Historia y tecnología del buceo
Prehistoria y Edad Antigua
Los primeros indicios que pueden evidenciar actividad submarina, pueden datar en torno al VIII milenio a.C., del que datan yacimientos de conchas (køkkenmødding1) en Portugal, como el Yacimiento del Muge, u otros concheros en torno al Báltico. La cantidad de material marino es tan grande que es más lógico pensar que los hombres primitivos no esperaban a que bajase la marea para recoger las conchas, si no que habría comenzado a introducirse en el mar, sumergiéndose pocos metros para estar cerca del exterior2 3.
Más adelante, entre el 5000 y el 3000 a.C., también buceaban, de lo cual tenemos certeza, ya que se han encontrado restos humanos momificados en Chile con pequeños tumores en las orejas parecidos a la oreja de surfista4, una infección del oído causada por un crecimiento del hueso en el canal auditivo debido a la exposición a aguas muy frías, lo que nos da noción de que se practicaba esta actividad5.
El buceo, también data en los albores de la civilización, en torno al 2800 a.C., en Mesopotamia, y es que, en el Poema de Gilgamesh, la leyenda sumeria que es a su vez la obra literaria más antigua hasta la fecha, se relata como Gilgamesh, buscando la planta de la inmortalidad, se ve obligado a utilizar pesos en el cuerpo para poder caminar en el fondo del mar5.
Con el paso de los siglos, el buceo comenzó a evolucionar, y las personas, comenzaron a utilizar “equipo”, para mejorar las capacidades bajo el agua, como las lentes de buceo hechas con madera y láminas de carey que permitirían mayor visibilidad atribuidas a ciertas tribus polinesias durante el s. X a.C.6. Sin embargo, los grandes avances se producen a partir de este momento, como se puede apreciar en los bajorrelieves fenicios del s. IX y que muestran a estos huyendo de las flechas asirias a lo largo del río Tigris utilizando para ello odres llenos de aire. Actualmente se encuentran en el Museo Británico7.
Con los siglos venideros, el buceo aparece recurrentemente en las fuentes clásicas, destacando a Homero, quien en su Ilíada (s. VIII a.C.), relata la existencia de buceadores militares en la Guerra de Troya; al historiador Herodoto, quien en el s. V a.C., cuenta la historia de Scyllis, un buzo griego, y su hija Cyana, los cuales escapan del rey persa Xerxes buceando con juncos huecos que comunicaban con el exterior, como si fuese un tubo de esnórquel; o Aristóteles, quien en el s. IV a.C. escribe en su obra Problemata las primeras nociones de la campana de buceo, un artefacto grande y rígido que mediante un cable desde el exterior transportaba a los buzos, la “lebeta”, y un tubo, con un diseño parecido al de los juncos. Aristóteles relata que durante el sitio de tiro en el 332 a.C. Alejandro Magno, rey de Macedonia descendió mediante una campana de cristal al mar, donde se le permitió estar cierto tiempo sin necesidad de salir a la superficie5 8.
Finalmente, dentro de la Edad Antigüa, aparte de los intentos en el 168 a.C. para recuperar el tesoro perdido del Perseo, rey de Macedonia, cabe mencionar el papel de los urinatores romanos, una unidad especial para la guerra, que armada con cuchillos, se desplazaban buceando y se dedicaban a atacar naves, el saqueo y el sabotaje de las fuerzas enemigas, como las fuerzas del emperador romano Julio César contra Cneo Pompeyo en la guerra civil que protagonizaron9 10.
