La actitud debe ser de total normalidad. Las altas capacidades deben valorarse como una habilidad, en este caso habilidad para efectuar procesos cognitivos a mayor velocidad, más rápidamente, que lo esperado en niños de su misma edad. Pero no debemos olvidar que el resto de nuestros hijos también poseen habilidades que deben ser tenidas en cuenta. Se puede ser más sociable, más afectuoso, más empático…

En cualquier caso, la evaluación de altas capacidades nunca debe servir para satisfacer expectativas ni de padres ni de profesores, sino para establecer la atención familiar y educativa más adecuada a las características del niño o joven.