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BALZAC Y LA JOVEN COSTURERA CHINA (Reseña de una película)

por Isabel López de Mingo, alumna de 2º bachillerato

Yo creo que Balzac et la petite tailleuse chinoise es una película que todas las personas deben ver al menos una vez en la vida. Es una película cuyo tema es de gran importancia y que además la mayoría de personas no conoce. Pertenece a la historia de China y por tanto, a la historia del mundo.

Me he sentido conmocionada por la película. Creo que es perfecta ya que la música, la decoración, la interpretación de los personajes, el guión autobiográfico, el escenario… son excepcionales. Todo esto, nos hace creer que estamos en la misma China.

La película ni es aburrida ni es de larga duración. Utiliza el tiempo estrictamente necesario para mostrar todo.

Pienso que la interpretación de los personajes por parte de los actores es realmente buena. He sentido con emoción sus vivencias. Yo he podido ponerme en la piel de éstos. Me encanta el personaje de Ma porque comparto con él el amor por la música. Creo que la música es la mejor manera de expresar aquello que queremos decir. Aunque Ma es mi personaje favorito me gusta también el personaje de Luo porque ama la literatura igual que yo. Pienso que sin la palabra el mundo perdería el sentido de la vida.

Me gustan las imágenes de la película. El paisaje es precioso. Las imágenes representan la naturaleza pura. El pueblo se sitúa en pleno corazón de la naturaleza. Los personajes están en constante contacto con ella. Hay una gran cantidad de colores y aparece numerosas veces la imagen del agua. Es una película formidable.

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TESOROS DE MADRID: Museo Thyssen

El Museo Thyssen-Bornemisza se inauguró el 8 de octubre de 1992, con la presencia de los reyes, Don Juan Carlos I y Doña Sofía.

Tiene aproximadamente unas mil obras de arte antiguo y moderno (otras sesenta se exponen en depósito en el MNAC de Barcelona) y, paralelanente, el museo alberga múltiples exposiciones temporales.

Su existencia se debe al acuerdo de arrendamiento (1988) y a la posterior adquisición, por parte del Gobierno español (1993), del núcleo más valioso de la colección privada reunida a lo largo de siete décadas por la familia Thyssen-Bornemisza. Este fondo artístico aportó numerosos ejemplos de pintores extranjeros ausentes de los museos españoles, desde el gótico de los siglos XIV y XV (Duccio, Jan van Eyck) hasta el pop art y los años 80 (Roy Lichtenstein, Lucian Freud), por lo que vino a complementar el repertorio expuesto en los dos principales centros estatales, el Prado y el Reina Sofía.

La apertura del Museo Thyssen-Bornemisza dio el vértice que faltaba al Triángulo del Arte del Paseo del Prado, área museística de Madrid que concentra el acervo pictórico más importante de Europa.

La institución, gestionada por una fundación bajo control público, tiene su sede en un edificio histórico, el Palacio de Villahermosa, y su rehabilitación como pinacoteca fue diseñada por Rafael Moneo. Las mejoras más elogiadas fueron la reordenación interior en salas amplias, el énfasis dado a la luz natural (con lucernarios regulados mediante sensores) y el cambio del acceso principal, que volvía de la Carrera de San Jerónimo a la fachada posterior tal como era en origen. Se entendió que esta entrada era más adecuada para acoger al público porque disponía de jardín propio.

El mármol de los suelos y el estuco en color tostado de las paredes fueron sugeridos por la baronesa Thyssen, Carmen Cervera; una solución estética que suscitó controversia al apartarse de la sobriedad habitual en los museos de nueva construcción. La ambientación colorista y algo ostentosa recuerda a las fundaciones norteamericanas de origen privado: plantas tropicales y un gran tapiz con el escudo de los Thyssen decoran el atrio, flanqueando el colosal lienzo El Paraíso de Tintoretto y esculturas de Rodin. Presiden este recinto sendos retratos de cuerpo entero de los barones y de los reyes de España Juan Carlos I y Sofía (pintados los cuatro por Ricardo Macarrón).

En 2004 se amplió mediante la suma de dos edificios colindantes antes pertenecientes a la familia Goyeneche. Su nueva fachada orientada al jardín es de estilo vanguardista si bien los interiores armonizan, en colores y materiales, con los del primer edificio.

Gracias a este anexo se amplió su exhibición con unas 240 piezas más, prestadas por Carmen Cervera, viuda del barón Thyssen.

Tras cinco años de exhibición por separado, en diciembre de 2009 se anunció que ambas colecciones (la de propiedad estatal y la de Carmen Cervera) se fusionarían en un despliegue unitario en 2010, si bien ello se está demorando y queda pendiente de resolución el futuro de la segunda colección.

El Museo Thyssen-Bornemisza ofrece al público un recorrido por el arte, desde el siglo XIII hasta las postrimerías del siglo XX. Se pueden contemplar los principales periodos y escuelas pictóricas del arte occidental como el Renacimiento, el Manierismo, el Barroco, el Rococó, el Romanticismo y el arte de los siglos XIX y XX hasta llegar al Pop Art. Se incluyen también algunos movimientos carentes de representación en las colecciones estatales, como el Impresionismo, el Fauvismo, el Expresionismo alemán y las Vanguardias experimentales de comienzos del siglo XX. Asimismo cabe destacar la importante colección de pintura norteamericana del siglo XIX, única en el ámbito museístico europeo.

Según The Art Newspaper, basándose en datos facilitados por los propios museos, en 2013 el Thyssen fue el quinto museo más visitado en España, con 944.827 visitantes, situándose en el puesto número 67 de su ranking de los 100 museos de arte más visitados del mundo.

El fondo artístico de la colección privada del primer barón Thyssen-Bornemisza Heinrich, empezó a formarse en La Haya hacia 1928. Ya anteriormente, hacia 1906-11, su padre August Thyssen (1842-1926) había encargado siete esculturas de mármol a Auguste Rodin. Tras diversos avatares, en 1956 el segundo barón, Hans Heinrich recompró seis de ellas: actualmente cuatro pertenecen a su viuda Carmen Cervera (quien las mantiene expuestas en el atrio del museo) y las dos restantes las recibió su hija Francesca.

En apenas diez años (1928-38) los Thyssen sumaron muchos de sus mejores cuadros antiguos: Durero, Holbein, Baldung Grien, Jan van Eyck, Fra Angelico, Carpaccio, Sebastiano del Piombo, Caravaggio, Frans Hals, Tiepolo... Se dice que la compra de tantas obras maestras fue posible por la gran actividad que vivía el mercado del arte, debido al crack del 29 y la difícil situación en Europa entre las dos guerras mundiales. Muchos aristócratas europeos y magnates americanos tuvieron que vender sus cuadros más preciados, y los Thyssen pudieron adquirirlos a precios razonables. Sin embargo, hay que desmentir que la colección se beneficiase por una presunta proximidad al régimen nazi. Los Thyssen-Bornemisza no residieron en Alemania sino en Hungría, Holanda y Suiza; la confusión se explica por la existencia de otra rama de la saga Thyssen (Fritz Thyssen), ajena a los Bornemisza y también dedicada a la industria, que sí apoyó a Hitler en sus inicios.

En 1932 el barón Heinrich adquirió en Lugano (Suiza) una mansión del siglo XVII, Villa Favorita, que pasó a ser su residencia habitual, y construyó en sus jardines un pabellón o galería con 18 salas para exhibir su colección. Este incipiente museo (privado) se inauguró en 1937, pero tuvo que cerrar sus puertas al estallar la Segunda Guerra Mundial; reabriéndose una década después. A su muerte en 1947, el I barón había reunido unas 525 obras y confiaba en que una fundación velaría por su integridad; pero tres de sus cuatro hijos prefirieron repartirse la colección.

El segundo barón, Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza (1921-2002), popular en España gracias a su matrimonio con Carmen Cervera, prosiguió la actividad coleccionista de la familia, tanto con arte antiguo como especialmente con pintura impresionista y moderna.

El primer objetivo del nuevo barón fue reunificar la colección paterna; perseveró durante décadas y en 1986-88 recuperó la Madonna de la humildad de Fra Angelico (MNAC de Barcelona), La ninfa de la fuente de Lucas Cranach y El jardín del Edén de Jan Brueghel el Viejo. Otras piezas de la familia se dispersaron: una Virgen con el Niño de Durero terminó en la National Gallery de Washington, Tobías y Ana de Rembrandt ingresó en el Rijksmuseum de Ámsterdam, y en 1995 se subastaron más de 50 obras de la llamada Colección Bentinck-Thyssen. Entre ellas se contaba otra pintura de Rembrandt, Cupido haciendo pompas de jabón, actualmente en el Museo Liechtenstein de Viena.

A las obras heredadas y recuperadas el barón unió muchas otras a partir de 1956, tanto antiguas como modernas: desde Petrus Christus, Antonello da Messina, Palma el Viejoy El Greco, hasta Van Gogh, Pablo Picasso, Jackson Pollock y Tom Wesselmann.

Gracias a su matrimonio con Carmen Cervera el barón Thyssen empezó a estrechar lazos con España. Esto ayuda a explicar por qué el gobierno de Felipe González se dirigió a él en 1986. El barón recibió en su casa de Daylesford (Inglaterra) a varios intermediarios españoles y animado por su esposa, propuso que España albergase la pinacoteca familiar Thyssen-Bornemisza.

Tras un año de discretas negociaciones, finalmente el Gobierno español obtuvo la cesión de la colección al ofrecer condiciones difíciles de mejorar: aceptó las que fijaba el barón, y ofreció como sede del museo el Palacio de Villahermosa, un céntrico edificio de valor histórico, vecino al Museo del Prado. Se garantizaba así una importante afluencia de público y una proyección internacional. El acuerdo contemplaba que un grupo de obras se depositase en el Monasterio de Pedralbes de Barcelona, en respuesta a un convenio cerrado entre el barón y el alcalde Pasqual Maragall dos años antes. Actualmente se exhiben en el Museo de Arte de Cataluña.

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El valor educativo de la lectura y el cine

por Antonio Páramo, profesor del IES Arturo Soria

No creo que sea una presunción disparatada la de asumir que nuestra educación, en gran medida, es fruto de la actividad que desarrollamos más allá de la que cada curso se realiza en un centro educativo. Ciertamente, la labor escolar es muy importante, en buena medida, porque nos ofrece las herramientas y nos ayuda a crear las disposiciones para aprender fuera de él. No solo es que aprendemos la mecánica del cálculo y el razonamiento científico o la lectoescritura, sino la autoexigencia, la capacidad de análisis, el espíritu crítico y los valores que hacen posible convertir la propia existencia en una aventura apasionante de crecimiento personal.

Para quien está bien dispuesto, fuera de la vida escolar casi todo puede ser ocasión para aprender grandes lecciones. Quiero llamar la atención sobre dos campos que últimamente me han dado mucho qué pensar. Me refiero al cine y la lectura. Coincide que he leído un libro y visto una película que giran en torno al mismo tema y eso me ha permitido abrir la mente a una realidad, de la que había oído hablar pero en la que me faltaba el contenido de la realidad. Esa realidad que a veces, como en este caso, ofrecen la buena lectura y el buen cine.

El libro por la facilidad con que se lee, parece estar escrito para gente joven que se inicia en la aventura de leer. De hecho ha llegado a mis manos porque estaba en la mesilla de alguno de mis hijos y pasaba de la de unos a la de otros hasta que llegó a la mía. Su título, Correr para vivir (2013), me parece que está muy bien puesto, al menos engloba el contenido de la historia que nos presenta. Su contexto es bastante dramático, pero está contado con tanta sencillez que puede llegar a pasar desapercibido. Es la historia de un “niño perdido” sudanés cuya vida está tejida como una gran carrera. Una recorrido que empieza al escapar de la muerte, a la carrera por la sabana, y desenlaza al lanzarse, también a la carrera, en pos de un sueño aparentemente inalcanzable pero que logra hacer realidad convirtiéndose en atleta olímpico.

Por tratar del mismo asunto, me interesó la película, La buena mentira (2014), que aunque tiene un ritmo desigual se deja ver con agrado, y eso a pesar de que la historia, igual que el libro, tiene como punto de arranque la sangrienta guerra civil que sacude Sudán desde mediados del siglo pasado hasta nuestros días. Se centra en la historia de los “niños perdidos” de una familia, por lo que en este caso no gira en torno al esfuerzo personal, sino al esfuerzo compartido y a la capacidad de sacrificarnos los unos por los otros. Narra la lucha para sobrevivir unidos que arranca con la matanza de todo su pueblo y se desarrolla en la búsqueda de un lugar seguro, la experiencia del campo de refugiados y la difícil adaptación al ritmo de vida occidental.

En ambas experiencias hay momentos de intenso dramatismo, resaltando con sencillez y fuerza el contraste entre la vida que tienen las personas del tercer mundo y la de cuantos vivimos en la zona opulenta y satisfecha del mundo. Es precisamente ese contraste el que hace brillar especialmente la idea de que todos tenemos mucho que aportar a los demás y que es importante ser receptivos y sensibles a sus necesidades.

Os invito a tomar contacto con estos dos tipos de obras y a iniciar o consolidar el camino de aprendizaje que nos brindan. En el caso concreto que refiero, presentan además historias reales y nos acercan a dramas humanos auténticos. Tanto en este caso como en general, el cine y la lectura, no son un simple entretenimiento o un interesante instrumento didáctico. Sus temas y sus tramas son un elemento formativo decisivo que nos pone en contacto con la problemática de nuestra existencia y nos ayuda a reflexionar sobre el modo de orientar nuestra conducta. Es verdad que, en la vida, todos necesitamos aprender de otros. Por eso mismo, no debemos perder de vista que en la unidad argumentativa que frecuentemente nos ofrecen libros y películas, la vida humana se perfila más incisiva, nos invita a hacernos preguntas, a veces profundas, y a pensar con ejemplos sobre el mejor modo afrontarla.

Aprovechando que se acercan las vacaciones, ese tiempo de ocio que los griegos identificaron como tiempo privilegiado de formación (scholé, escuela), os invito a aprovechar vuestro tiempo desarrollando el hábito de la lectura y aprendiendo a ver y analizar buen cine con frecuencia.