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Visor

El paladín del sol y la luna

Esta es la primera parte de una historia que iré publicando por entregas.

I. Un hombre solo

                    En una tarde de verano, un joven adolescente de ojos azules y brillantes como dos soles llamado Katsalo sale de su casa con el objetivo de irse de viaje hacia uno de los reinos aliados a conocer gente. Mientras sale de casa y se despide de su familia y amigos le invade un pensamiento de inseguridad que le hace presentir que algo malo está a punto de pasar.

                    Sin hacer caso de sus previsiones decide partir con el carro en el que se encuentra su equipaje hacia tierras lejanas. Durante el viaje, aprovecha para ir a lugares como el campo de la batalla que se encuentra al lado de la posada más conocida del reino de Mastard, “La zorra dormilona”, donde se juegan las mayores apuestas de juegos de dados, como el mentiroso, que es el más famoso de la zona.

                    Cuando se levantó, ocurrió la primera desgracia del viaje. Le habían robado la mayoría de cosas necesarias que se encontraban en el carro. Al ver lo ocurrido empezó a investigarlo y se dio cuenta de que los ladrones eran los propios trabajadores del bar de la posada. Se presentó en la barra diciendo:

–¡Quiero ver al encargado!

-Perdone pero eso no va a ser posible –añadió el camarero.

Katsalo, con expresión de enfado, levantó la mano y dio un gran golpe contra la mesa mientras decía:

 -¡Cállate! ¡Te crees que no sé lo que pasa aquí! Si es así te equivocas gravemente –De repente el dueño de la posada abrió la puerta de la sala en la que se encontraba y le convenció diciéndole que le daría las cosas de vuelta y algo más si callaba. El muchacho aceptó y le dio la mano en señal de respeto y acuerdo.

                    Cuando llegó al lugar del acuerdo, que era el centro del campo de batalla, vio llegar a los ladrones con el carro y uno de botín en señal de perdón. Cuando los ladrones se apearon del carro, se acercaron a Katsalo mientras sacaban unas dagas de sus bolsillos y dijeron:

-Vamos a terminar de robarte así que calla y danos lo que tengas.

                    El joven estaba conmocionado y no le quedaba otra cosa que rendirse, pero volvió esa sensación de que algo  está a punto de pasar y esta vez no era nada malo, gracias a su instinto, aun sin saber manejar armas, cogió una espada oxidada y atacó a los ladrones, la espada no tenía filo, pero igual cumplió su cometido dejando a los ladrones en las últimas.

 

II. Destinos desconsiderados

                    Una vez llegó a su destino, “El reino de los Auditore”, se encontraba demasiado cansado para hacer turismo, así que fue a una posada donde no robaran y pidió una de las mejores habitaciones que tenían libres para descansar un poco.

                    Una vez se despertó se fue a desayunar y después se fue a hacer turismo. Ya a mediodía se dirigió a una oficina de correos para mandarle una carta a su familia, pero, de manera sorprendente, tenía una carta, aunque sin saber cómo había llegado a esa oficina decidió abrirla aun con otro mal presentimiento para ver de qué se trataba. Era de los ladrones de la zorra dormilona. ¡Habían secuestrado a su hermana pequeña! Muy asustado fue corriendo a su carro para partir de vuelta a casa.

                    Las lágrimas recorrían su cara impulsadas por la fuerza del viento cuando estaba a punto de terminar el viaje, aunque empezó a cuestionarse sobre si su don de presentir lo que va a pasar era bueno o malo. Ya en su destino abrió la puerta aún con las manos temblando y vio el interior, parecía que lo hubieran robado todo, así que buscó en todos lados y encontró una nota en su alcoba que decía: “Si nos quitas algo que nos gusta, te quitamos lo que más amas, como tu familia, atentamente: Los ladrones de la zorra dormilona.”

 G. M. (1º ESO C)