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¿A quién va dirigido el Programa de Estimulación Basal?
El alumnado al que va dirigido, presenta unas necesidades educativas especiales significativas y permanentes en todos los ámbitos de su vida, por lo que además de precisar Adaptaciones Curriculares Individualizadas, requieren apoyos significativos en las funciones: motora, sensorial, emocional, de la regulación de la conducta, así como cuidados sanitarios derivados de enfermedades crónicas. A pesar de su variabilidad cronológica, se encuentran en un estadio evolutivo semejante al que se da al cuarto mes de vida. Es aquí, por tanto, donde reside el carácter basal de la intervención, pues las ofertas educativas que requieren pertenecen a la experiencia más temprana y básica.
¿Por qué Estimulación Basal?
En este sentido, desde nuestro centro, se propone un concepto de Educación para este alumnado que va más allá de una “mera técnica o método”. Como expresa Andreas Fröhlich (su creador):“La estimulación Basal no es un método ni una técnica. Hay que entenderlo como un concepto(...); esto quiere decir que no se trata de una terapia definida y fijada (...), sino de un tipo de pensamientos (...) que requieren una revisión y adaptación continuadas (...)”
Bajo este concepto de Educación se sitúa en el centro al Ser Humano, al alumno o alumna, entendiéndolos como personas con unas necesidades y unas posibilidades educativas concretas; es decir, se traslada el punto de atención desde la discapacidad del alumnado, para observar y centrarnos en su potencial educativo. En palabras, nuevamente, de Fröhlich: “La educación es posible para todo ser humano, por grave que sea su situación vital”.
¿Cuál es el centro y el punto de partida en la Estimulación Basal?
El punto de partida de la E.B. es el nivel global de aprendizaje de cada alumno o alumna, así como sus experiencias previas, encontrándonos aquí con una serie de dificultades. Como se ha descrito anteriormente, la mayor parte de este alumnado presenta un nivel de desarrollo que corresponde con el 4º mes de vida; sin embargo hablamos de niños y niñas que, debido a su edad cronológica, han vivido una serie de experiencias (placenteras o displacenteras) inconexas y repetitivas a las que, probablemente, no hayan sabido encontrar un sentido o conectarlas entre sí, u otros alumnos que, simplemente, no las hayan tenido. De cualquier forma, es preciso encontrar una oferta educativa que incluya actividades para las que no se necesite experiencia previa ninguna. Una oferta educativa sin “límites ni exigencias” pero que plantee a nuestro alumnado la posibilidad de conseguir pequeños retos día a día.
Existen 3 áreas básicas de percepción, que se desarrollan a nivel intrauterino y para las que no se necesita experiencia previa; son las áreas:
û Somática: La primera percepción somática que sentimos es gracias al líquido amniótico que nos ofrece información constante de los límites de nuestro cuerpo.
û Vibratoria: se corresponde con la voz de la madre y sus ruidos internos (respiración, latido del corazón, sonidos gastrointestinales, etc).
û Vestibular: tiene que ver con el movimiento en general de la madre que proporciona al feto un balanceo que le incita a la actividad.
Es a partir de estas áreas básicas donde podemos reanudar las experiencias tempranas y ofrecer actividades significativas y estructuradas para que nuestros niños puedan sentir su propio cuerpo, desarrollar una identidad propia y entrar en relación con el otro y el entorno.
El objetivo es encontrar ofertas simples que faciliten una mejor asimilación del entorno para poder provocar una apertura hacia éste. Puesto que, la E.B., en definitiva, ayuda a la persona registrar y asimilar los impulsos nerviosos a través de estimulaciones bien organizadas en todos los ámbitos de la percepción, posibilitando, así, el desarrollo personal. Sin embargo, la necesidad de presentar estos ámbitos de estimulación por separado, no implica renunciar a un proceso educativo integral, es decir, no debemos olvidar el concepto de globalidad, tan importante dentro de la Estimulación Basal. Todos los elementos de estos ámbitos están entrelazados, se influyen mutuamente y ninguno tiene más importancia que el otro. Cualquier actividad que realizamos con el niño, integra estos elementos al mismo tiempo, puesto que cada alumno o alumna necesita ser visto como un ser global con sus características y necesidades individuales.
Todo esto nos lleva a plantearnos la absoluta y total dependencia que suele marcar la vida de nuestros alumnos y alumnas. Por ello se concibe la E.B. como un “concepto de 24 horas”, y se requiere la puesta en marcha de un proceso educativo que lleve a nuestro alumnado a tener un papel decisivo y protagonista en sus vidas, comenzando por ayudarles a entender y anticipar lo que ocurre en su día a día. El eje, por tanto, de nuestra Programación son las Actividades Básicas de la Vida Diaria (ABVD), pues la estimulación Basal, según Fröhlich, es la oferta que estructura lo cotidiano, lo cercano. Sólo de esta forma ayudaremos a nuestros alumnos a estructurar espacio-temporalmente su día, dándole así un sentido propio y una significación a sus vidas. “Un día a día bien creado puede ser un día a día vivenciado plenamente, donde uno se puede encontrar consigo mismo, con los otros y con los objetos conocidos”. (Fröhlich)
Teniendo claro que éste es nuestro principal objetivo, el aspecto que toma más fuerza y relevancia dentro de la E.B. es la comunicación, pues se trata del eje mediador que permite articular las diferentes áreas y experiencias de estos niños y niñas. Una comunicación que va más allá de las palabras; la comunicación basal propone una adecuación de nuestros canales y códigos comunicativos, con el objetivo de crear una relación biunívoca entre alumno y adulto, en la que no haya nadie en situación de inferioridad y se traduzca en una situación de interacción positiva para ambos. Como expresa Barbara Roller en su artículo: La Estimulación Basal® y la importancia de la comunicación para el proceso de la individuación: “si somos capaces de entrar en una comunicación verdadera, seremos capaces de adaptar nuestras intervenciones al ritmo propio del niño (...) Le notaremos más presente y conectado (...) El niño puede descubrir que puede ser gratificante e interesante entrar en contacto con el otro y salir cada vez un poco más de sí mismo.