por alumnos de Bachillerato

Comenzaba un nuevo día. Un día en el que despertamos con mayor tranquilidad que cualquier otro. Dejábamos de lado la rutina de cada día y nos enfrascábamos en la semana de la ciencia. Nuestra visita a la Autónoma resultó ser el punto culminante para que muchos supiésemos que nuestro lugar estaba en la ciencia.

Como tema principal de nuestra actividad se encontraban los embriones, en concreto, embriones de pollo. Si bien nos parecía imposible extraer un embrión de un huevo nosotros mismos, pudimos comprobar que estábamos totalmente equivocados.

Tras una sesión de teoría con la que pudimos afianzar y aprender nuevos conceptos, nos dirigimos al laboratorio de embriología. Allí nos propusieron extraer embriones de tres etapas distintas del desarrollo y tras observarlos por el microscopio concluir con ayuda de unas plantillas de qué etapa se trataba.

Extraerlos parecía muy sencillo, pero cuando quisimos intentarlo más de un huevo acabó desechado. Debíamos dar golpecitos a un lado del huevo, por la parte más ovalada y extraer parte del contenido con una pipeta. Tras esto, en la parte central del huevo debíamos abrir una especie de cuadradito en el que con mucho cuidado conseguiríamos ver al embrión. Tras haberlo localizado teníamos que hacer un corte rápido sobre él para conseguir posarlo sobre una cubierta y aislarlo del resto del contenido. Lo limpiábamos con la ayuda del microscopio y ya estaba preparado para ser analizado.

Cuál fue nuestra sorpresa cuando al abrir los huevos más desarrollados pudimos observar cómo el corazón de los embriones latía. Estábamos tan fascinados que se nos pasó la mañana demasiado rápida.

Podemos concluir que nuestra experiencia preuniversitaria fue realmente motivadora y recomendada para todo aquel que disfrute haciendo ciencia.