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Visor

El español de América

Portada de Tirano Banderas

I
Filomeno Cuevas, criollo ranchero, había dispuesto para aquella noche armar a sus peonadas con los fusiles ocultos en un manigual, y las glebas de indios, en difusas líneas, avanzaban por los esteros de Ticomaipú. Luna clara, nocturnos horizontes profundos de susurros y ecos.
II
Saliendo a Jarote Quemado con una tropilla de mayorales, arrendó su montura el patrón, y a la luz de una linterna pasó lista:
—Manuel Romero.
—¡Presente!
—Acércate. No más que recomendarte precaución con ponerte briago. La primera campanada de las doce será la señal. Llevas sobre ti la responsabilidad de muchas vidas, y no te digo más. Dame la mano.
—Mi jefesito, en estas bolucas somos baqueanos.
El patrón repasó el listín:
—Benito San Juan.
—¡Presente!
—¿Chino Viejo te habrá puesto al tanto de tu consigna?
—Chino Viejo no más me ha significado meterme con alguna caballada por los rumbos de la feria y tirarlo todo patas al aire. Soltar algún balazo y no dejar títere sano. La consigna no aparenta mayores dificultades.

 Ramón María del Valle-Inclán. Tirano Banderas

EL ESPAÑOL DE AMÉRICA

Valle-Inclán, en una carta al mexicano Alfonso Reyes en 1923 , reconocía que su "Tirano Banderas" era «una suma de todos los países de lengua española, desde el modo lépero al modo gaucho». Como reconoce en su prólogo a la novela Darío Villanueva, Valle no escribe en castellano, ni en español, sino en "una koiné hispánica de inabarcables fronteras, que van desde California a la Patagonia". Esa unidad que ya detectó Valle sigue hoy presente a pesar de toda la diversidad de acentos.
Mapa del español de América

Con el sintagma “español de América” nos referimos a un conjunto de variedades geográficas que se hoy se hablan en dieciocho repúblicas del continente americano, con infinidad de matices. A ellas debemos sumar los hablantes de los estados “hispanos” de EEUU. Sin embargo, las diferencias entre ellas no son tan importantes como en los dialectos peninsulares, por lo que no es extraño que se tenga la impresión de que los hablantes hispanoamericanos constituyen una comunidad lingüística: la mayor en número de hablantes de nuestra lengua.

En esa diversidad lingüística influyeron varios factores, desde la procedencia regional de los colonizadores hasta el contacto con las lenguas precolombinas, así como los factores sociopolíticos de las diversas naciones americanas. No obstante, hay una serie de rasgos comunes.

En el plano fónico, uno de los rasgos más destacados es la entonación, mucho más melódica que la española; probablemente por influencia de las lenguas americanas. Se ha discutido bastante  sobre el andalucismo de América, que se manifiesta, especialmente en el aspecto fonético. Aunque algunos autores han hablado de coincidencias evolutivas, parece claro que la fuerte presencia de pobladores procedentes de la España meridional marcó en sus inicios esta diferenciación. El fenómeno más extendido es el seseo (/s/y /θ/ como [s]), junto con el yeísmo (/l/ y /y/ como [y], la aspiración de la /-s/, la neutralización de /-r/ y /-l/ implosivas,  la pronunciación como [h] aspirada del fonema velar fricativo/χ/.

En el plano morfosintáctico, destaca el voseo (uso de vos para referirse a la 2ª persona singular) junto con formas verbales (tenés, sabrás, vení, etc, que en su origen eran plurales). Tiene una fuerte presencia el diminutivo -ito, que se aplica a casi todas las categorias (ahorita, ahoritita).  Los sufijos -ada e -ida son muy productivos en nombres de acción y efecto (muchachada, conseguida ‘consecución’) Es más frecuente la adverbialización del adjetivo (hablar lindo). El verbo haber se construye como personal, en concordancia con el complemento directo (Hubieron desgracias). Es muy general el uso del perfecto simple donde el español peninsular prefiere el perfecto compuesto (¿Qué pasó?/¿Qué ha pasado?).

Pero donde las diferencias se hace más marcadas es el plano léxico. En ocasiones porque se conservan arcaísmos que han desaparecido en la península: carro ‘coche’. Algunas se cargan de tales valores connotativos que son impronunciables: madre es malsonante en México, concha en Argentina. Además, hay que añadir los numerosos neologismos, junto a una mayor permeabilidad del mundo anglosajon (chequear “to chek”, chompa “jumper”). 

No obstante, la unidad del español se asegura en una única norma escrita así como en el uso culto de la lengua. Las diversas academias de la lengua están desarrollando una labor impagable en este sentido, cuyo último fruto es la Nueva gramática de la lengua española, la primera que recoge todas las variedades del español actual en el mundo.