El siglo XX se inicia con el modernismo y la generación del 98. Hoy se acepta mayoritariamente que se trata de manifestaciones diferentes de un mismo afán crítico y renovador con respecto a la etapa realista precedente.

Algunos estudios las vuelven a unir bajo el epígrafe común de crisis de fin de siglo.

No se trata en este tema el teatro correspondiente a esta etapa, pues hay otro tema común que abarca todo el teatro de la Edad de Plata, esto es desde finales del siglo XIX a 1939.

Aunque venga siendo habitual plantear esta cuestión de forma conjunta, habría que hacer la salvedad de que las vanguardias se corresponden más con el quehacer estético y literario de la llamada generación del 27 que con el novecentismo. 

El principal difusor de las vanguardias, Ramón (Gómez de la Serna) ni siquiera forma parte del novecentismo, aunque es absotutamente coetáneo. Es Ramón. Y sin Ramón y sin el novecentismo no hubiese sido posible la generación del 27, situándose de esta manera de puente entre esta y la generación anterior, modernista y noventayochista. Y todos juntos conforman la Edad de Plata de la Literatura Española.

Principales corrientes, obras y autores del teatro anterior a 1939, esto es, de la Edad de Plata de la literatura española. Consecuentemente, también del teatro.

El número de salas y locales donde se podían ver espectáculos teatrales era mucho más variados y numerosos que en la actualidad. Como ejemplo valga el teatro Eslava, hoy convertido en afamada discoteca.

Todavía no había llegado la competencia del cine, aunque ya hace su tímida aparición.