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Visor

El maravilloso sentido del ridículo

       El sentido del ridículo es una característica propia del ser humano. Todos alguna vez hemos pasado por un mal trago en el que nos hemos sentido ridículos, pero esto, en mi opinión, es algo bueno ya que ayuda a darnos cuenta de que no somos perfectos, de que todos somos humanos, un ser maravillosamente imperfecto. Un mundo sin personas con sentido del ridículo sería un mundo de “sinvergüenzas” y personas arrogantes. Ahora bien, ni un extremo ni otro, no podemos sentirnos ridículos todos los días y a todas horas. Lo serio viene cuando hacemos de este maravilloso sentido algo nocivo. Hay personas que apenas lo tienen, mientras que otras lo tienen muy desarrollado, y generalmente este último tipo de personas son inseguras y sensibles ante las opiniones de los demás.

       Hoy en día se está desarrollando un particular tipo de sentimiento del ridículo muy dañino entre adolescentes por culpa de las redes sociales. Cada vez es más grande el número de adolescentes que se ven influenciados por estereotipos, ¿y si no me parezco físicamente a él, seré aceptado? ¿Y si no tengo la ideología de ella, me juzgarán? Esto está muy relacionado porque cuando alguien se plantea ese tipo de preguntas es a causa de que no siente confianza en sí mismo. ¿Y por qué? La respuesta es sencilla, porque tiene miedo a sentirse ridículo. Hasta a veces dejan de ser ellos mismos por convertirse en el tipo de persona "más aceptada por la sociedad".

       ¡La diversidad es una de las cualidades que hace al humano un ser maravilloso! Normalicemos la diversidad porque solo así podremos acabar con este dañino sentido del ridículo. Claro que sentirnos ridículos en algún momento de nuestra vida nos hace mejorar como personas, incluso cuando le pasa algo embarazoso a otra persona empatizamos con ella, pero hay que saber llevar esas cosas sin anteponer la ridiculez a nuestra persona y sin que sea una razón de baja autoestima. Además, ¿no hay programas dedicados solo a los que se caen y con los que todos nos reímos? Estoy convencida de que la mayoría de las veces la víctima de la caída se muere de risa al verse. A veces viene bien convertir lo embarazoso en algo gracioso. En vez de temer al ridículo, pensemos en que cada vez que metamos la pata vamos a ser una nueva versión de nosotros mismos, una nueva versión mejorada que seguro ha aprendido de ese desliz.

ELENA TENORIO. 2º BTO A.