Saltar al contenido

Visor

Lírica en el Renacimiento. Siglo XVI

Garcilaso de la Vega

Renacimiento y humanismo

El Renacimiento es un movimiento cultural que abarca todos los aspectos de la actividad humana. Se trata de un cambio de mentalidad, una nueva valoración del mundo y del hombre. Es un renacer a lo clásico, con una defensa del estudio, lectura y uso de las lenguas clásicas, junto a la revalorización de las lenguas vernáculas. Se difunde desde Italia al resto de Europa en el siglo XVI.

El movimiento cultural más característico del Renacimiento es el Humanismo, auténtico movimiento liberador del hombre en todos los órdenes que lleva al goce de lo natural, a la admiración de la virtud. Se canta al amor y a los placeres, en una sociedad alejada de lo medieval. Es una época de optimismo. Se concibe al hombre como centro del universo

Renacimiento en España.

Primer Renacimiento: Comprende la primera mitad del siglo XVI y coincide con el reinado de Carlos I, periodo de recepción de las directrices europeas en el que se introduce la poesía italianizante (basada sobre todo en Petrarca), cuyo máximo representante es Garcilaso de la Vega.

Segundo Renacimiento: Comprende la segunda mitad del siglo XVI (reinado de Felipe II), donde se acentúa lo religioso y lo nacional, y se cristianizan los rasgos paganos del periodo anterior, que perdurarán en el Barroco. Representantes de esta etapa son fray Luis de León y San Juan de la Cruz.

Lírica

En el siglo XVI todavía pervive la lírica castellana, transmitida a través de los cancioneros, (siguiendo la tradición del Siglo XV) con gran gusto por los juegos conceptistas.

La lírica italianizante es introducida por Juan Boscán, a partir de 1526 (boda del emperador Carlos con Isabel de Portugal) quien animará a Garcilaso a utilizar las versos y formas italianas. El endecasílabo, juntamente con el heptasílabo, se convertirán en los versos más representativos. Se utilizan las nuevas estrofas y géneros (soneto, estancia, lira, terceto, madrigal, octava real).  

Garcilaso de la Vega aclimata a la perfección en nuestra literatura todas estas innovaciones. Une en su persona todos los ideales renacentistas, desde su dedicación a las armas (estuvo a las órdenes del Emperador Carlos V) y a las letras hasta su pasión amorosa por una dama de compañía de Isabel de Portugal (esposa de carlos V) a la que convierte en eje de su práctica poética, siguiendo el modelo petrarquista.

Petrarca (1304-1374) partía de una idealización de la figura femenina desde los principios neoplatónicos. En su Canzonieri, ofrecía un diario poético autobiográfico dividido en poesías in vita y poesías in morte, que podía ser imitado.  Se considera la belleza externa de la amada como emanación de su belleza interior, que, a su vez, es reflejo de la belleza divina.

A esta idealización contribuyen varios tópicos latinos, como el Carpe diem ("Aprovecha el día"), llamada a aprovechar el tiempo presente, o el Collige, virgo, rosas ("Recoge, doncella, las rosas"), exhortación a una joven para que disfrute del amor antes de que el tiempo marchite su belleza. El recurso poético más característico es la oposición de contrarios a través de múltiples figuras, especialmente la metáfora.

Otros dos grandes temas complementan el tema amoroso: la naturaleza y la mitología. La naturaleza sigue  el tópico del Locus amoenus ("Lugar agradable"): recrea una naturaleza idealizada que sirve de solaz o refugio al poeta para expresar sus sentimientos. La mitología grecolatina no solo cumple una función estética u ornamental, sino que el poeta la emplea como símbolos de su propio conflicto sentimental.

A ellos se unen, en la segunda mitad, otros temas esenciales: la huida del mundo, eje de la poesía ascético-moral y el amor a lo divino, centro de la poesía mística. La huida del mundo se concreta en el deseo del individuo de trascender y fundirse con la divinidad. Se recrean los tópicos del Beatus ille ("Feliz aquel"), añoranza de una vida apartada en busca de paz y armonía; y el Aurea mediocritas ("La dorada mediocridad"): alabanza de la vida moderada, alejada de grandes ambiciones y pasiones .

La unión mística expresa una experiencia inefable: la unión del alma con Dios.  Exige un proceso previo de purificación (ascética) en el que el alma se desentiende del mundo. Es una gracia divina que se concede solo a unos pocos.  El poeta místico, ante la imposibilidad de poder expresar esta sentimiento sobrenatural, recurre al empleo de símbolos, alegorías, paradojas o antítesis procedentes del amor humano. La tradición mística reconoce, en todas las religiones donde se ha experimentado, tres vías: la vía purgativa (el alma se despoja de lo terreno), la vía iluminativa (se siente la presencia de Dios) y la vía unitiva (el alma se une con Dios). Las dos primeras constituyen el objeto de la ascética. La vía unitiva se corresponde con la mística.

Más abajo se puede descargar un esquema de repaso de la lírica renacentista en formato odp (LibreOffice), pero se puede repasar a continuación.

Ficheros adicionales