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Visor

¿Hemos tenido suficiente? Una generación agotada

La detención del rapero Pablo Hásel lleva semanas inundando nuestros medios de comunicación. Manifestaciones que arrasaban las ciudades españolas, abriendo cada informativo diario con tiendas destrozadas, vecinos indignados o contenedores en llamas. Disturbios incesantes cargados de violencia y un hecho extrañamente común: jóvenes. Así es, el perfil de manifestante pasa a convertirse en un adolescente o universitario que de la noche a la mañana decide salir a la calle y tomarse la justicia por su mano. Pero, ¿qué es lo que lleva a los jóvenes a tomar este tipo de posturas? ¿La pandemia tiene algo que ver o es algo que ya veníamos arrastrando? Y lo que es más importante, ¿hay algo que podamos hacer? Creo que son cuestiones que deberíamos empezar a plantearnos más seriamente.

No pretendo meterme en asuntos políticos ni médicos, no es mi intención. Sólo hay una idea que me está rondando desde hace un tiempo y es a donde quiero ir a parar con todo esto.

A raíz de lo de Pablo Hásel he podido confirmar que lo que sucede a mi alrededor, les está ocurriendo a otros cientos de miles de jóvenes españoles por todo el país. El lado más descontento de este sector de la población ha salido a relucir bajo un contexto que es el idóneo para crear disturbios y violencia. E, independientemente, de nuestra ideología o creencias, creo que la mayoría compartimos ese sentimiento, esa sensación de cansancio y desencanto ante la sociedad en la que nos ha tocado vivir.

Observo a mi generación, a mis compañeros, amigos... Y veo indeterminación. En cierta parte es normal, ¿no? Al final estamos en el periodo de las dudas y el "autodescubrimiento" pero... ¿Hasta qué punto debemos dejarlo pasar? Vivo en un entorno repleto de chicos perdidos que no saben qué hacer con sus vidas, que no tienen una visión a largo plazo o carecen de interés real en algo. Veo falta de motivación, iniciativa e incluso vitalidad. Veo a una masa qué sólo sigue y sigue sin rumbo ni razón. Intentamos olvidarnos de las cuestiones que nos rodean sustentándonos con el  aquí y ahora, pero nos preguntan dónde nos situamos dentro de  10 años y simplemente... No podemos imaginarlo. ¿Por qué parecemos tan agotados siendo tan jóvenes?

En un lado tenemos a ese estudiante que no sabe lo que quiere hacer pero tampoco está interesado en saberlo, ya que no siente especial gusto por nada, y en el otro a ese recién graduado que decide salir a quemar contenedores porque no encuentra trabajo ni con sus 6 años de carrera. ¿Acaso es esto lo que quieren para nosotros?

Dile a un adolescente dubitativo y ya desganado con la situación en general que acabará todos esos años de exámenes para encontrarse la condición laboral más desfavorable posible. Que si no le gusta nada, tendrá que gustarle, y que si le gusta, tampoco servirá. Dile que estudie lo que estudie acabará siendo un repartidor de “Just Eat” porque "la situación siempre ha estado mal para los jóvenes". Que, aunque encuentre el empleo que iba buscando, no podrá independizarse hasta los treinta y muchos y con suerte. Dile que las estadísticas no están de su parte, que el futuro no pinta bien... Háblale de todo esto y después espera que tenga ganas de pensar en una carrera o que no se deje llevar por la impotencia y salga a la calle cuando tenga la oportunidad. No se puede.

La situación política, el mercado del trabajo, las injusticias sociales, la crisis económica o el COVID son sólo algunos de los problemas que repercuten directamente a nuestra generación, y creo que hablo por la gran mayoría cuando digo que estamos cansados. Cansados de que se ignoren nuestras quejas, de que no se nos brinden oportunidades aun estando plenamente capacitados. De estudiar para tener que acabar yéndonos de nuestro país o de sentir que esforzarse ya no merece la pena. Estamos cansados de oír malas noticias, de las pésimas predicciones con las que expertos y estadistas ensombrecen nuestro futuro constantemente.

Y sé que es fácil culparnos. Carecemos de experiencia en muchos ámbitos y a veces actuamos sin pensar, con reacciones desmedidas o falta de empatía. La desinformación generalizada y libertad en redes sociales también contribuyen a actuaciones incorrectas, pero, al igual que no debemos justificarlas o taparlas, tampoco debemos dejar que nos representen.

Las ganas de trabajar y hacer de nuestra realidad algo mejor, la búsqueda imparable de una sociedad igualitaria, la renovación de ideas implicando métodos más creativos o el interés en el progreso social y científico... Esos son los aspectos que tenemos que llevar como bandera. Porque somos mucho más al margen de "los que se quejan", "los que no hacen nada productivo" o "los que viven de las nuevas tecnologías". Mucho más a parte de las etiquetas que se nos han impuesto de forma general.

Por eso desde aquí y con los medios que tengo quiero animar a todos los jóvenes que se están enfrentando a la situación, independientemente de lo que sean o cómo lo hagan. Al empleado, que mantiene dos trabajos parciales sin dejar de buscar algo que se adapte mejor a él. A la manifestante, que organiza movimientos de protesta pacífica con la intención de luchar por todos  aquellos que no pueden hacerlo. Al treintañero, que acaba de conseguir su primer piso tras varios años de ahorros. A los estudiantes que eligen lo que quieren aunque no sea lo convencional o a los que aún no lo tienen tan claro, pero continúan esforzándose cada día.  A ti, seas quien seas, que estás leyendo esto.

Te invito a que busques, aprendas, o te intereses por algo realmente. A que pienses por ti mismo, desees a lo grande y te marques metas. Si puedes elegir algo, no elijas quedarte parado, no elijas que el pesimismo general  se quede con tus aspiraciones. Pensando en las limitaciones que tenemos nos resignaremos ante realidad y eso es algo que, dadas las circunstancias, no podemos permitir.

Porque el futuro está aquí, mejor o peor, pero está, y de nosotros depende su transcurso. Somos la próxima generación, el agotamiento personificado, la denuncia incansable, y creo que ya hemos tenido suficiente.

B. M.