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Visor

CENTENARIO DE LA PUBLICACIÓN DE "PLATERO Y YO"

por Lourdes Bravo Sánchez, Departamento de Lengua castellana y Literatura

El largo retiro de Juan Ramón Jiménez en Moguer para escribir Platero y yo responde a causas biográficas, pero también hay en el retiro una significación artística que conviene no olvidar:

Lectura de PLatero yo en el IES Arturo SoriaEl pueblo –escribía Juan Ramón- es intuición, y cuando un hombre, cansado de la vida se retira a la naturaleza (santo, poeta, sabio) va en busca de la intuición, de la desnudez de la cultura.

Platero y yo, es el resultado del encuentro del poeta con la naturaleza, con lo popular. Libro que nos ha enseñado a leer a muchas generaciones de españoles, que comenzábamos a descubrir el valor del idioma y una nueva manera de sentir el paisaje: su armonía, su fuerza para mirar un mundo bello. Y, de pronto, los lectores inocentes aprendimos a puntuar de otra manera. Supimos que el campo y el paisaje huele, se mueve, se viste de colores cambiantes. Supimos que la vida no son solamente los heroísmos dignos de las estatuas en los grandes parques, sino algo más recogido, tierno y caluroso.

No aprendimos tan sólo una estética, sino también una ética.

Desde la estética y desde la ética, los alumnos de 2º de E.S.O. del IES ARTUROLectura de Platero y yo en el Centro SORIA y nuestros vecinos de la Residencia del Centro Municipal de Mayores “Carmen Laforet” junto a los alumnos del C.E.I.P. “Méndez Núñez”, el pasado 30 de octubre, ofrecieron su lectura, con la ambición de sentir una prosa musical, sin ritmo ni rima que se adapta a los movimientos líricos del alma, a las ondulaciones de la ensoñación que nos hace iguales en el sentimiento y la esperanza.

Así, la lectura de esta elegía maravillosa resultó no solamente la exaltación del amado burrillo, donde el tiempo no puede, pues, presentarse si no como presente, detenido. Cualquiera que sea el tiempo utilizado, la edad de los lectores, y de los oyentes. Nos dejó una estela en todos nosotros como la del agua que mana de “La fuente vieja”:

Blanca siempre sobre el pinar siempre verde; rosa o azul, siendo blanca, en la aurora; de oro o malva en la tarde, siendo blanca; verde o celeste, siendo blanca, en la noche; la fuente vieja, Platero, donde tantas veces me has visto parado tanto tiempo, encierra en sí como una clave o una tumba, toda la elegía del mundo, es decir, el sentimiento de la vida verdadera.

En ella he visto el Partenón, las Pirámides, las catedrales todas.

Cada vez que una fuente, un mausoleo, un pórtico me desvelaron con la insistente permanencia de su belleza, alternaba en mi duermevela su imagen con la imagen de la Fuente vieja.Lectura de Platero y yo

De ella fui a todo. De todo torné a ella. De tal manera está en su sitio, tan armoniosa sencillez la eterniza, el color y la luz son suyos tan por entero, que casi se podría coger de ella en la mano, como su agua, el caudal completo de la vida.

La pintó Böckin sobre Grecia; Fray Luis la tradujo; Beethoven la inundó de alegre llanto; Miguel Ángel se la dio a Rodin.

Es la cuna y es la boda; es la canción y es el soneto; es la realidad y es la alegría; es la muerte.

Muerta está ahí, Platero, esta noche, como una carne de mármol entre el oscuro y el blando verdor rumoroso; muerta, manando de mi alma el agua de mi eternidad.