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Visor

Enseñar resaltando la importancia de la excelencia

La excelencia como actitud personal debería constituirse en un aspecto fundamental del currículo. Como señaló una profesora de la Willowbrook Academy de Chicago “Los objetivos académicos enseñan virtudes” [1]. En efecto, los valores o virtudes que son el soporte de la excelencia se pueden enseñar desde la normalidad de las clases e integrados en las actividades escolares. Para ello, se han de concebir y aplicar estrategias de aprendizaje que permitan a los alumnos practicar esas virtudes. En la obra referida, Lickona y Davidson  describen, a este respecto, la práctica de Mose Durst, profesor de lengua en una pequeña escuela de Oakland (California):

“En las clases de preparatoria de la escuela de Mose Durst aprender a escribir significa aprender a reescribir. Mose sacaba copias del trabajo escrito de cada alumno y las repartía a todos los estudiantes de la clase. Todos juntos identificaban las fortalezas de los textos y las partes que se podían mejorar. Trabajaba con sus alumnos no sólo en la gramática y en la puntuación adecuadas sino también en el estilo, variando la estructura de los enunciados de modo que surgieran oraciones agradables”  

 Además, el trasladar a los alumnos el significado de aprender —y de aprender bien— les aporta una suerte de conocimiento preceptivo que otorga sentido a la acción y la hace más efectiva. Al analizar su propia experiencia exitosa en la enseñanza de la lengua, Durst afirma:

 “Encontré que si lograba contagiar a mis alumnos de la finalidad de la escritura estarían motivados para aceptar los retos”.

 

 


[1]  LICKONA, T. Y DAVIDSON, M. (2005). Smart & Good High Schools. Integrating excellence and ethics for success in school, work, and beyond. Cortland, N.Y.: Center for the 4th and 5th Rs (Respect & Responsibility)/Washington,D.C.: Character Education Partnership.

 

 
Consejo Escolar de la Comunidad de Madrid