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ENCUENTROS. Una mirada científica y arrtística a tres obras literarias
Don Quijote enamorado
Si no volviere, puedes tú volverte a nuestra aldea, y desde allí por hacerme merced y buena obra, irás al Toboso, donde dirás a la incomparable señora mía Dulcinea, que su cautivo caballero murió por acometer cosas que le hiciesen digno de poder llamarse suyo.(Capítulo XX)
Irene habla de Don Quijote "ciego de amor"
Don Quijote
Transformar el camino, porque los ojos del amor son magos.
Creer en lo increíble, la fe templada en hornos donde modela el alfarero
su obstinada confianza en lo invisible.
Condescender al Cura, a la Sobrina, al Duque,
al desviado mirar de las lagañas que navegan por ojos bachilleres.
Quijotizar a Sancho
y conjurar la ínsula que duerme en la pereza.
Velar, y en vela caminar sin rumbo,
y revestir el bosque o la posada
para forjar el último castillo.
Ganar en cada pérdida,
perder a cada paso y dar la espalda
a la poblada fábula y al mito,
a la mentira oblicua,
la sesgada verdad,
ligera como liebre tras la luna.
Y despedir la vida
abriendo bien los ojos,
pero sin renegar de Dulcinea.
Federico Peltzer
Dulcinea era analfabeta, como el 80% de la población. Escucha el audio: