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ENCUENTROS. Una mirada científica y arrtística a tres obras literarias

La muerte de Don Qujote

Dadme albricias, buenos señores, de que ya yo no soy don Quijote de la Mancha, sino Alonso Quijano, a quien mis costumbres me dieron renombre de Bueno. Ya soy enemigo de Amadís de Gaula y de toda la infinita caterva de su linaje, ya me son odiosas todas las historias profanas del andante caballería, ya conozco mi necedad y el peligro en que me pusieron haberlas leído, ya, por misericordia de Dios, escarmentando en cabeza propia, las abomino. (Capítulo LXXIV, De cómo don Quijote cayó malo, y del testamento que hizo y  su muerte)

 
 

Lucía S. nos habla de la muerte de Don Quijote, la real y la simbólica:
 

Ya no hay locos, amigo, ya no hay locos. 
 Se murió aquel manchego.
 Aquel estrafalario fantasma del desierto
 y… ni en España, hay locos.
 Todo el mundo está cuerdo,
 terrible, monstruosamente cuerdo 
 LEÓN FELIPE.

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