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Visor

Relato

       Era una mañana tranquila de lunes, Otto estaba delante de su pequeña televisión, con esa calidad de imagen horrible que tiene, pero al menos podía ver ahí su serie favorita, esa de un muñequito verde del cual no recuerda su nombre y a veces, hasta le da miedo; dice que le mira demasiado. Otto estaba sentado en su sillón en forma de dragón, su preferido. Hoy faltaría a la escuela como era de costumbre, no le gustaba la escuela, los niños son malos con él, dicen cosas feas, como que sus padres se avergüenzan de él por no saber hablar como las personas normales y por ser un crío raro, anormal. Su mamá deja entrar tres veces a la semana a un señor, muy alto, casi llega al techo, siempre lleva una bata blanca o tiene unas manos gigantescas, a veces parece que quieren atraparlo y no soltarlo, un poco como el monstruo de la tele, pero este no tiene una voz graciosa y tampoco le canta. Este señor solo le hace preguntas raras y, en su opinión, estúpidas, escribe todo lo que Otto contesta y siempre le sonríe con esa mirada que le causa desconfianza. A Otto no le cae bien, sin embargo, su mamá siempre le dice que " Está aquí para ayudar, que puede ser hasta un amigo", imposible según él.

       Estaba viendo a su monstruo favorito de la tele, cuando empezó a escuchar cómo las gotas de lluvia golpeaban fuertemente su ventana, parecía como si estuviese a punto de caer un tremendo diluvio, parecía como si él mismo se estuviese mojando aun estando en el interior. De pronto, empezó  a escuchar un suave canto, pero no parecía la voz de su mamá ni tampoco era aquella canción que le canta todas las noches antes de acostarse, esta era más bien un tarareo, miró a su alrededor, nada. No había nadie, sin embargo, cada vez lo escuchaba más alto, como si proviniese de su habitación. Otto empezó a desesperarse, casi a irritarse al escuchar cada vez más y más ese chirrido como voz que retumbaba en su cabeza. Apretó sus puños con fuerza y escondió su cabeza entre las rodillas, de pronto, el tarareo cesó. Volvió a incorporarse y, al abrir los ojos, una especie de criatura extraña estaba delante de él, era pequeña, casi de color grisáceo, con ojos grandes y brillantes que lo miraban sin pestañear. Él, extrañado, le preguntó quién era y quién se creía para estar en su habitación, este solo respondió "Hacerte compañía, pareces nervioso y solitario". Esta frase resonó en la cabeza de Otto muy bajito y casi en susurro, parecía como si incluso se lo hubiera imaginado, ya que aquel monstruito no había ni movido su boca. Otto le contestó que no necesitaba a nadie y menos a un bicho feo, que se fuera y dejase de cantar tan mal. Este extraño ser volvió a murmurar al igual que había hecho antes, sin mover ni un solo rasgo dijo "No deberías ser tan malvado, al final todo se devuelve". Seguidamente Otto empezó a notar cómo su sillón empezaba a moverse, cómo aquellos brazos del dragón se hacían largos hasta agarrarlo por la cintura, dejándole sin escapatoria. Empezó a ponerse muy nervioso, intentando zafarse de aquella sujeción, moviendo su cuerpo de un lado a otro, en vano, puesto que era mucho más fuerte que él. Otto pasó de estar enfadado, intentando escapar pataleando bruscamente e insultando a aquel monstruo, a empezar a ponerse ansioso, llorando de temor, casi sin poder respirar. Solo podía escuchar las risas de varias personas por toda su habitación, e incluso voces que decían palabras sin sentido y susurros ininteligibles. Asustado, Otto chilló, pero no dejó de moverse para intentar escapar del agarre de aquel sillón, con los ojos cerrados con fuerza, hasta que de pronto, unas manos suaves y calientes se posaron en su hombro y después en su pequeña cabeza, esas manos le infundieron tanta calma y seguridad que abrió los ojos, y se encontró con su madre agachada hacia él con el rostro lleno de preocupación y tristeza. Todo se volvió en calma, su sillón no le estaba agarrando, ni un solo ruido se escuchaba, solo su madre calmándolo. Una vez Otto estuvo algo más tranquilo, le señaló a su madre el lugar donde había visto aquel monstruo que lo amenazaba, pero no había nada, sólo su televisión, apagada. Miró a su ventana y no había siquiera una gotita de lluvia, al contrario, era un día soleado, como lo normal en pleno junio.

       No entendía nada, miraba a todos lados sin respuesta alguna, volvió a agitarse, fue ahí cuando su madre le dijo "Otto cariño, te dije que te tomases las pastillas de Clozapina, el doctor dice que eso te ayudaría".

       Todo volvió a su normalidad, incluso estuvo más cercano a aquel doctor ese día, no es tan malo como creía, juega con él y no le dice cosas feas como los de su cole, él dice que puede conseguir que Otto conviva con esas voces sin que le hagan daño. Esas voces y figuras extrañas volverán, Otto lo sabe, ya que al final son parte de él y su cabeza.

S. J. (1º BTO C)