Diferentes estudios empíricos han señalado, de forma reiterada y consistente, los efectos positivos de los deberes sobre el rendimiento escolar. Como señala Walberg , sobre la base de una síntesis de una docena de estudios, los efectos casi se triplican cuando los profesores dedican tiempo a graduar la dificultad de las tareas, a corregirlas y hacer comentarios específicos sobre las posibilidades de mejora, así como a discutir los problemas y sus respectivas soluciones con los alumnos, tanto a nivel individual como de grupo.

Habida cuenta de la importancia que tienen los deberes escolares realizados en el hogar para el aprendizaje de hábitos, de destrezas intelectuales y de contenidos escolares por parte de los niños y adolescentes, la coordinación a este respecto entre familia y escuela resulta esencial.

La investigación disponible sobre la eficacia de los deberes para casa ha puesto de manifiesto que las siguientes características facilitan la efectividad de este tipo de tareas como recursos para el aprendizaje escolar:

• Son frecuentes
• Son obligatorias
• Están relacionadas directamente con el trabajo del aula
• Se utilizan para reforzar contenidos estudiados y no para introducir otros nuevos
• Se califican y sus notas se toman en consideración a efectos de evaluación
• Se devuelven pronto a los alumnos acompañadas de comentarios

Estas evidencias han de servir de base para la definición, por parte de los centros escolares, de un patrón efectivo de estrategias y de protocolos de actuación que impliquen tanto al profesorado como a las familias.