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Visor

Fijar límites claros y predecibles para las vidas de los hijos, estimular un uso productivo del tiempo y promover experiencias de aprendizaje como algo habitual de la vida familiar

El establecimiento de límites claros y esquemas pautados para la vida cotidiana de los niños comporta ventajas contrastadas. Cuando el establecimiento de los límites van acompañados de las razones que los fundamentan, se favorece la capacidad de autorregulación y autonomía. El modo en el que se emplea el tiempo en el hogar constituye un rasgo compartido por los alumnos que logran un alto rendimiento en la escuela. La formación para la autonomía del niño comporta un control permanente de cómo se está utilizando su margen de libertad. Por ambos motivos es recomendable que la familia fije un plan diario de estudio para los niños sin depender únicamente de las demandas de sus profesores. De este modo, además de inculcar hábitos de orden y laboriosidad, los niños perciben que el estudiar es algo a lo que su familia concede mucha importancia y que forma parte natural de la vida familiar. Los niños rinden más cuando se sienten encuadrados en el marco que proporciona una rutina familiar ordenada y sistemática con horarios fijos y actividades pautadas.

Como señala Redding[1] , de acuerdo con la investigación disponible, en las familias cuyos hijos obtienen buenos resultados escolares los niños están acostumbrados a los calendarios, horarios, a hacer listas —como la de la compra— , a las tareas familiares, a la lectura, al estudio y a juegos que estimulan la mente.

El alabar a los niños por la realización de las tareas y por su dedicación y animarlos para que empleen su tiempo con sensatez constituye un elemento de refuerzo afectivo de este tipo de comportamientos y señala a los niños, de un modo implícito, cuáles son los valores de la familia y donde están sus prioridades.

Redding resume este tipo de prácticas familiares efectivas en los siguientes términos:

“Una rutina diaria que incluya tiempo para estudiar y leer, un ambiente familiar que proporcione un lugar tranquilo para el estudio, y actividades familiares que incluyan juegos y aficiones que mantengan ocupada la mente de los niños y les proporcionen ocasiones para la relación con otros miembros de la familia, caracterizan un hogar donde los niños son preparados en hábitos y valores para aprender en el centro escolar”

 



[1] Redding, S. (2000). Parents and Learning, IAE/IBE Unesco, Bruxelas/Ginebra, 36 pp