Esta obra teatral, estrenada en 1835, propició la consolidación del Romanticismo en España, tras el reinado absolutista de Fernando VII, que había retardado su expansión obligando al exilio a políticos y escritores liberales, como el mismo Duque de Rivas. A su muerte, con una Isabel II todavía niña, el Romanticismo florece en su reinado, hasta su derrocamiento en 1868, fecha que supone la consolidación del Realismo.

"Don Álvaro" se convierte en paradigma del drama romántico. Se organiza en cinco jornadas, no respetando la regla de las tres unidades. Las diversas acciones, algunas de las cuales corren paralelas, se desarrollan a lo largo de siete años en Sevilla, Hornachuelos (pueblo de córdoba) y Veletri (Italia). Se mezcla, además, lo trágico y lo cómico, con personajes de distintas clases sociales en una misma escena. Las cincos jornadas tienen un doble ritmo: lento y moroso en los cuadros costumbristas, en prosa, para recrear la ambientación y para informar sobre los acontecimientos pasados; rápido y precipitado en verso, cuando se pone en tensión el hilo argumental. El verso presenta la polimetría propia del Barroco, con predominio del octosílabo. De acurdo con los personajes, se suceden los estilos grave y llano, con gran variedad y riqueza en el vocabulario.

El tema principal es “la fuerza del sino”, es decir, la fatalidad que se abate sobre don Álvaro hasta su muerte. Ello le impedirá vivir su amor con doña Leonor, y acabará matando al Marqués. Don Álvaro se sentirá entonces culpable por sus actos y huirá, hasta recluirse durante cuatro años en la soledad de un convento. Por último, pasando de fraile a enviado del infierno, don Álvaro se suicida considerándose «demonio exterminador» y pidiendo al infierno que se lo trague. Don Álvaro no ha salvado su alma, no ha recibido la divina misericordia. Es éste el conflicto típicamente romántico: el hombre entre Dios y el mundo.

Los otros dos temas relacionados son la venganza y el honor. En la obra, la furia del Marqués se transforma en deseo de venganza que pasa, como una obligación, a sus hijos. Ni don Carlos es capaz de sobreponer el agradecimiento sobre la honra y acaba muriendo, como su hermano don Alfonso, a manos de don Álvaro. El inicio del problema está en la pasión amorosa entre don Álvaro y doña Leonor, pero es tan breve y se sitúa tan al comienzo de la obra, que será destruido por los anteriores. Posiblemente este hecho hace que hoy la obra parezca más pasada de moda. Con todo, no deja de ser uno de los fuertes contrastes que presenta y que la hacen muy entretenida de leer.