Primeras sospechas
Aunque no todos los niños desarrollan sus habilidades al mismo tiempo, existen unos períodos característicos de edad en los que se adquieren algunas de ellas, por ejemplo: el niño debe ser capaz de mantener levantada la cabeza por sí solo a las seis semanas, sonreír a los dos meses o mantenerse sentado sin apoyos antes de los nueve meses.
Si como familia tienes alguna sospecha de que el desarrollo de tu hijo o hija no es el habitual, puedes consultar esta información del CDC, Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades que aporta los indicadores que deben estar presentes en diferentes momentos clave del desarrollo infantil para que la familia pueda reconocerlos y actuar.
Si tu hijo presenta retraso respecto a los indicadores correspondientes a su edad es importante que lo comuniques al pediatra y/o escuela y que solicites alguna forma para confirmar o descartar la sospecha de una evolución no habitual.
No siempre se identifican las sospechas antes de que el niño o la niña empiece la escolaridad. Con frecuencia, se detectan tras haber comenzado su etapa escolar a lo largo de los primeros cursos. En estos casos los educadores de las escuelas infantiles o los maestros de los centros educativos que imparten la etapa infantil pueden solicitar la colaboración de los equipos de atención temprana.
A veces, la detección es más tardía, en la etapa primaria o incluso en la etapa secundaria y es el centro escolar o el equipo de orientación quien se pone en contacto con vosotros con el fin de realizar una valoración psicopedagógica y así poder tomar las decisiones oportunas.
Lo más importante es determinar si existe o no un problema y programar la intervención que mejor se ajuste a las necesidades tanto del niño como de la familia.
Hay cuestionarios sencillos para la detección de un trastorno del desarrollo y guías que proporcionan información para padres ante la sospecha de un problema del desarrollo social y comunicativo.