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Esa cosa tan difícil

La capacidad para hablar en público es esencial para una participación eficaz en sociedad. Desde la antigüedad clásica, el estudio y la práctica de la oratoria son partes fundamentales de la formación educativa, y la habilidad para comunicar sigue siendo fundamental en los debates políticos, sociales y culturales de nuestros días. Aprender habilidades básicas para hablar en público nos ayuda a aumentar la confianza en nosotros mismos y a mejorar nuestras capacidades comunicativas y argumentativas.

 

Antes de todo, por supuesto, es fundmental haber hecho un trabajo profundo de búsqueda de información y criba, eliminando lo que no es importante, dejando lo que nos ayuda a defender nuestra posición.

En un texto de Moliere, “El burgués gentilhombre” el protagonista, Jourdain, descubre que hablaba en prosa:

“¡Por vida de Dios! ¡Más de cuarenta años que hablo en prosa sin saberlo!…”.

Pues de la misma manera, los seres humanos nos la pasamos toda la vida argumentando. Pero, muchas veces, como Jourdain, no sabemos que lo estamos haciendo.

Expresar razones para apoyar nuestras ideas es argumentar, ¿pero qué es un argumento?...En esencia, un argumento se compone de un conjunto de razones en apoyo de una idea u opinión.

Además, en la práctica, los argumentos tienen un objetivo fundamental: convencer o persuadir a alguien (el auditorio). El auditorio puede ser una sola persona o pocas (tus padres, tus amigos, jueces en un torneo de debate, por ejemplo), o incluso tú mismo (cuando queremos determinar qué debemos hacer o creer en cierta situación).

Aunque previamente siempre se tiene una opinión más o menos fundada sobre cualquier cosa que debes dejar aparte, la forma más sencilla de determinar las razones que apoyan tu idea es hacer una discusión, una especie de brainstorming preguntándote  primero, el  porqué: cada respuesta a esa pregunta, es un razonamiento, incluso de cada una de las razones puedes volver a preguntarte, estarás buscando razones en apoyo de tus razones y eso mejorará la calidad de tus respuestas ante posibles objeciones o refutaciones.

Así puedes definir razones en apoyo a tu idea - TU ARGUMENTO - , y repreguntándote con respecto a las razones, puedes determinar las razones que apoyan a las razones principales. Y la cadena puede seguir hasta que llega a razones básicas - LOS RAZONAMIENTOS -. Para conseguir credibilidad de manera completa para tu tesis, debes conseguir probar con hechos o datos ciertos y solventes lo anterior, son LAS EVIDENCIAS.

Vamos a analizar la estructura y organización de las ideas a la hora de preparar un buen discurso.

 Estructura y organización

 En la base de todo buen discurso, se encuentra una estructura clara y una buena organización. Podemos elaborar discursos constructivos — discursos que presentan los argumentos básicos a favor o en contra de la resolucióny de refutación, en un debate.

a. Primero: en un discurso público, es importante limitar la cantidad de puntos que se van a enunciar, de modo de facilitar a la audiencia la tarea de escuchar y comprender plenamente cada uno de ellos. La cantidad de puntos desarrollados en un discurso debe ser tal que sea posible abarcarlos adecuadamente en los tiempos de presentación establecidos.

Por ejemplo, en un discurso de cinco minutos, será muy difícil desarrollar ocho argumentos. Si los tiempos son menores, se pueden desarrollar menos argumentos e, incluso, en algunos casos pueden ser eficaces dos argumentos; sin embargo, un discurso constructivo tipo no debería tener menos de dos o tres argumentos, de manera de hacer ver a la audiencia que el orador cuenta con más de una buena razón para defender o rechazar la resolución. Al mismo tiempo, desarrollar más de cinco argumentos puede resultar contraproducente, ya que pueden producir confusión entre la audiencia. Por ejemplo, en un discurso constructivo de cinco minutos, si se descuenta el tiempo utilizado para la introducción y para las conclusiones finales, un orador que desarrolla cinco argumentos cuenta con menos de un minuto para explicar cada uno de ellos.

 b. Segundo: un discurso público eficaz repite sus puntos principales a lo largo del desarrollo, lo que facilita que la audiencia los identifique y los siga. La repetición de las ideas más importantes de un discurso se realiza usualmente de la siguiente manera:

  • un anticipo de los argumentos en la introducción,
  • un desarrollo claro y completo de cada uno de los argumentos durante el cuerpo,
  • un repaso o revisión de sus aspectos principales en la conclusión.

Un viejo dicho describe la estructura del discurso:

“Dile a tu audiencia lo que vas a decir, dile lo que tienes para decirle y, finalmente, dile lo que ya le has dicho”.

En otras palabras, un discurso constructivo debe repetir sus ideas principales al menos tres veces para que la audiencia pueda comprender y seguir con mayor facilidad las líneas argumentativas principales ofrecidas.

Además de considerar la cantidad de ideas principales, es importante mantener un balance adecuado en la cantidad de tiempo destinado para el desarrollo de cada una. En otras palabras, debemos asegurarnos de utilizar el tiempo de manera de poder explicar cada uno de los argumentos para que sean correctamente comprendidos por la audiencia. Planificar y administrar el uso de los tiempos es fundamental para poder transmitir las ideas con eficacia.

En la estructuración de los puntos principales de un discurso, se debe considerar lo que se denomina estructura paralela. La idea de esta estructura es presentar los argumentos de manera tal que sean similares en extensión y en la selección de palabras.  c. Tercero: un buen discurso público utiliza cuidadosamente transiciones entre sus puntos principales para unir las distintas partes que lo conforman.

Los conectores o elementos transicionales son otros elementos para considerar porque contribuyen a unir las distintas partes del discurso. El paso de un argumento al otro debe ser claro en todos los discursos y una manera de lograrlo es a través de una transición en dos partes. Tomemos como ejemplo los primeros dos argumentos que utilizamos a favor del seguro universal de salud.

Una transición en dos partes entre ellos podría ser:

Ahora que hemos visto cómo un seguro de salud universal es un incentivo para reactivar la economía de nuestro país, avancemos hacia mi segundo argumento, que apunta a demostrar que un seguro de salud universal mejoraría el bienestar de nuestra población.

Este ejemplo ilustra cómo el orador utiliza una transición en dos partes para indicar a la audiencia “dónde estábamos” y “hacia dónde vamos a continuación”.

En otras palabras, el orador conecta el argumento que acaba de presentar con el que le sigue de acuerdo con su línea de razonamiento. Es muy importante utilizar estos conectores a lo largo del discurso, ya que permiten a la audiencia saber hacia dónde está yendo el orador con su razonamiento y cuándo pasa de una idea a la otra.

Las marcas temporales son otros conectores básicos utilizados por oradores. Son palabras o frases cortas que ayudan a la audiencia a saber en qué parte del discurso se encuentra el orador. Por ejemplo, el orador está utilizando marcaciones temporales cuando dice “mi primer argumento es...”, “...mi segundo argumento es...” o “finalmente, mi tercer argumento es...”, entre otras. Palabras como “primer”, “segundo”, “finalmente” o “tercer” son marcas temporales porque ayudan a la audiencia a seguir el discurso en su progresión y, al igual que los conectores, indican el pasaje entre argumentos o ideas. Las marcas temporales son muy utilizadas para que la audiencia siga el discurso y los buenos oradores las utilizan para ordenar y estructurar sus discursos.

Hemos visto, entonces, elementos transicionales y conectores que utilizan frases, palabras y ubicaciones temporales. Sin embargo, no debemos olvidarnos de un elemento de transición al que en ocasiones tememos: los silencios. Al hablar, muchas veces utilizamos expresiones como “eeehhhm”, “esteehh” u otras, que, sin significar nada, no hacen más que re- llenar pausas que nos resultan incómodas.

Creemos usualmente que los silencios, mientras damos un discurso, nos hacen parecer poco preparados o faltos de concentración. Esto es falso: las pausas — especialmente a continuación de partes importantes en un discurso— son bienvenidas por la audiencia, ya que le permiten reflexionar acerca de lo que estamos diciendo y asimilarlo. Si nosotros estamos cómodos con nuestras pausas, nuestra audiencia lo estará también.

Así que tomémonos tiempo para preparar nuestro discurso y reemplacemos los “eeehhhm”, “esteehh” y todas esas muletillas por silencios. Al principio nos sentiremos desnudos sin ellas, pero, con el tiempo, nos acostumbraremos a no necesitarlas. Y nuestra audiencia estará agradecida.

Los discursos estructurados correctamente elevan la calidad del diálogo entre todos los participantes. La estructura ayuda a los miembros de la audiencia y a otros participantes a escuchar y comprender los argumentos.

Hasta aquí, hemos hablado sobre todo de la estructura del discurso, la forma. Hablemos ahora del fondo: el contenido:

 Argumentos claros y consistentes

Una de las claves es tener la idea central bien definida, conseguir apoyar los argumentos y organizar el discurso en torno al objetivo común: responder a la pregunta que se formula, la cuestión sobre la que se va a debatir.

Es necesario, como dijimos antes, repetir claramente la idea central del discurso. Cuando estamos haciendo uso de la palabra, esta repetición podría parecernos redundante. Sin embargo, es muy  importante porque indica a la audiencia que hemos pensando nuestra posición cuidadosamente, que somos firmes en la defensa de nuestra posición y que podemos explicarla con claridad.

Otro aspecto para tener en cuenta en la formulación y presentación de los discursos es que exista una repetición adecuada de los argumentos principales.

Entre las cosas que debemos decidir antes de un debate, está cómo vamos a formular los argumentos y cuáles serán sus títulos, es importante por el impacto que tendrán en la audiencia y condicionará la defensa que hagamos de ellos.

El título del argumento es una frase u oración corta que permite identificarlo. El título debe contener no más de diez palabras para permitir la totalidad de su repetición —por ambos equipos— a lo largo del debate. Si, por ejemplo, el título de nuestro argumento fuera de veinticinco palabras, la sola repetición consumiría demasiado tiempo de exposición. Por lo tanto, es importante mantener los títulos del argumento dentro de un margen acotado de palabras. Esto no significa que el argumento tenga que ser simple: la limitación de palabras restringe la complejidad de la frase, pero ésta es sólo el título de nuestro argumento. Si bien podemos tener un argumento complejo para presentar, el título debe mantenerse corto para poder cumplir su función: identificar al argumento con una referencia en pocas palabras.

Por ejemplo, discutimos si el gobierno debería aumentar las medidas de lucha contra el hambre. La referencia a uno de los argumentos principales a favor podría ser:

La oferta de alimentos disponible para los pobres siempre es superada por la demanda; actualmente hay una mayor necesidad de alimento que alimento disponible a través de programas gubernamentales.

Este ejemplo es una forma compleja y extensa de referirse al argumento y, consecuentemente, no funcionaría bien como título en el debate. Una forma abreviada de titular ese mismo argumento es decir simplemente:

La demanda de alimento supera a la oferta.

Este título es más sencillo de repetir al discutir sobre este argumento durante todo el debate, por lo que permite referirse a él con mayor eficacia.

Avanzando, luego de haber establecido claramente que estamos discutiendo programas de alimentación para los pobres, podemos, incluso, acotar aún más el título. Por ejemplo:

La demanda supera a la oferta.

Esta frase de cinco palabras es un buen título del argumento: es corto, conciso y sencillo de repetir para los oradores siguientes. Utilizando títulos eficaces podemos referirnos a los argumentos adecuadamente consumir mucho tiempo ni perder la atención de nuestros oyentes.

Por último, otros elementos estructurales

Apertura

Los oradores deben comenzar sus discursos con algún tipo de apertura. La apertura o exordio suele ser un ejemplo breve, una estadística, una cita o un dato interesante que se presenta entre unos quince y treinta segundos para captar la atención e interés de los presentes. Suelen funcionar los ejemplos cortos de alguien que ha sido afectado por nuestro tema, tanto como estadísticas que ilustren la importancia de la posición que sostenemos. Volviendo a nuestro ejemplo, una buena apertura para un orador a favor podría ser:

De acuerdo con un estudio oficial reciente, cada noche, en nuestro país, cuatro de cada diez niños se acuestan con hambre.

Esta estadística es eficaz porque captura el interés de la audiencia y —aun antes de presentar la idea central— deja entrever cuál será la posición que sostendrá el en este caso el afirmativo.

 Definiciones

En un debate el primer orador a favor tiene la responsabilidad de presentar las definiciones que su equipo propone para los términos importantes de la resolución o pregunta. Luego, el primer orador en contra cuenta con un elemento estructural único: indicar si acuerda o no con las definiciones provistas por el primer orador a favor. Muchas veces, el primer orador en contra simplemente dirá que “acepta” esas definiciones, porque —como hemos discutido en el capítulo anterior— el equipo a favor sabe que debe ofrecer definiciones razonables. Sin embargo, si el equipo en contra entiende que esas definiciones no lo son, su primer orador puede puntualizarlo y ofrecer una definición alternativa.

 Anticipo y repaso de los argumentos

Los oradores deben ofrecer un anticipo y un repaso de sus argumentos. El anticipo tiene lugar inmediatamente antes del desarrollo de los argumentos y es una enumeración rápida de los argumentos principales, por lo general, una enumeración de sus títulos. El repaso es la misma enumeración de argumentos, pero presentada hacia el final del discurso, luego de haberlos desarrollado. Tanto el anticipo como el repaso de los argumentos principales deben estar incluidos en los discursos porque ayudarán a los oyentes a acompañarnos en nuestra línea de argumentación.

 Desarrollo de los argumentos y refutaciones

Los primeros oradores de ambos equipos deben presentar, cada uno en su primer discurso, los argumentos principales que su equipo ha decidido utilizar para defender su posición. A partir de allí, cada equipo debe presentar refutaciones a esos argumentos, contra-refutaciones ante esas objeciones, etc. De este modo, cada argumento es retomado en cada uno de los discursos, en unas ocasiones para defenderlo y, en otras, para criticarlo.

Cierre

Finalmente, los oradores deben concluir sus discursos con un cierre.

Algunos participantes optan, en esta instancia, por pedirles explícitamente a los miembros de la audiencia que apoyen su posición en el debate.

Esta petición —muy habitual— permite a los oradores finalizar su exposición centrándose en los jueces y en la audiencia: la solicitud de apoyo muestra el deseo de cada orador de ganar su aprobación.

En otros casos, los participantes optan por cerrar sus discursos utilizando recursos similares a los comentados para la apertura: estadísticas, casos o datos interesantes, dando una estructura circular al discurso que bien hecha, es muy atractiva para la audiencia.