El aula como entorno educativo se inserta en ese ambiente más amplio que proporciona el centro escolar. Mediante mecanismos diferentes de los que son propios del aula, el centro, como comunidad humana formada por alumnos,  profesores y personal no docente, contribuye sustantivamente a la educación de los niños y de los adolescentes y puede promover, de un modo efectivo, el aprendizaje de los valores de la esfera de la voluntad.

E.B. Stewart^[1]  ha analizado los factores que mejor predicen el rendimiento académico de los adolescentes. Apoyándose en una muestra de alumnos extraída de la base de datos del National Educational Longitudinal Study (NELS) llega a la conclusión de que, junto con  el esfuerzo del estudiante y la relación entre los padres y el niño, las asociaciones con compañeros constructivos desempeñan un papel esencial en el incremento del rendimiento académico. Sugiere que el clima escolar, en particular el sentido de cohesión o unidad escolar sentida por los estudiantes, los maestros y administradores, es importante para lograr el éxito de los estudiantes.

Existe un consenso amplio entre los especialistas a la hora de identificar la cultura de la escuela como elemento esencial para que los valores de la esfera de la voluntad se puedan desarrollar en los alumnos. Se precisa  que imperen en el ambiente escolar unas ideas comunes, compartidas y coherentes, es decir, orientadas en una misma dirección. Son muy ilustrativas a este respecto las palabras de Elkind y Sweet^[2]  cuando afirman que ya se sea maestro o administrador, guardián o conductor del autobús escolar, todos ellos están contribuyendo a conformar el carácter de los niños con los cuales están en contacto. Esta acción se produce según la forma en que se les hable, los comportamientos que uno modele, los hechos que anime, la conducta que se tolere o las expectativas que se transmitan. Para bien o para mal, afirman, en cualquier momento se está haciendo educación del carácter.

Por tanto, para lograr el objetivo de que todas las acciones que se desarrollan en el medio escolar sean beneficiosas para la formación de los alumnos, es preciso crear en el seno de los centros educativos un medio ambiente en el que predomine la cultura de la excelencia.

Cuando se habla de cultura de una organización humana, como lo es un centro educativo, se suele hacer referencia a un conjunto de orientaciones, normas y valores institucionales compartidos que otorga fuerza a los compromisos individuales, proporciona al centro una identidad propia y orienta a la organización hacia el logro de sus metas y de sus objetivos. Gonder (1999) establece tres tipos de componentes de la cultura de las organizaciones humanas:

• Valores y creencias: sistemas compartidos de convicciones sólidas que orientan la vida de la organización
• Rituales y ceremonias: acontecimientos de celebración periódica que refuerzan los valores clave
• Comunicación a través de historias: transmiten los valores compartidos que se convierten en mitos y leyendas

La cultura de un centro educativo es el resultado de un conjunto de actuaciones bien concebidas, bien lideradas y adecuadamente compartidas. Pero también es un proceso de transformación progresiva de las actitudes y los comportamientos individuales de acuerdo con ese marco orientador que en su desarrollo se consolida.

 [1] Stewart, E.B. (Dec 2007/Jan 2008). "Individual and School Structural Effects on African American High School Students' Academic Achievement", High School Journal; v. 91:2, p. 16-34

 [2] [2] Elkind, D.H. y Sweet, F. (2004). You Are A Character Educator, Today's School Educational Research 35: 535-607. Pergamon Press