación del coltán, mineral imprescindible en los teléfonos móviles. Está asociado al trabajo infantil, a los señores de la guerra, trabajos insalubres y altos niveles de contaminación en países como Zaire.

Debemos de ser conscientes de dónde procede todo aquello que adquirimos. Nuestra encuesta porta una mirada optimista, la percepción de que algo está cambiando: más del 60% de los encuestados consume de manera no compulsiva. Sin embargo, más del 90% de los encuestados apenas de fija en la procedencia y forma de obtención de los productos. No obstante, un gran número de familias con menor capacidad adquisitiva no pueden escoger lo adecuado frente a lo barato. Las formas de producción más sostenibles y la defensa de la mano de obra tienen un valor económico, que grava el precio final del producto. Una mirada global permite entender que a la larga el beneficio social y para el ecosistema es mayor. Pero por lo que respecta a las economías familiares precarias el menor coste del producto es una prioridad.

Los adolescentes dependemos de nuestras familias pero podemos influir aportando una visión sobre la sociedad y el planeta que queremos en nuestro futuro.

Aunque el agua puede parecer infinita, en realidad es un recurso bastante limitado y el simple hecho de poder abrir el grifo teniendo la posibilidad de tener agua potable es un privilegio que no todo el mundo posee.

Impacto medioambiental de la industria textil

En los resultados de la encuesta realizada en el centro deducimos de los siguientes resultados que el 30% de los alumnos no se han planteado lo especial que es tener agua al alcance de la mano. Hay un 20% de personas, un porcentaje alarmante, que dejan el grifo de agua abierto cuando se lavan los dientes o friegan. Por no hablar de la frecuencia con que las personas lavan la ropa, más del 30% limpian en exceso. Hay prendas como los vaqueros que no necesitan ser lavados tan a menudo.

Una ducha de cinco minutos conlleva un gasto de 100 litros.

¿Quién no se ducha escuchando música? Ahora puedes hacerlo y ahorrar agua a la vez a través de estas playlist de Spotify:

Dúchate escuchando música

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La Ramona

Portada del número 2 de La Ramona