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Disponemos de una muy sólida evidencia empírica sobre la fuerza socializadora que para los niños y los adolescentes tiene la relación entre iguales en el seno del grupo. Por ejemplo, los trabajos de Thomas Kinderman han podido demostrar que las actitudes de los niños hacia los logros escolares están muy influidas por su pertenencia a uno u otro grupo. En su investigación empírica descubrió que las actitudes de los niños hacia los deberes cambiaban si se les cambiaba de grupo. Si un alumno se incorpora a un grupo de alumnos estudiosos es muy probable que su actitud frente al trabajo académico mejore y que vuelva a empeorar cuando se le aparte de él. Los resultados derivados de los análisis de PISA 2006 parecen reforzar esa misma idea.

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