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Visor

Tercer premio en el certamen de poesía de la Fundación José Hierro

Mario del Ama, de 1ºD de Bachillerato, ha ganado el tercer premio en la trigésima edición del certamen de poesía del IES y la Fundación José Hierro, con el poema que aquí aparece. Le damos nuestra enhorabuena a Mario por este logro extraordinario, que demuestra que nos encontramos en una época propicia para la poesía.

La más bella poesía

Un día, eres un persona normal,
con una vida tranquila, más o menos, con tus alegrías y tristezas,
con tus idas y venidas, con tus sueños y ambiciones.

Un día, eres una persona normal, con una vida aburrida, y la ves pasar a ella.
Y desde entonces nada es lo mismo, pues un interno grito,
que altera tu mente, que te posee en un instante, sin ningún previo aviso,
te hace llamarla poesía.

Pero hay un problema con las mujeres, que hay poemas, y poemas,
pero ella, ella era poesía.

Te hipnotizan con sus andares, y a tu ya poseída conciencia
no le queda otra que seguirle el juego.

Te atrapan con sus piernas, con esas pinzas te entierran,
te tragan, te mastican, te escupen.

Piernas que parecen no tener fin, que llegados a la rodilla,
no sabes si dar la vuelta o dejarte de nuevo caer,
como si de una tregua se tratase.

Las ves tan delicadas, tan finas, tan de cristal,
tan de porcelana, de seda fina, de aire son.

Intentas aprender ese singular movimiento, que parece no tener fin.

Primero deslizan una suavemente,
y en cuanto haya posado como una mariposa muerta,
darán paso a la segunda, repitiendo así el proceso.

Pero para cuando esto pase, tú ya estarás muerto, al igual que la mariposa.

Es como un ejército desfilando, un ejército contra un soldado,
un soldado desarmado, contra un ejército armado hasta los dientes.

Una cintura, de jarrón, también con sus asas,
tan frágil, con solo chocar el suelo quedaría destruido.

Por fin en la punta,
no eres consciente de que tan perfectas son, casi tan poesía como ellas.

Son capaces de acariciar y de rozar el viento,
de agarrarlo y manejarlo, y enviarlo en tu contra.

Un cabello, que no sabes si llamarlo lana,
llamarlo océano, pasión, sol, luna, constelación,
arte, locura, caos, ambición, un cabello que no tiene nombre,
pero yo, yo lo llamo amor.

Una sonrisa y unos ojos, a los que el poeta siempre atiende.

Hay sonrisas que te la quitan. Hay sonrisas como balas,
sonrisas que matan, que dejan marca, que siempre sientes.

Hay sonrisas aniquiladoras, petrificadoras y maleantes,
sonrisas muertas y fúnebres, sonrisas vivas y caminantes.

Hay sonrisas lúcidas, una vez yo una vi.
Hay una sonrisa que uno quisiera olvidar. Hay una sonrisa que ya he olvidado.
Hay una sonrisa que ya no reconozco, que no quiero ser.

Ojos de luceros, que no te dejan ver,
ojos hundidos en las profundidades del mar.
Ojos invisibles y presuntuosos, ojos que dejan en ridículo al color del arco iris.

Ojos que destruyen la escala musical, que son pura música.
Ojos que lloran, ojos que ríen, que hablan y besan, que se despiden.

Y cuando por fin crees haber entendido su labia,
ese lenguaje intraducible, todo esa poesía suya,
cuando creas estar en su océano, te matan, te destripan.

Y en ese momento, te han arrancado el alma, el corazón, la vida y tu poesía.
Te has quedado desnudo, tendido en la orilla
con la arena en tus pulmones y tus ojos hechos sal.
Tu cuerpo ya no existe, se lo ha tragado la mar.

Ya no queda nada, ni andares, ni jarrones, ni asas, ni constelaciones.

No quedan sonrisas, no quedan brillantes ojos, se los ha llevado el viento.

Pero al menos, la sonrisa ya no es lúcida, ni los ojos de lucero,
y puedes ver con claridad, sí, ya puedes mirar
con una expresión sabia, pero a la vez de miedo,
una mirada de intriga ante el porvenir.

Y tras esta muerte, que desde un principio amabas,
dejas caer tu pluma, como una vez hiciste con tu mirada, dejas caer tu vida,
y te acuerdas de cuando eras una persona normal,
con una vida tranquila, más o menos, con tus alegrías y tristezas,
con tus idas y venidas, con tus sueños y ambiciones.

Pero ahora, ya no queda poeta, no queda nada,
sin embargo, mientras ahí sigas,
aunque no te conozca, aunque te haya soñado,
habrá poesía.

Y con una gota de lágrima intentando ser un punto
doy final a todo esto,
poesía.

The Dull Pirate