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Visor

QUINTO CENTENARIO DE TERESA DE JESÚS

por Lourdes Bravo Sánchez, Dep. de Lengua y Literatura.

Agitó de palabra y obra la España de la Contrarreforma. Despertó adhesiones y persecuciones como la revolucionaria que fue. En el quinto centenario de su nacimiento, el mensaje y la prosa de nuestra primera escritora y Doctora, llegan frescos y sintonizan, más allá de sentimientos religiosos, con la sensibilidad de una sociedad en trance de cambio.

Quizá lo primero que hay que decir de Santa Teresa de Jesús es que, como el maestro fray Luis de León, san Juan de la Cruz o Luis Vives, sintió en carne viva, y fue muy consciente de lo que significaba, la cuestión de la casta:

Hija de conversos, sabía que esta condición decidía el destino de las personas y también la de los conventos. Y sabía que el Libro de la Vida que ella había escrito estaba en manos del Inquisidor General, Quiroga.

Pero Teresa no se detiene, y recorre caminos y caminos formando esos castillos que son los conventos que fundan, hasta que un 4 de octubre de 1582 sus pies abandonan definitivamente los senderos de la tierra.

Desde las Cartas (donde la presencia del lector parece escucharse en la espontaneidad coloquial de la Santa) al Castillo interior o Las Moradas, la obra de Teresa de Ávila es una continua búsqueda de excepcional intimidad y entrega que ofrece la sinceridad de la forma epistolar, natural y diversa, con la variedad que existió en su vida, desde el recuerdo mundano a la exaltación mística. Entre este recorrido, Teresa va dejando obras como el Libro de las Fundaciones o el ascenso a la experiencia mística que se encierra en Camino de perfección. En todos ellos siempre es Teresa en amor y en lucha confesándose.

En el quinto centenario de la Santa, su palabra en el tiempo sigue latente, iluminando el lado humano de lo divino. Es, quizás, lo que permanece contra su olvido en los manuales de Literatura: Su lengua viva de llaneza fraternal, perenne, donde habitar, como en la séptima morada, en este apresurado siglo XXI:

Aquí halla la paloma que envió Noé a ver si era acabada la tempestad, la oliva, por señal que ha hallado tierra firme dentro de las aguas y tempestades de este mundo