Promover en los alumnos una socialización entre iguales que asuma la cultura de la excelencia
Disponemos de una muy sólida evidencia empírica sobre la fuerza socializadora que para los niños y los adolescentes tiene la relación entre iguales en el seno del grupo[1]. Por ejemplo, los trabajos de Thomas Kinderman[2] han podido demostrar que las actitudes de los niños hacia los logros escolares están muy influidas por su pertenencia a uno u otro grupo. En su investigación empírica descubrió que las actitudes de los niños hacia los deberes cambiaban si se les cambiaba de grupo. Si un alumno se incorpora a un grupo de alumnos estudiosos es muy probable que su actitud frente al trabajo académico mejore y que vuelva a empeorar cuando se le aparte de él. Los resultados derivados de los análisis de PISA 2006 parecen reforzar esa misma idea.
Esta socialización entre iguales o “a través del grupo”, como la denomina Judith R. Harris, puede y debe ser empleada por los profesionales de la educación en favor de los objetivos formativos de la institución escolar. Los profesores, en primer lugar, al disponer de influencia directa y de control sobre el grupo de alumnos, pueden conducir la socialización entre iguales de modo que incorpore progresivamente la cultura de la excelencia. Pero las actitudes y las expectativas positivas de una clase pueden contagiarse a otras (aunque también las negativas) y todo el centro educativo puede verse finalmente implicado si, a nivel de la escuela, se impulsa el movimiento hacia la excelencia y se sobrepasa una cierta masa crítica.
El conocido periódico americano The New York Times centró su atención informativa sobre una vieja escuela secundaria,
De nuevo la interacción entre el centro y el aula resulta decisiva para que la levadura del cambio hacia la excelencia se extienda de un aula a otra hasta alcanzar toda la “masa”.
[1] Harris, J.R. (2003) – El mito de la educación. Debolsillo, Barcelona
[2] Kinderman, T.A. (1993) ”Natural peer groups as contexts for individual development: The case of children´s motivation in school”. Development Psychology, 29, 970-752
[3] Citado en Harris, J.R. (2003) pág.438