Posiblemente una de la primeras preocupaciones que los padres y madres tenéis cuando nace un niño sordo, es: “y ahora si no oye ¿cómo me voy a comunicar con él?”.

El objetivo de este pequeño espacio es recordar algunos aspectos básicos de la comunicación y plantearos que la comunicación siempre está presente en la relación entre padres e hijos de una manera especial, y entre todas las personas de una forma más general.

Antes de que los niños hablen, se dan unos procesos comunicativos en los que habitualmente las madres y los padres intervienen de una forma espontánea en casa. Lo hacéis porque los adultos estamos “programados” para hacerlo. Así sin darnos cuenta observamos a los pequeños e imaginamos lo que necesitan, por su mirada, por su llanto, por su balbuceo etc...
A los bebés no les pedimos gran cosa e interaccionamos sin más: Les hablamos, les cantamos, jugamos...

Si observamos la adaptación entre los padres y los bebés veremos cómo los adultos dan un significado a sus risas, a sus llantos, a sus movimientos corporales, expresiones faciales… (los adultos se acercan, cogen al bebé, pueden pensar que tiene hambre, que le duele algo, que necesita ser aseado..) ese significado hace que a su vez los bebés respondan de una forma muy sencilla: dejan de llorar o de moverse, la expresión de su rostro cambia …

Así pues es importante recordar que:

• Los niños y niñas pequeños comunican muchas cosas antes de que puedan usar el lenguaje. Comunican con su cuerpo, con su cara, con el llanto, con su sonrisa...nos comunican alegría, agrado, rechazo…

• Paulatinamente, poco a poco, la comunicación la irán realizando con algunas acciones o gestos, tales como señalar para pedir algún objeto, levantar los brazos, tirar de la manga para solicitar algo, o realizarán pequeñas vocalizaciones…

• Es importante que los papás, mamás, y el resto de la familia estéis atentos a estas formas de comunicar, respondiendo a las mismas, y estableciendo con los niños interacciones naturales en el día a día.

• Las interacciones son la base fundamental para el desarrollo posterior del lenguaje.

Por lo tanto necesitamos aprender todas las señales que nos dan los niños para comunicarse, aunque no digan con la voz nada o apenas realicen algún sonido.
Los niños nos pueden mirar para pedir información (mirando el objeto que desean o pidiendo que los abracemos), también nos pueden mirar para solicitarnos conformidad con lo que acaban de hacer, para saber si han hecho algo bien o no.
Señalan, en muchas ocasiones para pedir el objeto coche, muñeca, pelota, pero también y casi nunca nos damos cuenta de esto, para preguntar cómo se llama dicho objeto, para que sirve, cómo funciona etc... Estas miradas con frecuencia van acompañadas de vocalizaciones que todavía nos son palabras pero que son usadas con el mismo fin.

Como adultos, en este aprendizaje del camino de la comunicación con nuestros hijos, es necesario primero que conozcamos que estas funciones son importantes y se desarrollan normalmente. Y, si somos sensibles, facilitaremos la respuesta a lo que nos está demandando nuestro hijo o hija, es decir estaremos disponibles.

Esta capacidad de ser receptivos y adaptativos a los más pequeños no sólo la tenemos incorporada los adultos, sino que además la podemos desarrollar intencionadamente.
Capacidad que nos sale espontáneamente cuando nuestros hijos son bebes como mencionábamos anteriormente. En ese momento no nos cuesta intuir o hacer hipótesis sobre lo que les sucede. Damos un significado a cualquier llanto, o acción de los pequeños, pero cuando crecen esta capacidad ya no la usamos tanto y sin embargo sigue siendo igual de necesario en el caso de los niños y niñas sordos

Lo que sugerimos es que este “sexto sentido” lo mantengamos hasta que un código hablado o signado sea utilizado por nuestro hijo.

Como David Luterman recoge en su Libro El niño Sordo, hablando de la características de un entorno óptimo de aprendizaje del lenguaje, es necesario en primer lugar RECONOCER lo que causa y mantiene la conducta o atención del niño, para después reconocer las señales comunicativas que está realizando.
En segundo lugar es necesario INTERPRETAR esas conductas como intentos del niño para interactuar, comunicar con vosotros, padres u otros adultos. Luterman nos recuerda que cuando los padres y madres interpretáis que vuestro hijo o hija quiere comunicar, ampliáis las posibilidades de la comunicación, por ejemplo si el niño señala algún objeto puede significar que lo quiere y que necesita que se lo demos, pero también puede significar un interés mayor sobre el objeto: ¿Qué es?¿Cómo funciona?, ¿cómo se mueve? etc..
En tercer lugar se necesita RESPONDER a las iniciativas del niño, acompañándolo en la actividad, facilitando el objeto, manipulando el juguete junto al niño, dándole información del objeto, del juguete estando a su lado mientras el niño lo manipula, toca, etc…

En cuarto lugar es necesario FOMENTAR que el niño o niña inicie la relación, que sean ellos los que guíen la interacción. A veces los adultos son intervencionistas y casi juegan más que los niños o les “enseñan” tanto que lo hacen todo, mientras los peques se quedan pasivos.

¡Estamos seguros que si os ponéis manos a la obra la comunicación está garantizada!

Noviembre 2015